Passiflora franciscoi, nueva familiar del maracuyá y la
granadilla.
Esta especie hallada en la Orinoquia colombiana crece como
enredadera entre los 0 y 500 metros sobre el nivel del mar, muy cerca de flujos
de agua, además el dulce sabor de sus frutos forma parte de la dieta de
cachamas y yamús.
Su nombre es un homenaje hecho por los investigadores de la
Universidad Nacional de Colombia (U.N.) Sede Palmira, al botánico y biólogo
Francisco Antonio Castro Lima, quien la encontró en 2001 durante un recorrido
por caños del municipio de Paz de Ariporo (Casanare).
Las ramas florecidas de una planta que permanecían
suspendidas sobre la superficie llamaron su atención. “Era una liana leñosa con
zarcillos y flores extremadamente blancas cuya corona de filamentos anaranjados
me dejaron fascinado”, recuerda el ingeniero agrónomo Castro, quien sin
pensarlo dos veces tomó ramas y flores de la planta, las prensó en papel periódico
y las llevó hasta el Herbario de la Universidad de los Llanos.
Casi 15 años después de reposar en ese lugar, mientras hacían
una revisión del estado actual de las passifloras (o flor de la pasión) del
subgénero Astrophea (agrupa las especies arborescentes y leñosas) en los
principales herbarios del país, expertos de los grupos de investigación en
Recursos Fitogenéticos Neotropicales (Girfin) y en Orquídeas, Ecología y Sistemática
Vegetal de la Sede Palmira, se toparon con las muestras de Francisco, y tras un
análisis taxonómico concluyeron que era una especie nueva.
Passiflora franciscoi se da en tierras bajas, es decir,
entre los 0 y 500 metros sobre el nivel del mar, una característica que la
diferencia de sus demás familiares, que normalmente crecen por encima de los
1.500 m s.n.m.
Otro elemento que llamó la atención de los investigadores
Adriana Carolina Aguirre Morales y Miguel Macgayver Bonilla Morales, es que la
nueva Passiflora habita cerca de flujos de agua, cuando normalmente las
especies del subgénero Astrophea se hallan en ambientes secos.
Además, destaca la profesora Creuci Maria Caetano, científica
del Girfin, “la planta mide hasta ocho metros de altura. Cuando es joven su
color es verde, pero en estado de madurez es marrón y tiene zarcillos con los
que se prende a los árboles para buscar la luz del sol”.
El fruto, de dulce sabor, parecido a la cholupa o Passiflora
maliformis (autóctona del departamento del Huila) es preferido por peces como
la cachama y el yamú, que se alimentan cuando este cae y flota en el agua o lo
atrapan en el aire, una vez se dan cuenta que se ha desprendido de la rama.
Potencial de estudio
Para la descripción taxonómica de Passiflora franciscoi, los
investigadores de la U.N. Sede Palmira tuvieron como referente a P. candida y
P. sclerophylla, especies no reportadas en Colombia, pero morfológicamente
similares a la registrada.
Así, emprendieron la tarea de revisar los registros de 17
herbarios nacionales y otras 17 colecciones virtuales internacionales. En su búsqueda
tuvieron en cuenta aspectos como colector, fecha de colección, estado de
conservación y demás características morfológicas vegetativas y florales, así
como componentes ecosistémicos y geográficos (latitud, elevación, suelo, clima,
entre otros).
De esta manera, encontraron que, aunque las tres especies
comparadas conservaban cierto parecido en la forma de sus hojas obovadas (elípitica,
como una lágrima), las de Passiflora franciscoi son más delgadas y carnosas. “Poseen
ápice (punta de la hoja), emarginado, es decir, sin forma definida”, amplían
los investigadores Aguirre y Bonilla. Asimismo, el pedúnculo (el pie que
sostiene la flor) es más largo que en las otras especies.
“Generalmente P. candida y P. sclerophylla presentan seis,
siete o más series de filamentos que conforman la flor, pero la nueva especie
tiene apenas dos; y su corona, además, es doblarinforme, es decir, se dobla”.
Según los investigadores, existen pocas referencias de
Passiflora franciscoi, por ello se abre una interesante oportunidad para el
conocimiento de su estado ecológico, pues al igual que sus familiares como el
maracuyá, la granadilla, la gulupa o la curuba podría resultar promisoria a
nivel nutritivo, productivo y ornamental. De igual manera, quizá tenga la
viabilidad de proveer compuestos como passiflorinas, que especies familiares
ofrecen a la industria, para elaborar antidepresivos y tranquilizantes.