La ganadería extensiva, los monocultivos y los asentamientos humanos serían los principales responsables del aumento en las cifras de deforestación de la Región Caribe colombiana.
Esta región suele dividirse en tres subregiones: el
paisaje seco y desértico de La Guajira; la región más húmeda de los
departamentos de Cesar, Magdalena, Atlántico, Bolívar, Córdoba y Sucre, y el
ambiente de ciénaga y humedal por acción de los ríos Magdalena, Cauca y Sinú.
Sin embargo, a medida que aumentan las cifras de
deforestación por actividades humanas, algunos de esos ecosistemas y relictos
podrían ser los últimos en la región.
Para la profesora Denisse Viviana Cortés, especialista en
manglares, vegetación acuática y conservación, la flora de la Región Caribe
responde a un patrón relacionado con las lluvias, pues en el norte las
condiciones secas y áridas propician cierta flora, que se va a haciendo más
compleja hacia el sur.
“Los manglares de la línea de costa son seguidos por los
matorrales espinosos de La Guajira; al sur aparecen bosques bajos, y a medida
que llueve más se entra al piedemonte, a las zonas montañosas donde aparecen
bosques altos y densos. Además, las formaciones de ciénaga y de humedales de
tierras bajas –donde se encuentran palmas y manglares de agua dulce– reciben
las inundaciones de los sistemas hídricos”, explica la profesora Cortés.
En palabras del profesor Juan Emiro Carvajal, experto en
taxonomía, ecología y conservación de anfibios y reptiles, la fauna de la
Región también sigue patrones similares relacionados con lo hídrico y están
mejor representados y distribuidos en las zonas húmedas, como en el sur de
Córdoba, Bolívar y en la Serranía del Perijá.
“Allí está la mayor riqueza de mamíferos, anfibios,
reptiles, aves. La fauna de los relictos de bosque seco tropical de la planicie
es la capaz de resistir cambios de extrema sequía y lluvia”, puntualiza el investigador.
Transformación por los humanos
En el programa El resonar de la Tierra –espacio
de UN Televisión y el Instituto de Ciencias Naturales (ICN)– la
investigadora Cortés explicó que algunos ecosistemas en los que priman
pastizales y árboles han sido transformados significativamente por actividades
ganaderas.
En el caso de la Ciénaga Grande de Santa Marta, la
construcción de la carretera afectó el flujo de los ecosistemas de agua dulce y
salada, lo que generó alta mortandad de vegetación. Algunos desarrollos
hoteleros han secado y talado el manglar para construir, e incluso algunos aeropuertos
siguen esa línea.
Según la profesora Cortés, “en otras zonas, como en Córdoba, se han observado cambios en el curso del río y su desembocadura, causando la muerte de la vegetación que soporta aguas dulces porque entra más agua salada; aunque se aumenta el manglar, la vegetación de agua dulce, como el cativo, se convierte en relicto y se pone en riesgo”.
El profesor Carvajal señala que otro responsable de la
deforestación es la ampliación de la frontera agrícola y los monocultivos, como
palma de aceite.
Agrega que “un estudio multitemporal de la cuenca del río
Cesar mostró un patrón de aumento de palma aceitera en Cesar, Córdoba, Sucre y
Magdalena, y con ello cambios en los bosques nativos, secos y semihúmedos con
lo que se relegó a grupos sensibles de anfibios y reptiles; los que quedan son
especies que se acoplan a las transformaciones”.
Desde 1998 la parte norte de la Región ha tenido un
crecimiento acelerado en este cultivo y aunque existen datos hasta 2013 de
anfibios y reptiles afectados, se necesita monitoreo constante de las entidades
encargadas.
Estrategias de conservación
Sobre este punto, el profesor Carvajal agrega que el ICN
ha realizado obras como Colombia, diversidad biótica, en la que se muestra
el capital natural de la Región, con tomos especiales para el sistema de
ciénagas, para la alta, media y baja montaña, y recuerda que “esa información
está disponible en tomos impresos, informes científicos y hay un portal web del
que se pueden descargar y consultar de forma gratuita y en línea”.
Por último, la investigadora Cortés recomienda que las
autoridades tomen esa información de base y se establezcan las líneas que
direccionen los proyectos y políticas públicas para la preservación,
conservación y manejo de esos ecosistemas.