Una primera aproximación a la modelación de cultivos para mejorar la productividad y las prácticas de manejo de la papa criolla cuantificó la velocidad de crecimiento por indicadores como órgano o planta completa, duración de cada fase fenológica –relación entre el clima y el desarrollo de la planta–, y área foliar –parte expuesta al sol que recibe y absorbe esta energía–, entre otros.
La ingeniera agrónoma Tatiana María Saldaña Villota, doctora
en Ciencias Agrarias - Modelación de Cultivos de la Universidad Nacional de
Colombia (UNAL) y autora del estudio, explicó que la poca disponibilidad de
información sobre el crecimiento y desarrollo de las distintas variedades de
papa ha llevado a que en los cultivos de papa criolla se cometan errores en el
manejo nutricional y de suelos.
Agregó que este es el primer paso en la construcción de un
modelo de simulación para este cultivo en condiciones de trópico, pues los
modelos disponibles corresponden a papa de año (papas como la capira o pastusa)
y a zonas temperadas como Estados Unidos, Australia, Holanda y la zona norte de
Europa.
“Existen muchos vacíos en el cultivo de papa criolla o diploide
(Solanum phureja), que es amarilla. Esta papa tiene ciclos distintos
porque se cosecha hasta en 130 días (4 meses en promedio), mientras que en
otras variedades la cosecha tarda entre 9 y 10 meses. Incluso la semilla tiene
un tratamiento distinto, porque en la papa criolla esta pierde viabilidad
después de 10 o 15 días, mientras que en la papa de año puede durar hasta 4
meses en condiciones controladas”, detalló la doctora Saldaña.
Para sentar las bases del modelo, la investigadora adelantó
ensayos destructivos que le permitieron cuantificar el crecimiento de la planta
a lo largo de todo su ciclo, y no solo el rendimiento final. Durante el proceso
extrajo plantas en distintos periodos del ciclo productivo en plantaciones del
corregimiento de Santa Elena y en los municipios de San Pedro de los Milagros,
La Unión y El Carmen de Viboral, en Antioquia.
Para el estudio tomó cada muestra, separó sus partes (hojas,
tallos, tubérculos, raíces, etc.) y las sometió a un proceso de secado en horno
para eliminar el contenido de agua. Así pudo medir la materia seca y obtener
datos de crecimiento, es decir el tiempo transcurrido desde que salieron las
primeras hojas hasta que se cosechó el tubérculo.
Después de los ensayos pudo resolver un problema técnico, al
estandarizar el cálculo del índice de área foliar con ensayos no destructivos,
mediante un modelo basado en fotografías y en el índice de transmitancia
(cálculo de la energía solar que atraviesa un cuerpo en la unidad de tiempo).
“Como aporte al nuevo conocimiento, establecimos la eficiencia en el uso de radiación (RUE), un parámetro que relaciona la cantidad total de radiación acumulada por la planta con la biomasa total. Esta asociación permite ver un comportamiento dinámico a lo largo del tiempo, aunque no se puede considerar como un valor constante para todo el ciclo de cultivo”, explica la ingeniera Saldaña.
Con todos esos valores, ella desarrolló un modelo de
producción potencial que por ahora considera variables bióticas como el clima
pero no el efecto de otras variables abióticas como las plagas y enfermedades
que pueden afectar la producción. “Ese es el siguiente paso y a eso voy a
dedicar mi estancia posdoctoral”, anunció.
Aseguró además que esta información es relevante porque el
cultivo de papa es produce en menor escala, es decir que no corresponde a
grandes industrias productoras como las del café o la palma de aceite. Por eso
considera que cualquier aporte en la mejora del sistema productivo de este
tubérculo les servirá a muchas familias campesinas del país.
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