viernes, 1 de diciembre de 2023

Justicia y soberanía, claves para la seguridad alimentaria

 La seguridad alimentaria es un reto que se enfrenta en todo el mundo por el crecimiento acelerado de la población. En el Congreso Internacional sobre Soberanía y Seguridad Alimentaria y Nutricional, realizado en la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), se expuso la necesidad de lograr un sistema de producción y abastecimiento sostenible que ofrezca alimentos saludables para todos.

Según la escala de experiencia de inseguridad alimentaria (FIES 2022), durante los últimos 12 meses 28 de cada 100 hogares tuvieron que disminuir al menos una vez la cantidad y calidad de los alimentos consumidos  por falta de dinero y otros recursos, lo que se tradujo en una inseguridad alimentaria entre moderada y grave del 28,1 %. Un panorama preocupante.

Según expertos, la “justicia alimentaria” va más allá de garantizar la disponibilidad de alimentos básicos que tiene una población; implica reconocer y abordar las desigualdades en el acceso a recursos y decisiones relacionadas con la alimentación. Estas desigualdades se traducen en la falta de acceso a tierras para la producción de alimentos y en las limitaciones que se han impuesto a las comunidades para tomar decisiones sobre su propio entorno.

Por su parte, la “soberanía alimentaria” radica en el derecho que tienen las comunidades a definir sus propias políticas alimentarias y agrícolas. En este contexto, significa que las comunidades locales deben tener el poder de decidir sobre las prácticas agrícolas sostenibles, la preservación de sus conocimientos tradicionales y la protección de sus territorios.

Durante la apertura del Congreso, la profesora Sara Eloísa del Castillo, coordinadora del Observatorio de Seguridad Alimentaria y Nutricional (OBSSAN) de la UNAL, señaló que se debe hablar más de la autonomía alimentaria desde la ciudad, junto con los grandes desafíos que esta trae.

“No puede ser que los grandes desafíos alimentarios –soportados únicamente en las reflexiones de una soberanía de autonomía– giren solo en torno a los territorios rurales, pues esta también es una tarea de la población urbana, quienes hoy ocupamos más del 80 % en el planeta”, puntualizó la profesora.

La profesora Ayarí Pasquier, del posgrado en Ciencias de la Sostenibilidad de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), expuso el caso de Ciudad de México, señalando que “pese a que es reconocida por ser una de las metrópolis más grandes del mundo, con cerca de 22 millones de habitantes, enfrenta desafíos significativos en términos de suelo de conservación, en especial por los contrastes y desigualdades en la distribución equitativa de beneficios y cargas en términos alimentarios”.

Una de las paradojas que se presentan en varios países de América Latina es que, aunque la producción es abundante, la distribución es desigual y hay barreras de acceso, pero lo más grave es que se pierde una parte significativa antes de llegar a los consumidores.

Para la ponente, “abordar este problema requiere enfoques más allá de simplemente informar a los consumidores sobre la reducción del desperdicio; es importante hacer intervenciones en la producción, la distribución y el consumo para minimizar estas pérdidas y mejorar la eficiencia del sistema alimentario”.

“Es importante abordar temas fundamentales como el acceso económico a alimentos saludables, la disponibilidad de opciones nutritivas en todas las áreas y la equidad en la toma de decisiones relacionadas con la alimentación”.

Según expertos en nutrición y seguridad alimentaria que asistieron al evento, la participación comunitaria es un factor clave para afrontar estos y otros grandes desafíos que se presentan en la toma de decisiones relacionadas con la alimentación.

Sobre ello, se mencionó que la justicia alimentaria implica garantizar que las comunidades locales tengan voz y voto en las decisiones que afectan su acceso a alimentos saludables y sostenibles, y además se puntualizó que esto incluye repensar la distribución de tierras, fomentar prácticas agrícolas sostenibles y promover la diversidad de alimentos locales.






 




 




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