En suelos de la vereda Las Pilas –zona de montaña de Jamundí, al sur del Valle del Cauca– está creciendo fríjol más sano y fuerte gracias a la mezcla de tales microorganismos con productos como avena, melaza o suero de leche, ingredientes de un insumo biológico líquido promisorio, conocido como bioagro, alternativa al uso de agroquímicos.
Esta región, disputada durante varios años por grupos
ilegales al margen de la ley por el control de los cultivos de coca, se niega a
ser protagonista de historias de violencia y desplazamiento forzado; por el
contrario, quiere florecer a partir de un agro ambientalmente sostenible, y en
ese propósito trabajan la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Palmira
y los productores de la Asociación de Agriculturas Limpias e Incluyentes
(Asoali).
“Cuando la agricultura pierde la diversidad de los
organismos que viven en el suelo también pierde una función”, explica el
profesor Joel Tupac Otero Ospina, líder del grupo de investigación Orquídeas,
Ecología y Sistemática Vegetal de la UNAL Sede Palmira, quien destaca que el
desafío de este trabajo es recuperar organismos benéficos de ecosistemas
naturales de montaña (por ejemplo hongos, bacterias, micorrizas y levaduras,
entre otros) y llevarlos a espacios de producción agrícola.
Dichos elementos se hallan en la materia orgánica de suelos
con escasa intervención, es decir que han recibido pocos tratamientos químicos,
no han sido incinerados constantemente o no han sido sometidos a la ganadería y
agricultura extensiva (monocultivos). Por estar mejor conservados también
preservan microfauna, bacterias y hongos que, entre otras cosas, ayudan a
mantener sus cualidades físicas y químicas, y lo hacen más fértil y productivo.
Sin embargo, desconocerlos y perder la conexión con estos
ecosistemas puede conllevar graves consecuencias para la salud del suelo y la
biodiversidad.
¿Bolsa de té para microorganismos?
Con el acompañamiento de las comunidades de Las Pilas, los
estudiantes Álvaro Nieto, de Ingeniería Agronómica, y Wilmer Leiva, de la
Maestría en Gestión Ambiental y Desarrollo Sostenible de la Universidad
Autónoma de Occidente –integrantes del Semillero de Investigación en Orquídeas,
Ecología y Sistemática Vegetal de la UNAL–, capturaron los microorganismos con
500 trampas de arroz en zonas en donde hoy crecen fríjol, plátano y mora, entre
otros cultivos tradicionales. Dichas trampas son sencillos objetos que
se suelen elaborar con vasos o botellas plásticas en las que se pone, entre
otras cosas, una mezcla de arroz precocido.
Con los microorganismos obtenidos el paso siguiente fue
elaborar el bioagro, para el cual estos se mezclaron con otros elementos
beneficiosos como avena, melaza y harina de roca, y se pusieron en reposo
durante 60 días en un recipiente hermético.
Después, para activar el producto en un medio líquido,
utilizaron una “bolsa de té”, manera coloquial de denominar a una bolsa de tela
de algodón o costal de fibra a la que se agregaron 12 kg de
microorganismos de montaña en estado sólido. Esta se introdujo en una tina
junto con suero de leche, más melaza y agua, y de nuevo cierre hermético por
otros 60 días. Posteriormente agregaron sales y de nuevo en reposo por un mes
más.
“El bioinsumo líquido es más fácil y práctico de manejar en
ciertos cultivos. Como la bolsa de tela es porosa, permite inocular la mezcla
líquida presente en el tarro de 200 litros”, menciona el ingeniero agrónomo
Nieto, quien basó su trabajo de grado en este proyecto de investigación.
Agrega que el insumo les permite a las plantas desarrollar
ciertos componentes vitales para su salud, como por ejemplo tener nitrógeno,
fósforo y potasio, y el plus son los microorganismos de montaña, que al crecer
en el suelo permiten incorporarlo activando lo que se requiere durante todo su
proceso”.
En los cultivos de fríjol se aplicaron 2 litros de
microorganismos de montaña por cada 18 litros de agua, se mezclaron, y este
preparado se aplicó mediante una bomba fumigadora; el resultado es que las
hojas y el tallo crecieron más fuertes y las plantas resistieron mejor
enfermedades como la antracnosis, una de las principales limitantes del
cultivo, provocada por el hongo Colletotrichum lindemuthianum.
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