viernes, 17 de mayo de 2024

Trabajadores en reforestación de la Orinoquia, en riesgo por exposición a sustancias químicas

 Dolor de cabeza, irritabilidad, cansancio, alteraciones en el ciclo menstrual de las mujeres y enfermedades específicas como chagas, malaria y hepatitis, fueron algunos síntomas que los trabajadores encargados de las labores de reforestación del sector minero-energético y de hidrocarburos en zonas de Meta y Casanare le reportaron a un equipo de profesionales en Seguridad y Salud en el Trabajo de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL).

Teniendo en cuenta que en 2017 el Banco Mundial catalogó a la Orinoquia como una de las zonas principales en reforestación y plantaciones forestales, Óscar Daniel Romero Puerta, magíster en Seguridad y Salud en el Trabajo de la UNAL, eligió para su investigación los municipios San Luis de Palenque (Casanare) y Cristalinas (Meta), alejados del casco urbano.

Para el estudio se analizaron los pocos informes en Seguridad y Salud en el Trabajo encontrados, se entrevistaron 85 trabajadores y se hicieron visitas técnicas de inspección a los frentes de trabajo. 

Así se identificaron aspectos relacionados con la falta de medidas de seguridad en el uso de herramientas y maquinaria, y ausencia o mala calidad de los elementos de protección personal como tapabocas, tapaoídos y gafas de seguridad. 

También se evidenció la ausencia de procedimientos o instructivos adecuados en caso de emergencias y la falta de control en el área forestal, lo cual ha generado un entorno laboral de alto riesgo que puede provocar afectaciones como pérdida auditiva, trastornos musculoesqueléticos –por ejemplo, espalda, cuello, hombros y extremidades superiores–, factores degenerativos o accidentes graves. 

Expuestos a sustancias químicas

La literatura ha señalado que la ausencia de medidas de prevención y control también expone gravemente a los empleados a sustancias químicas peligrosas presentes en el aire, el suelo o el agua en el área forestal –como plaguicidas, herbicidas e insecticidas–, además de la intensa y constante exposición al sol.

Todo lo anterior acarrearía afectaciones graves como cáncer, esterilidad, y en el caso de las mujeres complicaciones en su ciclo menstrual, malformaciones genéticas en neonatos, hernias y problemas musculoesqueléticos. 

La profesora María Erley Orjuela Ramírez, líder del Grupo de Investigación Salud y Trabajo (GIST) de la UNAL y coordinadora de esta investigación, afirma que “como son zonas apartadas, quizá se ignoran los impactos que la actividad tiene sobre las condiciones de salud de los trabajadores; por otra parte, en estas regiones no hay quién vigile, los organismos de control del Estado al parecer no ejercen un liderazgo visible para garantizar que las condiciones de trabajo y salud de los trabajadores sean dignas, lo que hace a la población aún más vulnerable”. 

Añade que “en las zonas rurales los trabajadores no tienen la cobertura del sistema general de riesgos laborales, dado el alto nivel de informalidad en el que se desarrollan las actividades económicas en esta región”. 

Por eso es urgente implementar medidas preventivas y de intervención para garantizar la salud y el bienestar de los trabajadores de las áreas rurales, como derecho fundamental que dignifique su trabajo.

Leyes que no son supervisadas

Las entidades gubernamentales, como los Ministerios de Trabajo y de Salud y Protección Social en Colombia son las responsables de supervisar el cumplimiento de las normativas, en función de garantizar el derecho a la salud y el bienestar de los trabajadores. 

Las obligaciones están establecidas en la Ley 1562 de 2012, que promueve tanto la prevención de riesgos laborales como los ambientes laborales seguros; además el Decreto 1072 de 2015 detalla normas específicas en SST que las empresas deben cumplir. Estas incluyen la implementación de un Sistema de Gestión de la Seguridad y Salud en el Trabajo, evaluaciones de riesgos laborales, capacitación de trabajadores, participación activa de estos en la identificación de riesgos, investigación de accidentes y enfermedades ocupacionales, y cumplimiento de normativas para proteger contra riesgos químicos, físicos, biológicos, ergonómicos y psicosociales. 

El objetivo de estas disposiciones es garantizar estándares adecuados de seguridad y salud laboral para proteger la integridad física y mental de los trabajadores en todas las operaciones empresariales, por lo que al parecer dichos estándares no se están garantizando, controlando ni vigilando en las zonas rurales del país.

