martes, 21 de enero de 2025

Fríjol silvestre costarricense se salvaría de la extinción con el uso de injertos

 Aunque del fríjol existen más de 80 especies reportadas en el mundo, algunas catalogadas como silvestres se encuentran al borde de su desaparición. Es el caso de Phaseolus albicarminus, originaria de Costa Rica, amenazada por la creciente urbanización y el cambio en el uso del suelo, dedicado especialmente al cultivo de café; pero también es susceptible al ataque de parásitos y hongos lo que ha dificultado su conservación y propagación. Mediante el uso de injertos se obtuvieron las primeras semillas disponibles en décadas.

El responsable de este logro es el investigador Ramiro Andrés Sabogal Carvajal, magíster en Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Palmira, quien estableció un método de reproducción asexual (interviene un solo progenitor por lo que las nuevas plantas serán idénticas genéticamente a él) eficiente para aumentar la población de P. albicarminus sin necesidad de depender de semillas originales.

El estudio se realizó en el banco de germoplasma Semillas del Futuro, ubicado en el Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT) en Palmira, el cual preserva alrededor de 47 especies de fríjol, aunque solo cinco son las más consumidas en el mundo. Gracias a su infraestructura, equipada con cámaras capaces de simular condiciones del hábitat natural, fue recreado el clima de los bosques húmedos de niebla, con temperaturas frescas y baja intensidad lumínica que favorecen su desarrollo.

Para el experimento se compararon tres técnicas tradicionales de propagación asexual (acodos, esquejes e injertos); así, evidenció que este último, el cual consiste en unir un trozo de tejido de una planta con otra para que ambas plantas crezcan como una sola y exhiban las mismas características, fue el más eficaz, con un 75 % de prendimiento -es decir, se dieron, brotaron-, en relación con el 25 % en acodos y el 16,6 % en esquejes.

El acodo consistió en inducir el enraizamiento de una rama aún unida a la planta madre mediante la aplicación de sustratos en un punto del tallo elevado del suelo; y los esquejes, por su parte, implicaron cortar una sección de la planta para arraigarla de manera independiente en el sustrato.

“Una vez observamos que los injertos eran viables los trasladamos a la zona rural de El Cerrito (Valle del Cauca) donde el CIAT tiene dos estaciones experimentales de regeneración, una en Carrizal que se conoce como la finca Corrales y la otra en Tenerife en la finca El Moral”, relata el investigador Sabogal.

En un segundo experimento evaluó 16 variedades de frijol como posibles portainjertos para mejorar la resistencia de P. albicarminus a los problemas del suelo. Tras un análisis exhaustivo identificó los tres más adecuados: P. coccineus, P. dumosus y P. vulgaris, que demostraron ser más resistentes a los nemátodos y hongos.

Resultados promisorios

El magíster estableció en total 53 plantas del fríjol silvestre que fueron distribuidas en distintas estaciones experimentales para su seguimiento. Del mismo modo, a la fecha, el banco de germoplasma Semillas del Futuro en donde trabaja el magíster ha conseguido producir 7 semillas. Además, mediante el uso de injertos logró reducir el tiempo de floración de 12 meses a 8 meses, lo que podría acelerar la producción de semillas y disminuir los costos asociados a su cultivo.

Al respecto, el experto destaca que, “los resultados contribuyen no solo a la preservación de esta especie en peligro, sino que también sientan un precedente en la propagación de otras especies de difícil reproducción, ya que la metodología de injertos y el uso de portainjertos resistentes pueden aplicarse a otras variedades críticas para fortalecer la biodiversidad global”.

En un mundo con un crecimiento poblacional acelerado esta investigación tiene implicaciones de gran alcance para la seguridad alimentaria, ya que P. albicarminus al ser pariente del frijol cultivado posee un invaluable potencial genético que puede ser utilizado para mejorar los cultivos comerciales, haciéndolos más resistentes a plagas y al cambio climático.

El siguiente paso en este proyecto contempla el estudio de su biología floral para garantizar una producción más eficiente de semillas y mejorar la conservación de la especie a largo plazo.





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