El cultivo del cacao es la gran apuesta de muchos campesinos, entre ellos mujeres, que en el pasado sufrieron con la incursión de los diferentes actores violentos en el Cesar.
Varias fincas de esta región, lideradas por mujeres,
formaron parte del recorrido que realizaron por el departamento las
investigadoras Claudia Mosquera Rosero Labbé y Lucía Eufemia Meneses Lucumí,
quienes lideran el Laboratorio de Paz Territorial, que impulsa en esta región
la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede de La Paz.
El cultivo de cacao en este departamento ha crecido en los
últimos años de manera considerable, en gran parte por la diversificación que
han implementado los campesinos y por los planes de mejora y expansión que se
han puesto en marcha.
Las cifras de la Federación Nacional de Cacaoteros son
dicientes: mientras en 2019 había 7.260 hectáreas sembradas, hoy son alrededor
de 8.200, y se estima que esta producción seguirá creciendo en el marco del
Plan Nacional de Renovación de Cacao, cuyo propósito es renovar las tierras de
cultivos improductivas.
En Cesar los municipios con mayor producción de cacao son
Valledupar, Pueblo Bello, La Jagua de Ibirico, Agustín Codazzi, La Paz,
Manaure, Becerril y San Alberto.
En el municipio de Agustín Codazzi, Deybis Coneo es la
representante legal de la Asociación de Cacaoteros del Perijá (Asocope), una de
cuyas metas es combatir el mito de que la mujer del campo solo se dedica a los
quehaceres del hogar, ya que “hemos trabajado mucho por la equidad de género y
nos hemos convertido en mujeres empresarias y dueñas de sus cultivos”.
Además de ser la presidenta de la Asociación, Deybis es la
secretaria del Comité Intermunicipal de Cacaoteros, donde tiene interacción
permanente con la Federación Nacional de Cacaoteros, recibiendo apoyo para los
productores locales.
Otra cacaotera entrevistada en el corregimiento Azúcar
Buena, en el municipio de Valledupar, es Dora Fuentes Lúquez, quien ha
enfrentado la violencia, la discriminación y muchas otras dificultades, que no
la han desalentado sino que, por el contrario, sigue firme al frente de su
finca, su cultivo de cacao, y desde 2016 como representante legal de la
Asociación de Productores de la Mesa (Apramesa).
“Nos gustaría iniciar con la transformación del cacao, pero
se necesita acompañamiento, infraestructura y algunas maquinarias que aún no
tenemos. Aunque tenemos tostadora, descarrilladora, molinos, moldes, bolas y
marca, nos hacen falta otras. Necesitamos un impulso para la comercialización
de la chocolatina artesanal”, señaló Dora.
En la vereda Iracal, en el corregimiento Minas de Iracal,
municipio de Pueblo Bello, tiene su cacaotal Rocío Pulido Rodríguez, dueña de
la unidad productiva El Olimpo. Aunque es auxiliar de enfermería y técnica en
salud pública, hoy es una de las cacaoteras más exitosas del Cesar.
Rocío explica que, debido a la situación laboral y económica
que sufrió trabajando en el sector salud, decidió volcar toda su energía en la
agricultura, una actividad que le ha dado muchas satisfacciones personales y
financieras.
Ella fue gestora de la firma de un convenio con Tayronaca,
una asociación que agrupa a productores de café y cacao de la Sierra Nevada de
Santa Marta, y promueve el intercambio comercial tanto nacional como
internacional.
En la finca El Tucán, ubicada a unos 960 msnm en la
vereda Casa Grande, del municipio de Manaure, está asentada Johenny Dangond,
quien pasó de ser psicóloga en una EPS a emprendedora de chocolates. “Todo
comenzó hace unos seis años, cuando compramos la finca con mi esposo para
tenerla como lugar de vacaciones y temporadas especiales, con nuestros dos
hijos”, comenta Johenny.
Cuando perdió su empleo en la EPS, se dedicó por completo a
la transformación del cacao, aprendió a hacer bombones y chocolates que combina
con las frutas cítricas que produce esa tierra, con los frutos rojos, con la
panela o la caña de azúcar. También incluye almendras, uchuvas, arándanos y
chocolate blanco. El nombre del emprendimiento es Cacao Birds.
Uno de sus logros más importantes es la certificación de
“Prácticas agrícolas” que les otorgó el Instituto Colombiano Agropecuario y que
los califica como producto 100 % natural, porque no usan ningún químico en
las plantas de cacao.
Los planes a futuro de estas cultivadores de cacao son
seguir cultivando, aumentar el número de hectáreas de cacao en sus parcelas,
pensar más adelante en la transformación del producto para obtener más
ingresos, y por supuesto que sus productos se puedan exportar a muchos países.