“Es necesario planear y ejecutar mediciones higiénicas, vibración mano brazo y vibración cuerpo entero, además de aquellas relacionadas con el ruido continuo, asociadas con las etapas del proceso de reforestación (que es el eje de la investigación), con el objetivo de ampliar la caracterización y valoración del peligro y generar medidas de control”, precisa la docente Orjuela.

Añade que “en relación con el componente químico es necesario encaminar esfuerzos en la eliminación o sustitución de sustancias organocloradas y organofosforadas por alternativas de biocontrol, barreras naturales y depredadores con la finalidad de salvaguardar el medioambiente, las condiciones de trabajo y la salud para las personas que permanecen en la zona”.

Síntomas 

Además de las altas tasas de accidentes laborales, especialmente en Meta, con reportes frecuentes de heridas y golpes, principalmente por elementos cortopunzantes, se han se reportado síntomas como dolor de cabeza, irritabilidad y cansancio, que según los expertos podrían ser causantes de estas malas prácticas y explosión laboral riesgosa; además de enfermedades como chagas, malaria y hepatitis que se han evidenciado entre los trabajadores, destacando la importancia de abordar la salud ocupacional en este sector.

Teniendo en cuenta que la información sobre las condiciones de trabajo de estos procesos forestales es escasa en América Latina, este sería uno de los primeros estudios relacionados con dicha problemática. 







martes, 7 de mayo de 2024

Chontaduro rojo: su potencial nutricional no está solo en la pulpa, también lo tiene en la cáscara

 La piel (o epicarpio) que cubre y protege la pulpa de dicho fruto tradicional de la región occidental del país contiene proteínas, fibra, ácidos grasos esenciales –como omega 6 y omega 9– y provitamina A, es decir un carotenoide o pigmento natural que se transforma en vitamina A en el cuerpo. Estos hallazgos representan una oportunidad para la industria alimentaria, cosmética y farmacéutica.

Por su sabor excepcional, versatilidad gastronómica y valor nutricional, el chontaduro o cachipay (Bactris gasipaes)está arraigado en las tradiciones culinarias de algunas regiones del país. Pero, más allá de ser un alimento “prodigio”, representa un vínculo entre la tierra y las comunidades que lo cultivan, es fuente de sustento y símbolo de identidad en regiones como Cauca, Putumayo, Chocó y Valle del Cauca.

Con la pulpa se elaboran harinas, compotas, jugos, salsas y arepas, pero como más se consume es en fresco, con sal, miel, leche condensada, mantequilla, jugo de limón o vinagre.

Además, se estima que cada año se generan más de 5.000 toneladas de cáscara, que suele ser desechada, y en ella se encuentra una parte importante del valor nutricional del chontaduro, por ejemplo, es rica en provitamina A, especialmente beta-caroteno, que le da sus intensos tonos amarillos o rojos; esta representa entre el 16 y 20 % del fruto, mientras la semilla el 8 % y la pulpa entre el 72 y 76 %.

La curiosidad por estudiar el potencial nutricional del epicarpio del chontaduro motivó a Jader Martínez Girón a desarrollar sobre este tema su tesis para la Maestría en Ingeniería Agroindustrial en la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Palmira. Ahora como doctor en Ciencia y Tecnología de Alimentos, adscrito al Grupo de Investigación en Procesos Agroindustriales (GIPA) de la Institución, su interés se centró en elaborar una emulsión enriquecida como fuente de provitamina A.

“Una emulsión es encontrar un emulsificante y un método de preparación que una la fase acuosa con la oleosa hasta obtener una dispersión sin que se separen las fases, como por ejemplo el agua y el aceite, que por su naturaleza química no son solubles entre sí. Gran parte de los alimentos que consumimos están en forma de emulsión: un helado o el yogur son emulsiones lácteas, y una salchicha es una emulsión cárnica”, explica.

Deficiencia de vitamina A, un problema de salud pública

El aporte del experto radica en abordar una problemática que afecta a más de 2.000 millones de personas en el mundo, especialmente en países como Colombia, en donde el 33 % de los menores de edad en diversas regiones sufren deficiencia de vitamina A porque su alimentación no incluye zanahoria, espinaca, ahuyama, tomate, leche, pescado o hígado de res, ricos en este nutriente.

Con su trabajo, el investigador Martínez demostró que la cáscara del chontaduro rojo posee un contenido más alto de carotenoides y provitamina A que la variedad amarilla, lo que representa un hallazgo significativo y novedoso en la literatura científica.

