Para el 100 % de los productores y el 92 % de los consumidores encuestados, el principal valor de estos mercados es que ofrecen productos sanos y de buena calidad, además de la comercialización directa y las relaciones de amistad y familiaridad que se dan en estos espacios. Sin embargo, el 65 % de ellos consideran que la inversión gubernamental en políticas agroecológicas es insuficiente, y pese a los notables avances políticos, la falta de recursos sigue siendo el desafío central.
Históricamente la problemática alimentaria en varios países
de América Latina ha estado marcada por la prevalencia de prácticas agrícolas
convencionales, la dependencia de monocultivos y la presión de sistemas
alimentarios industrializados. Con la introducción masiva de agroquímicos y la
falta de sostenibilidad en los cultivos, los impactos negativos en la salud
humana y en el ambiente se han acrecentado y contribuido a la marginalización
de las comunidades campesinas.
Frente a estos retos, los mercados agroecológicos campesinos
emergen como una alternativa que además de buscar la comercialización de
productos alimentarios sanos, integra las relaciones afectivas basadas en la
confianza y la reciprocidad entre productores y consumidores, realidad que ha
logrado consolidarse en un corto periodo de tiempo; su valor educativo, social
y político se destaca frente a los mercados convencionales.
Para dimensionar su impacto, el Grupo de Investigación sobre
Masificación de la Agroecología del Colegio de la Frontera Sur (Ecosur)
adelantó un estudio sobre la expansión de la agroecología en América Latina, a
través de estudios previos, tesis de doctorado y pasantías internacionales, en
estrecha colaboración con el Grupo de Investigación en Agroecología de la
Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Palmira.
Como antesala, en 2019 la investigadora Érika Natalia Franco
Hernández lideró un trabajo de campo en el marco de su tesis de doctorado en
Ecosur, en el cual entrevistó a 89 productores y 39 consumidores de la
Federación Campesina de Mercados Agroecológicos (FCMA) en Bucaramanga, Lebrija,
Matanza y Charta, en Santander, así como de la Red de Mercados Agroecológicos
Campesinos (Redmac) en el Valle del Cauca.
Como parte de los resultados, se identificaron 12 mercados
agroecológicos activos, 11 de la Redmac y 1 de la FCMA, con presencia física en
los 13 municipios seleccionados, 4 en Santander y 9 en Valle del Cauca, los
cuales representan a más de 60 organizaciones campesinas y a comunidades
indígenas y de afrodescendientes.
“Los mercados agroecológicos se construyen como procesos
sociales multidimensionales a partir de relaciones basadas en la confianza que
buscan educar sobre la agroecología y sus beneficios”, señala la investigadora
Franco.
Un crecimiento sostenido y de la mano de las mujeres
Otro de los investigadores, el profesor Mateo Mier y
Terán-Giménez Cacho, director de la tesis, destacó que “pese a que la Redmac se
creó en 2009 con no más de 3 mercados, a la fecha su crecimiento ha sido
notable en la región, con 23 productores asociados presentes en Andalucía,
Buga, Cali, Dagua, Guacarí, Palmira, Restrepo, Sevilla y Tuluá. Lo mismo sucede
con la FCMA, constituida en 2017, que ya suma 400 mujeres con sus familias,
calculadas en más de 1.500 personas”.
Precisamente un dato alentador que arrojó el estudio fue la
participación en más de 65 % de la población femenina en la composición de
los mercados agroecológicos, desafiando las tendencias históricas de
desigualdad de género en la agricultura.
El 69 % de los entrevistados coincidió en la importancia
de definir un precio justo de los alimentos, a partir de acuerdos entre las
partes (productores y consumidores), con base en el mercado convencional.
En materia de infraestructura, el 78 % destacó que es
urgente invertir en espacios apropiados para el desarrollo de estos mercados,
de lo contrario la viabilidad económica de los campesinos locales puede verse
afectada frente a las grandes superficies.
“Entre 85 y 100 % de los participantes en el estudio
refirieron funciones de los mercados en torno a la educación y a la enseñanza
horizontal de la agroecología y sus beneficios”, señaló la profesora Franco.
La metodología para la investigación abordó herramientas
cualitativas de observación participante durante las actividades de mercado en
los dos departamentos colombianos y entrevistas semiestructuradas. Para el
análisis se basaron en la triangulación de los resultados con el marco teórico
de la construcción social de los mercados y la agroecología.
Como conclusión, el investigador Mier y Terán reflexionó
sobre la necesidad de visibilizar y valorar el trabajo de las familias rurales,
“humanizando los mercados agroecológicos”, al mencionar la importancia de las
políticas públicas para garantizar su expansión en la región. Agregó que “en
estos espacios no solo se intercambia dinero por producto, también se comparten
conocimientos, saberes, relaciones humanas y pasión por las semillas, las
plantas y los sabores”.
En la misma vía, la profesora Ángela Londoño Motta, del
Grupo de Investigación en Agroecología de la UNAL Sede Palmira, llamó la
atención sobre “la acción política” que significa comer, alimentarse y mercar,
al explicar que “en los mercados agroecológicos se dinamizan las economías
locales y los ciudadanos tienen la oportunidad de favorecer directamente al
campesinado, a diferencia de comprar y entregar el dinero a una gran superficie
o conglomerado”.
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