La semilla del aguacate sirve para mucho más que ponerla en el fondo del guacamole para que no se negree. Aunque suele verse como un residuo, la pepa contiene proteínas, grasas, fibra y carbohidratos benéficos para la salud, entre otros atributos. En la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Manizales se encontró que también sirve como material para elaborar un empaque plástico para alimentos, gracias a su alto contenido de almidón.
El ingeniero físico Duván Camilo Fuquen Espinel, estudiante
de la Maestría en Ciencias - Física, de la Facultad de Ciencias Exactas y
Naturales de la UNAL Sede Manizales, elaboró una biopelícula similar al
plástico, pero menos contaminante, que evitaría el deterioro de los alimentos.
Para obtener este material natural se mezclan tres sustancias:
el polvo o almidón de la pepa del aguacate Hass, las nanopartículas
provenientes de ese mismo compuesto, y el xiloglucano, una molécula presente en
la semilla del tamarindo, que hace las veces de látex.
“El 20 % de cada semilla del aguacate Hass contiene el
material aprovechable para el proceso, lo que es más que suficiente para crear
las biopelículas”, menciona el investigador.
Como si se tratara de una receta de cocina, la pepa del
aguacate se pela por completo y luego se sumerge en agua por un día para que
suelte más fácilmente la cáscara que la protege. Cuando se ablanda es más fácil
molerla con un molino de bolas, o para mayor practicidad en una molienda húmeda
(licuadora). Después se seca y se obtiene el polvo.
Como el polvo queda con residuos y grasa natural del
aguacate, debe pasar por un proceso de limpieza. “Para ello se utilizó
bisulfito de sodio disuelto en agua –en un proceso similar al empleado para
purificar el agua de las piscinas–, que se decanta (caer al fondo) y luego se
seca para obtener un polvo similar a la maicena”.
“Cuando el almidón está en contacto con el agua forma grumos
y se decanta, deja de estar disuelto, así que la limpieza siempre se debe hacer
en movimiento con agitación constante y luego ponerse en una máquina de ultrasonido,
la cual emite ondas para que los gránulos vibren y no se aglomeren”, explica el
magíster.
Para el segundo material, el de las nanopartículas del
almidón, el polvo seco pasó por un proceso químico llamado hidrolisis ácida, en
este caso con ácido sulfúrico mezclado en agua, para que rompa los gránulos en
fragmentos más pequeños y lograr el tamaño deseado, que es de 100 nanómetros,
es decir unas 1.000 veces menos grueso que un cabello humano.
Posteriormente las nanopartículas se extrajeron en un
proceso de centrifugado (como el de las lavadoras), en una máquina giratoria
que separa el líquido del sólido, y luego la parte sólida se secó para obtener
el almidón puro.
Para el tercer material, que haría las veces de plástico
(elaborado generalmente con látex, o propileno industrial), se utilizó
xiloglucano.
Siguiendo el mismo proceso de la semilla de aguacate, se
limpió y desintegró hasta volverla polvo. La diferencia es que, en este caso,
por una mezcla de alcohol etílico para que convierta el material en una textura
gelatinosa y trasparenté que se debe secar en un horno durante un día.
“Lo llevamos a pequeños moldes de vidrio y se expuso a horno
durante 15 horas para que tomara una tonalidad amarilla sin olor, adquiriendo
así resistencia y flexibilidad”, anota el investigador.
Mediante distintos análisis técnicos especializados se
determinó que el material cumple con las propiedades de flexibilidad, es
moldeable y resistente a la temperatura e impermeabilización moderada con el
impacto del agua y el vapor, por lo que cumple con los criterios básicos de
firmeza de un material para cubrir elementos.
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