Además, mediante la metodología de extracción asistida por homogeneización, obtuvo los carotenoides del epicarpio utilizando aceite de girasol como solvente verde, “un avance en términos de extracción sostenible con el medioambiente, ya que en los procesos tradicionales se utilizan sustancias químicas que pueden ser tóxicas y dañinas para el ecosistema”, indica.

La emulsión desarrollada aplicando tecnología emergente de ultrasonido se probó con éxito en leche de coco, una bebida natural escogida por ser un alimento representativo del Pacífico y con el interés de lograr un impacto socioeconómico en la región.

Esta reveló ser un vehículo eficaz para enriquecer esta bebida con provitamina A, abriendo la puerta a futuras aplicaciones en la industria alimentaria, cosmética y farmacéutica.

El estudio, pionero en su género, evidenció que el consumo de la leche de coco enriquecida con la emulsión puede impactar positivamente en la salud y nutrición por su contenido bioaccesible de carotenoides fuente de provitamina A. Por tanto, esta bebida enriquecida sería una alternativa de alimento en regiones vulnerables del país en donde la deficiencia de vitamina A es prevalente.

El investigador espera que este avance contribuya al desarrollo sostenible y al fortalecimiento de la seguridad alimentaria en las regiones donde se cultiva el chontaduro, para generar oportunidades económicas para los productores y promover un consumo más nutritivo y consciente.

El trabajo estuvo dirigido por el profesor Luis Eduardo Ordóñez Santos, de la UNAL Sede Palmira, y codirigido por la profesora Coralia Osorio Roa, de la UNAL Sede Bogotá.








viernes, 3 de mayo de 2024

Cacao colombiano podría ser tan exitoso como el café, ¿cómo?

 La cacaocultura colombiana afronta retos de productividad y rentabilidad, ya que es un cultivo de ciclo largo, es decir que tarda hasta 5 años en dar frutos. No obstante, investigaciones demuestran que es posible pasar de 500 kilos a 5 toneladas de frutos por hectárea, mediante injertos y trabajando con individuos de menor tamaño. La información está detallada en Ciencia para la cacaocultura, libro que desmiente algunos mitos y actualiza la información disponible para los agricultores.

Aunque Colombia tiene una gran tradición cacaotera, pues el cacao es un cultivo nativo e históricamente utilizado por los aborígenes, actualmente se produce y comercializa poco. Según la Federación Nacional de Cacao (Fedecacao), de los 5 millones de toneladas que se cosechan en el mundo, Colombia solo aporta 60.000 toneladas.

Aun así, por sus características de sabor y aroma, el cacao colombiano tiene tanto potencial como el café. “Para que eso suceda existen retos por superar, como el aumento del rendimiento, la renovación de los cacaotales envejecidos, y, muy especialmente, entender y conocer en detalle el funcionamiento del árbol para mejorar la productividad y la calidad”, señala la profesora Edna Ivonne Leiva Rojas, adscrita a la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Medellín.

A partir de este contexto, y con el fin de acercar a los agricultores a los resultados de más de 15 años de investigación, la profesora Leiva presentó el libro Ciencia para la cacaocultura en la Feria Internacional del Libro de Bogotá (FILBo) 2024, publicación que se aproxima a temas como la física de suelos y la arquitectura del árbol.

“Allí explicamos asuntos prácticos relacionados con la flor, por ejemplo, que es muy difícil de polinizar porque no tiene aroma; tanto es así, que de las 20.000 a 100.000 flores que se producen al año, solo el 1 % son polinizadas”, señala la experta.

También ahonda en la necesidad de que los árboles productivos sean más pequeños de lo que son en vida silvestre, en donde pueden alcanzar de 15 a 20 m de altura.

“Este es un cultivo de ciclo largo: pueden pasar hasta 5 años antes de obtener frutos, por eso es de rentabilidad difícil, de ahí la importancia de estudiar su arquitectura. Si fueran árboles más pequeños, injertados o clonados, y con ramas más bajas, su manejo sería más sencillo”, señala la docente Leiva.

El cacao tiene un potencial de alto rendimiento: normalmente se producen 500 kilos por hectárea. “Sin embargo, en nuestro trabajo hemos logrado un potencial mayor: 5 kilos de semillas por árbol, así pasamos de 1/2 a 5 toneladas por hectárea”, agrega.

