jueves, 10 de julio de 2025

La seducción de la mosquita plaga del tomate salvaría los cultivos

 Una trampa basada en el deseo. Investigadores de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Palmira descubrieron que la negrita o caracha (Prodiplosis longifila Gagné), una plaga temida en los cultivos de tomate, no se guía por la vista sino por el olfato: los machos localizan a las hembras gracias a una feromona sexual. Este hallazgo permitiría diseñar trampas sintéticas para atraer y atrapar a los insectos sin usar plaguicidas, lo que abre la puerta a nuevas estrategias de control biológico más efectivas y sostenibles.

Esta mosquita de cuerpo alargado, ágil y de coloraciones discretas, causa graves pérdidas económicas en Colombia, ya que en estado larval se alimenta de los brotes foliares, las flores y los frutos del tomate, y si no se detecta a tiempo puede reducir la producción hasta en un 60 %.

Tradicionalmente los agricultores han intentado controlarla mediante aspersiones indiscriminadas de insecticidas que muchas veces resultan ineficaces y además afectan la salud humana, contaminan los suelos y eliminan insectos benéficos.

Frente a esta problemática, el Grupo de Investigación en Interacciones Tritróficas de la UNAL Sede Palmira –liderado por la profesora María del Rosario Manzano– diseñó un experimento en cultivos de tomate en Riofrío (Valle del Cauca), así: en distintas franjas horarias confinaron hembras de la plaga en frascos recubiertos con vaselina que funcionaron como trampas, de modo que los machos que acudían a cortejarlas quedaban atrapados. El mismo comportamiento se observó en laboratorio.

El equipo –conformado por el magíster Nelson Erazo y estudiantes del semillero– evaluó el comportamiento reproductivo de 233 hembras y estableció que el pico de actividad sexual ocurre entre 7:30 y 8:00 p. m. La protagonista del hallazgo es una feromona que guía a los machos en completa oscuridad, lo que demuestra que el estímulo químico, y no el visual, es el mecanismo principal de atracción.

En colaboración con científicos de la Escuela de Química de la Universidad Industrial de Santander (UIS) se está caracterizando químicamente esta feromona con el fin de replicarla de manera sintética y desarrollar nuevas estrategias de monitoreo y control de la plaga sin necesidad de plaguicidas.

Insectos que cuidan el campo

Además de su trabajo con la mosquita del tomate, el grupo ha desarrollado investigaciones con insectos benéficos que permiten controlar plagas de manera natural. En cultivos de ají y fríjol de municipios como Toro, Rozo, Yotoco y Regaderos (Valle del Cauca) han demostrado que las mariquitas se alimentan de pulgones y que las avispas parasitoides controlan la mosca blanca.

Estas especies encuentran refugio y alimento en plantas silvestres que crecen alrededor de los cultivos, como el maíz, la marihuana macho o la higuerilla, de la que se extrae el aceite de ricino. 

Allí, por ejemplo, las avispas parasitoides consumen los azúcares de la higuerilla, lo que mejora su longevidad y eficacia como controladoras de plagas.

Otro estudio en curso analiza el comportamiento de la avispa microscópica Trichogramma exiguum, que parasita los huevos de Diatraea, una plaga que afecta los cultivos de caña de azúcar perforando sus tallos. Esta investigación, liderada por la estudiante Danny Maritza Rodríguez con apoyo del Centro de Investigación de la Caña de Azúcar (Cenicaña), busca entender cómo influye esta avispa en la dinámica poblacional de la plaga.

 

Reconocimiento a una vida dedicada a los insectos benéficos

Por su trabajo en defensa del control biológico y la conservación de los insectos benéficos, este año la profesora Manzano recibió el Premio Héctor Delgado Zambrano 2025 “A la vida y obra de un investigador en entomología”, otorgado por la Sociedad Colombiana de Entomología (Socolen).

“El control biológico no es solo liberar insectos que se compran; también es proteger a los que ya están, crear condiciones para que prosperen y limitar el uso de plaguicidas”, afirma la profesora, quien ha dedicado más de dos décadas a investigar cómo los insectos pueden ser aliados para una agricultura sostenible.