El aumento de la deforestación causada por diversas actividades humanas, como la extensión de la frontera agropecuaria, los monocultivos lícitos e ilícitos y los fuegos e incendios, son las principales amenazas para la diversidad vegetal de esta región de Colombia.
La Orinoquia colombiana, que abarca los departamentos de
Arauca, Casanare, Meta y Vichada, es un área que alberga gran diversidad de
fauna y flora en ecosistemas como pastizales, matorrales y bosques.
El profesor Vladimir Minorta, doctor en Biología y
especialista en vegetación y ecosistemas de la Orinoquia de la Universidad
Nacional de Colombia (UNAL), explica que esta región equivale al 30 % del
territorio nacional, y que una de sus características es que tiene una época de
lluvias entre abril a octubre, cuando se concentra el 80 % de la
precipitación, que es clave en el desarrollo de la vegetación.
“La zona no son solo los grandes Llanos Orientales, en
realidad está dividida en una Orinoquia mal drenada –al oeste del río Meta,
donde existe un complejo de sabanas o la gran llanura aluvial–, y al este del
río la Orinoquia bien drenada, la altillanura o más las elongaciones de la
cordillera Oriental, en lo que se conoce como piedemonte”, explica el profesor
Minorta.
Agrega que cada una de estas unidades se diferencia en sus
ecosistemas y que en toda la región se han identificado alrededor de 4.346
especies de plantas con flores, unos 95 tipos de vegetación y una base de 22
ecosistemas, lo que quiere decir que la zona es más rica de lo que se había
pensado.
Transformaciones drásticas
La transformación de la Orinoquia puede estar ligada a la
dinámica natural del ecosistema, por culpa de los fuegos, pero el investigador
Minorta recalca que la agricultura, los asentamientos urbanos, la ganadería
establecida y los monocultivos –ilícitos y lícitos– han diezmado la densidad de
la vegetación, por lo que la causa es más un “crisol” que incide en varios
elementos afectando la composición de los paisajes.
“Los pastizales han sufrido serias transformaciones por la
ganadería extensiva, la pérdida de la cobertura vegetal por la tala, los
monocultivos como la palma de aceite, el desplazamiento forzado, es decir que
han sido muchas presiones a lo largo del tiempo”, recalca.
“Aunque las formaciones vegetales se han desplazado aún
conservan parte de la estructura ecológica principal, lo que demuestra la falsa
premisa de que la Orinoquia es homogénea solo porque predominan los pastizales;
incluso al interior de estos la composición y las formaciones vegetales varían,
es decir en la manera como se asocian para formar comunidades, y eso es solo en
los pastizales que se presumían homogéneos, y de ahí en adelante los bosques
son aún más amplios”, detalla el profesor Minorta.
Repercusiones de la transformación
Los cambios han implicado desde tener que drenar en algún
momento zonas condicionadas a estar con agua, hasta inundar zonas que no están
condicionadas para tenerla.
Al respecto, el profesor subraya que eso repercutirá en el
tipo de vegetación que se establezca allí, y que es peor cuando se hace con
especies que no son colombianas, que no son de esas regiones o que no dominan
en la región.
“Es fundamental que hablemos de una caracterización de las
amenazas del territorio, de que la transformación tendrá repercusiones en la
forma como las formaciones vegetales traten de adaptarse y la pérdida de la
arquitectura de la vegetación, y eso se verá en la vida de la fauna y las
actividades humanas”.
En el programa #ElResonarDeLaTierra, el investigador habló
de la necesidad de usar especies que ya están en el territorio para hacer
desarrollo local y no con la expansión de especies foráneas como el caso de
algunas palmeras. En ese sentido, dijo que el uso de açai, palma real o moriche
podrían ser mejores alternativas que monocultivos que acaban la diversidad
vegetal a largo plazo.
“Necesitamos conservar la mayoría no solo las formaciones
vegetales, sino también la calidad y las condiciones de hábitat para que se
sigan manteniendo; la permanencia de los recursos permite que otras especies de
flora y fauna estén allí”, señala el docente.
Para la conservación, el especialista recomienda que se
trabaje con el contexto territorial, socioeconómico y cultural para que los
académicos establezcan los puentes entre las entidades públicas y privadas para
garantizar la permanencia de la oferta ambiental, sus recursos ecosistémicos y
el desarrollo ambiental integral.