En ese sentido hay algunos asuntos clave en la forma de sembrar: “tenemos que mirar por dónde brota la semilla y poner esa parte hacia abajo, porque si no el brote da la vuelta y se tuerce, dando  como resultado árboles muy grandes y ‘acostados’, con la raíz torcida, sin anclar bien y con probabilidades de tener rotura de tejido en la base”, explica la docente.

Cultivo noble y adaptable

La investigadora –con la colaboración de estudiantes de pregrado y posgrado, y colegas– encontró cacao en todo tipo de suelos: francos (compuesto por partículas de distintos tamaños, siendo las más grandes similares a la arena de la playa), arenosos, secos, agrietados y arcillosos; y con respecto a la temperatura óptima se halló que la mínima que resiste la planta son 18 °C, con 14 °C no “trabaja”, y a los 12 °C se congela.

Así mismo, desmiente uno de los muchos mitos sobre el cacao: “se creía que por ser originario de la selva amazónica requería de sombra para crecer, y eso no es cierto, ya que algunos genotipos trabajan mejor con más luz, y el que menos requiere recibe hasta 400 paquetes de fotones. También descubrimos que el fertilizante se debe aplicar a 60-70 cm del tronco y no donde termina la circunferencia de la copa, pues ahí las raíces se podrían tocar con las de otro árbol”, continúa.

Otro detalle importante: el cacao sería un cultivo aliado en la lucha contra el cambio climático, pues fija dióxido de carbono (CO2), además, cuando sus hojas maduras caen forman un colchón en el suelo, lo que disminuye la pérdida de agua y mantiene más baja la temperatura, por lo que sería un dispositivo de bonos de carbono, es decir que los campesinos podrían recibir pagos adicionales por disminuir la presencia de dicho gas de efecto invernadero en la atmósfera, donde se puede volver perjudicial.

“Los libros publicados hasta 2000 hablaban de un tipo de cacao y de una sola forma de sembrarlo. Nosotros proponemos algo distinto, menos demorado y menos riesgoso, produciendo frutos injertos, de distintos colores y tamaños.

 En Ciencia para la cacaocultura se condensan muchos estudios y resulta fundamental, ahora más que nunca frente a la crisis climática, los cambios de temperatura, las lluvias o la disponibilidad de la luz”, concluye la profesora Leiva.

martes, 30 de abril de 2024

Doctorado en Ciencias Agrarias de la UNAL Sede Palmira renueva Acreditación en Alta Calidad

 Desde la producción de variedades de hortalizas hasta el cultivo de cacao en Colombia y Ecuador, pasando por el mejoramiento genético de especies animales, este programa aporta al sector agrícola y pecuario nacional e internacional. Así lo ratifica la renovación de la Acreditación en Alta Calidad otorgada por el Ministerio de Educación Nacional (MEN), a través del Consejo Nacional de Acreditación (CNA).

Una de las contribuciones más destacadas del Doctorado en Ciencias Agrarias, ofrecido hace 10 años por la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Palmira, ha sido el desarrollo de 17 variedades de hortalizas como tomate, cilantro, pimentón, habichuela, ají y zapallo, resultado del trabajo del grupo de investigación Mejoramiento Genético, Agronomía y Producción de Semillas de Hortalizas, con las que los agricultores colombianos tienen opciones de origen nacional en un mercado dominado por las semillas importadas.

Estas hortalizas ofrecen excelente floración, tolerancia a plagas y enfermedades, lo que contribuye a mejorar la eficiencia y rentabilidad por metro cuadrado cultivado en el territorio nacional.

Del mismo modo, desde el programa se ha trabajado en la adaptación de variedades de caña de azúcar y otros cultivos a las condiciones específicas de suelos y clima, así como en la implementación de protocolos de manejo de fertilización para mejorar la producción de piña, mora, aguacate y cítricos.

“También se ha impulsado la conservación de recursos genéticos animales, el mejoramiento de la nutrición, sanidad y bienestar animal, abordando temas fundamentales para la sostenibilidad del sector, todo esto a través de proyectos de extensión en colaboración con entidades oficiales y privadas que han fortalecido la producción agrícola y pecuaria en diversas regiones productivas de Colombia”, agrega el profesor Juan Carlos Rincón Flórez, coordinador de Posgrados en la Facultad de Ciencias Agropecuarias.

400 proyectos en 10 años

Una de las fortalezas del Doctorado en Ciencias Agrarias de la UNAL Sede Palmira son sus 13 grupos de investigación –la mayoría en categorías A1 y A de Colciencias–, que en estos 10 años han dejado 368 proyectos de investigación con impacto social, labor que a su vez se refleja en la publicación de más de 175 artículos científicos, así como en la producción de libros, capítulos de libros de investigación y patentes que contribuyen al desarrollo científico agrario de Colombia.

