Dickeya solani, Pectobacterium atrosepticum y Pseudomonas asplenii son los nombres científicos reportados por primera vez en Colombia de estos microorganismos, que conforman un complejo bacteriano asociado con la enfermedad conocida como pudrición blanda bacteriana de ciclamen o violeta de los Alpes, una de las plantas de vivero que más se comercializa en el país.
La enfermedad de la pudrición blanda bacteriana de ciclamen
es un problema fitosanitario que ocasiona pérdidas del 20 % en producción
en el mundo, incluyendo los viveros colombianos donde se desconocían hasta
ahora sus agentes causales y síntomas.
John Alexander Rodríguez Parra, magíster en Ciencias
Agrarias de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de
Colombia (UNAL), explica que “el ciclamen presenta un tallo modificado en forma
de disco aplanado, llamado cormo o tubérculo, del cual emergen sus hojas y
flores agrupadas en racimos o coronas”, y es precisamente hacia este órgano que
se enfilan los ataques de dichas bacterias.
La pudrición blanda bacteriana presenta seis síntomas:
marchitez generalizada; cormo blando; presencia de líquido o exudado
bacteriano; pudriciones de los peciolos y pedúnculos; pudriciones blandas
necróticas en peciolos y pedúnculos; y pudrición blanda de raíces que causa la
muerte de la planta.
“No todos los síntomas se manifiestan al mismo tiempo”,
agrega la profesora Adriana González Almario, de la Facultad de Ciencias
Agrarias de la UNAL, quien dirigió la investigación del magíster Rodríguez, y
destaca también que la confirmación de sus síntomas es otro aporte del trabajo.
Incertidumbre sobre el cultivo
En San Antonio del Tequendama (Cundinamarca), cerca del
20 % de su actividad agrícola se centra en la producción de plantas
ornamentales de vivero o de maceta, cuyo punto principal de distribución para
el territorio nacional se encuentra en la plaza de Paloquemao, en Bogotá.
En 2015, la producción de ciclamen se vio afectada por la
presencia de síntomas asociados con la pudrición blanda bacteriana. En medio de
la incertidumbre por el futuro del cultivo, los viveristas buscaron el apoyo de
los expertos de la Universidad de Cundinamarca, quienes, en una primera
aproximación mediante una tesis de grado, identificaron un tipo de bacterias
que ataca a las plantas.
Posterior a esto, entre 2018 y 2019, y de manera conjunta
con la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNAL, se amplió el espectro de la
investigación mediante un número de visitas a los viveros de producción y
comercialización para profundizar en las características de la enfermedad.
La profesora Paola Moreno, de la Universidad de
Cundinamarca, menciona que lo importante era llegar al detalle de la
enfermedad, es decir, identificar con precisión al agente causal, ya que “si
desconocemos el enemigo a tratar no podremos hacer un manejo óptimo”.
Señala que en la región de San Antonio los productores
suelen hacer un control químico, sobre todo enfocado en hongos, lo cual resulta
ineficaz, puesto que “es un complejo conformado por bacterias, por lo que el
uso de productos químicos no solo es contaminante y costoso, sino innecesario”.
Aislando bacterias
En la investigación se seleccionaron 12 plantas enfermas
para describir los síntomas, realizar los aislamientos de las partes afectadas
y de las bacterias e identificar los diferentes aspectos de la enfermedad.
A partir de cormos peciolos y pedúnculos afectados en
diferentes etapas, se obtuvieron 80 aislamientos bacterianos agrupados en 47
morfotipos diferentes.
Así se determinó que el progreso de la enfermedad inicia
desde el cormo y avanza hacia los diferentes órganos de la planta, hasta
causarle la muerte.
También demostró la presencia de Dickeya solani, Pectobacterium
atrosepticum y Pseudomonas asplenii, agentes responsables
de la enfermedad.
D. solani, P. atrosepticum y P.
asplenii fueron aisladas de síntomas de raíces blandas. P.
asplenii, de síntomas de peciolos y pedúnculos blandos; mientras
que D. solani fue aislada de todos los síntomas
característicos de la pudrición blanda bacteriana de ciclamen.
Viveristas, economía activa
En Colombia, la venta de plantas de vivero tiene un valor del mercado de exportación aproximadamente 20 millones de dólares y un mercado nacional de 180.000 millones de pesos.
Se estima que su producción ocupa alrededor de 1.950 hectáreas e involucra a más de 3.000 productores y 35.000 familias rurales, que dependen económicamente de esta actividad.
Según la Asociación Colombiana de Viveristas y Productores
de Ornamentales (Colviveros), Cundinamarca es el departamento con mayor área de
producción de plantas de vivero, con cerca de un 65 % del área total.
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