La fragmentación del paisaje afecta de múltiples maneras la supervivencia de los animales silvestres y puede influir en su respuesta inmunológica.
Así lo advierte la bióloga Ana Cristina Fernández, magíster
en Bosques y Conservación Ambiental, quien en su tesis del Doctorado en
Ecología de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Medellín, busca
determinar cómo influye el creciente cambio o fragmentación del paisaje rural
en la dinámica de las patologías que circulan naturalmente en poblaciones de
fauna que habitan una zona determinada.
El estudio “Efecto de la configuración del paisaje en la
ecología de la enfermedad en fauna silvestre”, se desarrolla en el contexto
“Una salud” (one health), enfoque interdisciplinario para minimizar los
daños y maximizar los beneficios de la gestión conjunta de las personas, los
animales y la salud ambiental.
En el caso de los loros, se busca establecer el nivel de
respuesta inmunológica y determinar el estado de estrés crónico por afectación
o cambios del paisaje.
“Algunas situaciones aumentan los niveles de estrés de un
animal, como por ejemplo la escasez de agua; pero si ese estrés se mantiene por
semanas, meses o años, se acumula, se vuelve crónico y debilita el sistema
inmune, lo que los hace más susceptibles a contraer enfermedades que se
comparten entre humanos y animales”, señaló la investigadora.
Este factor empeora la respuesta inmune, aumenta la
probabilidad de infectarse, contribuye a la disminución de esas poblaciones y
podría afectar su supervivencia en puntos específicos, debido no solo a factores
propios de su hábitat, sino también a la presencia de enfermedades zoonóticas.
Desde este enfoque se adelantan labores para el cuidado del
medioambiente, como garantizar la salud de la fauna silvestre y controlar la
potencial transmisión de enfermedades zoonóticas (entre animales y humanos), la
gestión de hábitats, el correcto aprovechamiento de recursos naturales en
ganadería, o la reintroducción y repoblación de especies, entre otras.
Contagios en cautiverio
Entre las diferentes enfermedades que presentan los loros
estudiados, una de las más frecuentes es la clamidiosis, conocida como
ornitosis o psitacosis, causada por la bacteria Chlamydia psittaci.
En loros es común que durante el cautiverio se contagien y
presenten problemas respiratorios, afectaciones en el sistema digestivo o
síntomas oculares.
Pese a que en los Centros de Atención y Valoración de Fauna
Silvestre (CAV) se controlan los síntomas, no es posible eliminar la bacteria
del cuerpo de las aves, que seguirán siendo portadoras toda su vida y
presentarán síntomas si su sistema inmune se debilita.
Las autoridades ambientales locales (Corantioquia, Área
Metropolitana del Valle de Aburrá y Universidad CES), encargadas de la
operación de la red de tratamiento de la fauna silvestre recuperada en el
territorio, se vincularon a la investigación mediante el convenio
040-COV1906-66.
En el CAV de Barbosa (Antioquia) se identificó un grupo de
loros cuya historia clínica sugería infección con C. psittaci. Se
les hicieron pruebas de Elisa y PCR para confirmar el diagnóstico y establecer
la secuencia genética de la cepa de la bacteria, con el fin de identificar la
procedencia de estos patógenos.
Paralelamente se inició el proceso de rehabilitación, un
acondicionamiento para facilitarles su reincorporación al hábitat natural. Para
eso se ubican en jaulas especiales en las que puedan fortalecer su capacidad de
vuelo, y su dieta se redirecciona a frutos y semillas de especies nativas para
que sean capaces de buscar su alimento; también son adiestrados en reconocimiento
de otros loros como sus congéneres.
“Fue un proceso de casi un año, en el cual estuvimos casi todos los días haciéndoles ejercicio, revisando sus dietas, procurando fortalecer comportamientos necesarios para la supervivencia en la vida silvestre y el abandono de sus hábitos domésticos”, indica la investigadora Fernández.
En diciembre de 2019 liberaron los loros en las haciendas
Las Camelias y Egipto en el municipio de Caucasia, Bajo Cauca antioqueño, en
zona de bosque húmedo tropical con temperatura promedio de 30 °C a una
altitud de 40-90 msnm.
Para hacerles seguimiento, antes de liberar a los loros se
les puso un radio-collar o collar de telemetría, que permite ubicarlos dentro
del paisaje, saber cómo se desplazan e interactúan con poblaciones de loros
de la zona.
También se tomaron muestras de sangre para hacer pruebas de
Elisa a loros silvestres que habitaban allí, para verificar que en ese hábitat
también había presencia de la bacteria C. psittaci.
También se complementaron las pruebas Elisa de loros en
“rehabilitación” con pruebas de PCR, y entre finales de 2019 y comienzos de
este año se tomaron muestras a loros silvestres y se enviaron a laboratorio
para hacerles dicha prueba.
En abril y marzo de este año se iba a hacer conteo de loros
que habitaban en la zona de estudio, pero llegó la cuarentena por COVID-19 y se
tuvieron que suspender las actividades y las salidas a campo.
El profesor Joan Gastón Zamora, doctor en Ciencias con
énfasis en Ecología Evolutiva y director de la tesis, explica que se busca
entender si existen diferentes tipos de cepas de la bacteria en el ambiente
donde liberaron los loros y se compararían las de los liberados y los
silvestres.
“La idea era identificar si había variación, y una forma de
identificar si hay contacto, infectación o recombinación –es decir, diferentes
cepas provenientes de diversos lugares– es a través de los análisis genéticos
con las pruebas de PCR”, especifica el docente.
La expectativa es retomar la investigación a inicios de
2021, cuando se reinicien las actividades académicas, para conocer qué pasó
durante este tiempo con los loros estudiados, hacer el conteo de los silvestres
y culminar el estudio.
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