El Consejo Nacional de Acreditación (CNA) resaltó “la formación de investigadores autónomos y competentes, capaces de enfrentar los retos del sector agrario y la producción agrícola tropical, quienes reflejan en sus tesis el compromiso con la innovación tecnológica y el desarrollo de una agricultura sostenible y equitativa, adaptada a las necesidades y condiciones socioeconómicas, técnicas y culturales del entorno, consolidando al programa como un referente en el país y el mundo”.

Por mencionar algunos de los proyectos de investigación adelantados en los últimos años, se han estudiado las concentraciones totales de mercurio, plomo, cadmio, cromo, níquel, cobalto y arsénico en los suelos en donde se desarrollan los principales cultivos de la zona plana del Valle del Cauca.

También han identificado con inteligencia artificial los 6 grupos ecológicos más prometedores del fríjol tépari, un grano blanco y pequeño que prospera en regiones con condiciones climáticas extremas, a diferencia de sus parientes rojos, lo cual es una característica deseable ante el aumento de la temperatura por el cambio climático, que podría afectar hasta en 50 % el rendimiento de los cultivos en el mundo.

También se han hallado bacterias benéficas para controlar enfermedades en ají y pimentón, lo que permitiría reducir el uso de agroquímicos y antibióticos, ya que estas ayudan desde la misma planta a mantener un equilibrio natural promoviendo su vigor de una manera más amigable con el medioambiente, los suelos y la salud humana.

Por otra parte, crearon GeoStatLiteUN, un software libre con el que cualquier agricultor o profesional del agro puede generar mapas de variabilidad espacial para diagnosticar la salud del suelo y gestionar su cultivo.

En el ámbito internacional, uno de los investigadores identificó en Ecuador el 5 % de los mejores árboles de cacao por rendimiento y tolerancia a enfermedades entre más de 2.000 evaluados, lo que representó un avance para el cultivo del cacao fino de sabor y aroma en el país vecino.

El Doctorado en Ciencias Agrarias de la UNAL Sede Palmira cuenta con una estructura curricular que abarca 8 semestres académicos y 150 créditos, con énfasis en la investigación  interdisciplinaria en el campo agrario. La planta docente está conformada por 44 profesores, la mayoría con título doctoral obtenido en prestigiosas universidades de Colombia, Estados Unidos, Brasil, España, Holanda y Francia, entre otras, y una vasta experiencia en investigación y docencia.

Este programa fue el primero en toda la UNAL en ser impartido en el extranjero desde 2023, con una cohorte de 10 docentes de la Universidad Nacional de Agricultura (UNAG), en Honduras, con las líneas de investigación en fisiología vegetal y producción animal tropical, con las que buscarán atender las necesidades agrarias de su país.









lunes, 29 de abril de 2024

Aguacate Hass: partículas imperceptibles al ojo humano retardarían su maduración

 Si el fruto se recubre con nanopartículas de óxido de titanio y plata, la maduración se retrasa entre 2 y 3 semanas, ¿por qué? La respuesta está en que estos compuestos limitan la acción del etileno –hormona que estimula naturalmente el proceso de maduración– y el crecimiento del hongo que causa la antracnosis, enfermedad que suele dañar el producto. Esta estrategia ofrece posibilidades de mantener y superar los estándares de calidad del “oro verde”.

Entre enero y febrero de 2024 las exportaciones colombianas de aguacate Hass crecieron un 84,1 % con respecto al mismo periodo de 2023, consolidándose como uno de los bienes no minero-energéticos más importantes de la economía del país. No obstante su cultivo –y el de otras frutas y hortalizas– sigue afrontando un reto importante: la maduración, que dificulta el cumplimiento de los estándares de calidad de color y firmeza del fruto.

Los frutos climatéricos, es decir aquellos que siguen madurando aún después de haber sido recolectados, producen grandes cantidades de etileno a medida que la tasa de respiración aumenta. Ejemplos de estos son: manzana, pera, plátano, mango, papaya, tomate y aguacate.

“También existen otros problemas asociados como la antracnosis, una enfermedad causada por el hongo Colletotrichum gloeosporioides que puede generar pérdidas de hasta el 80 % si no se hace un manejo adecuado poscosecha”, explica Paula Andrea Nevado Velásquez, magíster en Ciencias - Química de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Medellín.

Teniendo en cuenta este contexto, ella se enfocó en perfeccionar una estrategia usada hoy para retrasar la maduración, y explica: “aunque la molécula más utilizada para inhibir la producción de etileno es el 1-metilciclopropeno, se ha visto que al final del proceso provoca una maduración no uniforme y altera los perfiles ácido grasos y de azúcar. Por otro lado, para manejar las infecciones se usan químicos como el imidazol, que por su toxicidad ha sido suspendido en países de Europa”.

Su propuesta tuvo un enfoque nanotecnológico, es decir, basado en el uso de materiales de estructuras diminutas. “Concretamente desarrollamos un recubrimiento con nanopartículas de dióxido de titanio enriquecidas o dopadas con plata, sustancias no tóxicas que permitirían no solo retrasar la maduración del fruto, sino también darle un plus antimicrobiano”.

Para obtener el material la investigadora utilizó 5 reactivos, entre ellos isopropóxido de titanio y nitrato de plata, sometiéndolos a un método llamado “autocombustión en solución”.

“Al mezclarse, los reactivos se ven como un gel. Este se calienta a más de 200 ºC, y justo en ese momento se genera una llama que al extinguirse deja un polvo blanco amarillento: el dióxido de titanio dopado con plata”, relata la magíster.

Puesto a prueba en condiciones simuladas

Después caracterizó las nanopartículas mediante técnicas y herramientas especializadas que le permitieron determinar, entre otras cosas, que el material es poroso, lo que facilita que absorba el etileno. “También hicimos pruebas fotocatalíticas –que nos mostraron que no era muy sensible a la luz– y biológicas, que nos confirmaron que la cantidad de etileno y de hongo disminuían”.

Con estos resultados favorables claros, realizó las pruebas de transporte y almacenamiento simulado con apoyo de docentes de la UNAL Sede Bogotá. “Preparamos almacenados que revisamos cada 7 días, durante 20 días en total. Unos estaban en condiciones de refrigeración a 5,5 ºC y a una humedad relativa del 80 %, otros los dejamos en condición ‘ambiente’, a 20 ºC y al 60 % de humedad relativa, con y sin el recubrimiento que creamos. Este lo aplicamos diluido en agua, sumergiendo la fruta en él durante un minuto y poniéndola a secar al aire en unas rejillas para eliminar el exceso de agua”.

Así encontró que los aguacates con el recubrimiento tardaban más en madurar, calculando un retraso aproximado de 2 a 3 semanas más.

“Las nanopartículas con una concentración baja de plata –de 0,75– mostraron muy buenos resultados: bajaron las mediciones de etileno, lo que nos da una idea de que se está evitando la presencia de la hormona porque se rompe su ciclo de autoproducción”, indica.

“Con respecto al hongo vimos una notoria disminución: los frutos sometidos al tratamiento tuvieron 1,4 unidades formadoras de colonia, mientras que los no sometidos tuvieron 4,7”, añade.

Esta investigación es un punto de inicio para probar las nanopartículas en otras verduras y hortalizas. Además también se puede evaluar para la degradación de contaminantes en agua u otros productos.

“De otro lado, se podría probar sintetizar el material con otros reactivos que quizá harían el proceso más eficiente, e incluso se podría pensar en elaborar empaques con estas nanopartículas para evaluar si tendrían el mismo efecto que nosotros vimos”, concluye la magíster.

 







lunes, 22 de abril de 2024

Cannabis “producido” en laboratorio, un cultivo prometedor

 En un innovador proyecto de clase que le apuesta a explorar el potencial para la clonación y propagación de esta planta, estudiantes del Colectivo Siembra de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Palmira cultivaron en laboratorio tejido vegetal de Cannabis sativa de la variedad “mango biche”, muy reconocida en el mundo por su peculiar aroma a dicha fruta tropical y su color amarillo intenso. Este resultado es un importante avance para la agricultura nacional.

En la agricultura moderna, el cultivo de tejidos vegetales es una técnica que viene transformando la manera en que se propagan y mejoran las plantas bajo condiciones controladas en el laboratorio, y que no solo permite la multiplicación clonal de individuos con características o rasgos específicos sobresalientes, sino que también puede contribuir a la creación de nuevas variedades e implementar sistemas de conservación.

Dicho método ha mostrado ser una herramienta poderosa en la mejora genética de cultivos, la conservación de la biodiversidad vegetal y la producción sostenible de alimentos, flores, fibras y productos medicinales, ya que tiene aplicaciones comerciales y ecológicas significativas, como la proliferación de especies en peligro de extinción, la propagación rápida, limpiar enfermedades y producir material de siembra libre de estas, y la producción de metabolitos de interés comercial entre otras aplicaciones.

Para que el impulso de estas tecnologías sea una realidad en países como Colombia se necesitan expertos, personal cualificado; por eso entre la oferta académica de la Sede Palmira se encuentra la asignatura “Cultivo de tejidos vegetales”, dirigida a estudiantes de pregrado y posgrado.

En ella se ofrece una visión profunda de esta fascinante área de estudio que cuenta con la experiencia del profesor Roosevelt Humberto Escobar Pérez,  de la Facultad de Ciencias Agropecuarias de la Sede Palmira.

“En nuestro entorno académico aprovechamos esta técnica para enseñarles a los jóvenes de manera práctica y pedagógica cómo partir desde un pequeño fragmento de tejido hasta producir una planta completa. Los estudiantes deciden qué especie quieren trabajar, luego deben argumentar el porqué la quieren propagar, y a partir de allí escogen el explante, el medio y la técnica adecuada, hasta lograr que el tejido crezca y en algunos casos, recupere una planta completa con capacidad de ser llevada y crecida en vivero”, explica el docente.

Aporte a la creciente industria del cannabis

En el contexto del cannabis, el cultivo de tejidos se constituye en un proceso crucial para la industria, dada la creciente demanda de variedades de alta calidad con perfiles genéticos específicos. En ese sentido, esta planta es especialmente adecuada debido a su capacidad natural de regeneración y a su amplia variabilidad genética.


El Colectivo Siembra está integrado por más de 30 estudiantes de todos los programas de la UNAL Sede Palmira con interés en la investigación científica y la promoción de las plantas enteógenas o con algún efecto psicotrópico, entre ellas el cannabis. Así, los estudiantes Harold Mauricio Peña Silgado y Néstor Eduardo Valencia Ordóñez, del programa de Ingeniería Agronómica, decidieron trabajar con este material y a la fecha han logrado resultados promisorios.

El estudiante Valencia explica que “el proceso de cultivo de tejidos de la planta de cannabis de la variedad ‘mango biche’ comenzó con el explante de la planta madre, que se refiere a la porción de tejido vegetal que se extrae y se utiliza como material para iniciar el cultivo in vitro. Este se puede tomar de diferentes partes de la planta, como el ápice del tallo, las yemas o las hojas”.

Una vez seleccionados, se desinfectaron y pusieron en un medio de cultivo estéril que contiene nutrientes y reguladores de crecimiento para proporcionar las condiciones óptimas con el fin de que las células se multipliquen y se diferencien, hasta formar estructuras conocidas como callos con capacidad de diferenciar estructuras definidas.

A partir de estos se puede inducir la formación de brotes mediante la suplementación de reguladores de creciente en el medio de cultivo. Estos brotes continúan su desarrollo hasta lograr una planta completa. Posteriormente se endurecen, se aclimatizan y se trasplantan a un sustrato adecuado, que bajo condiciones semi controladas de humedad y temperatura pueden continuar su desarrollo en vivero y alcanzar su madurez en campo.

Los estudiantes consideran que “el cultivo de tejidos ofrece varias ventajas para la industria del cannabis. En primer lugar, permite la propagación masiva de plantas con características deseables, como altos niveles de cannabinoides o resistencia a enfermedades, lo que facilitará la producción a gran escala de variedades consistentes y de alta calidad. Además permite conservar su diversidad genética a largo plazo”.

Este proceso abre nuevas posibilidades para la mejora genética del cannabis y el desarrollo de variedades con perfiles genéticos personalizados para usos medicinales, recreativos o industriales que satisfagan la creciente demanda de este mercado en Colombia y el mundo.

En el laboratorio se cultiva una variedad de tejidos vegetales con diferentes propósitos, desde papa, yuca, ajo, batata y pitaya, hasta plantas ornamentales, en donde los estudiantes exploran la diversidad vegetal y aprenden las técnicas necesarias para cultivar tejidos con éxito, pese a los desafíos logísticos como disponibilidad de espacio, equipos y materiales.








viernes, 19 de abril de 2024

“Pajareando” se enseñan ciencias naturales en colegios rurales

 El avistamiento de aves es una estrategia pedagógica efectiva para motivar el aprendizaje en el campo. Así se demostró en un colegio de Venecia (Antioquia), en donde jóvenes de grados 10 y 11, después de 7 salidas de campo y de registrar 130 especies, afianzaron sus conocimientos sobre qué es un ecosistema, cómo se mantiene su equilibrio, y por qué para mantenerlo no se debe tener fauna silvestre en las viviendas, entre otros aspectos.

Para diseñar esta estrategia didáctica basada en el avistamiento de aves, Tania Lizet Garzón Caratar, magíster en Enseñanza de las Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Medellín, aprovechó la majestuosidad ofrecida por la naturaleza en dicho municipio antioqueño, vecino del Cerro Tusa, una montaña a 1.850 msnm considerada como la pirámide natural más alta del país.

La magíster menciona que “hacerse preguntas es un paso fundamental para el aprendizaje, sobre todo si estas nacen de los intereses y necesidades propias. Con esto en mente hice un diagnóstico en la Institución Educativa Uribe Gaviria (Sede Villa Silvia) de Venecia, en donde yo trabajo. Allí conversé con más de 60 estudiantes de distintos grados y sus familias, y con los colegas docentes, sobre aspectos como sus gustos o aficiones, motivaciones y formas de dictar clase”.

Así encontró que en la comunidad hay un interés creciente por el ecoturismo, un pilar fundamental de la economía del suroeste antioqueño. De hecho Venecia es un destino para el turismo de naturaleza al que llegan viajeros interesados en subir al Cerro Tusa, y también quienes buscan el avistamiento de aves o recorrer los senderos de arrieros, altares y hasta interesados en la espeleología.

“Para mi trabajo tuve como referente al investigador brasileño Marco Antonio Moreira y el Aprendizaje Significativo Crítico, que reconoce al individuo como parte de una cultura, capaz de lidiar con ella y aprovechar sus propios recursos para construir conocimiento. Para diseñar el plan combiné el ámbito económico con la sensibilidad ambiental y los conocimientos en biología”, explica.

La estrategia comienza con la evaluación de los conocimientos previos de los estudiantes, a través de preguntas como: ¿qué es un ave? ¿qué especies conoces? ¿qué función cumplen en el ecosistema? Luego se les brindan bases conceptuales, se les explica qué es el turismo sostenible, cuál es la distribución de las aves, qué es la fauna silvestre, etc., luego se hace un acercamiento a instrumentos como binoculares para que exploren los alrededores de la institución, para posteriormente llevar a cabo las salidas de campo y, al final, evaluar y recolectar preguntas e ideas nuevas. Todo ello en un lapso de varios días.


“Con los grados 10º y 11º hicimos 7 salidas, dividiendo a los estudiantes en grupos de 6. Elegí distintos lugares, coordiné el transporte y el acompañamiento de un experto en avistamiento. Ya en el sitio realizamos un círculo, nos saludamos, socializamos datos generales de altitud, referencia geográfica, y establecimos el trabajo cooperativo por parejas: un miembro utilizaba los binoculares y el otro registraba las observaciones en el papel”, relata la magíster.

Al final recopilaron un listado de 134 especies, localizadas en 4 veredas y 1 corregimiento (El Vergel, Villa Silvia, La Arabia, El Narciso y La Mina). “Evaluamos un antes y un después de los conocimientos. Por ejemplo, los estudiantes no volvieron a traer a colación aves comunes como la guacamaya, el colibrí o el loro, sino que mencionaban otras como el rey gallinazo, el barranquero, el águila, el sinfín y la oropéndola, propias de la región”.

Al final de la estrategia quedaron consignados nuevos conceptos a tratar desde las ciencias, como por ejemplo especie invasora, reptil, ecosistema, y geografía.

“El avistamiento sirvió como facilitador de los conceptos que exige la malla curricular, pero también fortaleció la convivencia y a los estudiantes se les abrieron proyectos a futuro. Muchos dijeron que les gustaría estudiar y convertirse en guías, y además pidieron que la experiencia se replique en grados inferiores.

El grupo con el que trabajó la magíster se autodenominó “Cucaracheros del Cerro Tusa”, en alusión al cucarachero paisa, un ave endémica de Antioquia. Al final la investigación dejó una cartilla que cualquier docente puede utilizar como inspiración.

“La estrategia es replicable en otras instituciones rurales. Lo importante es identificar cuáles son los intereses particulares de la comunidad con la que se trabajará, puede ser la agricultura, el agua, u otro tipo de animales. A partir de ahí se puede ajustar”, concluye la magíster.