Tras cuatro pilotos experimentales para medir el comportamiento de la planta de cannabis en distintas condiciones geográficas y climáticas de Antioquia, la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Medellín –en convenio con empresas privadas– adelanta acciones con otras instituciones para consolidar la agrocadena productiva y responder desde la ciencia a muchos interrogantes de los productores.
El profesor Jhon Wilson Mejía, de la Facultad de Ciencias
Agrarias (FCA), explicó que hoy en Colombia hay 20 agrocadenas consolidadas y
que la creación de una nueva para este cultivo aceleraría su fortalecimiento
industrial, agrícola y medicinal.
“En la agrocadena de la panela, por ejemplo, se tiene el
Fondo de Fomento Panelero y en el café está el Fondo Nacional del Café; y de
cada kilo de panela o libra de café que se exporta se destinan algunos recursos
para esos Fondos, para promover investigaciones y desarrollos. Todas las
cadenas están en el Pectia (Plan Estratégico de Ciencia, Tecnología e
Innovación Agropecuaria) y hay intenciones de hacer lo mismo para el cannabis
que está experimentando un boom”, anuncia.
En lo que va de 2021 en Antioquia se realizaron dos talleres
liderados por Agrosavia, en los que participó la UNAL y se discutieron y
priorizaron las necesidades del sector. En estos eventos se ratificó que parte
del desconocimiento obedece a la falta de investigación, pues hasta hace pocos
años este era un cultivo clandestino, aunque hoy está ampliamente regulado por
el Estado.
“Este cultivo está saliendo a la legalidad y hay cosas que
no se conocen. Lo que se ha hecho es que ha habido transferencia de tecnología
de otros cultivos, por ejemplo se cambiaron las hortensias por cannabis, aunque
todavía no se sabe en qué climas funciona mejor o cuál es el sistema adecuado
para el cultivo. ¿Será que Rionegro, donde se está desarrollando más en
Antioquia, es la zona adecuada? ¿O tendrá mejores resultados en sitios más
secos, como Santa Fe de Antioquia?”, se preguntó el docente Carlos Felipe
Barrera de la FCA.
En los talleres también participó el profesor Óscar Córdoba
Gaona, quien señaló que la mayoría de las dudas del sector están relacionadas
con la fisiología, nutrición y agronomía: “esta es una especie de plantas que
depende del ambiente, de condiciones de radiación, viento y calidad del suelo.
Se está sembrando material introducido, incluso traído de países como Italia y
España, y no sabemos cómo los afecta estar en el intertrópico, donde tenemos
temperaturas homogéneas durante todo el año”.
A eso se suman necesidades específicas como el manejo en
nutrición, pues se identificó que esta planta absorbe metales pesados del
suelo, que suelen llegar a través de agroquímicos. “Ahí se identificaron líneas
de investigación importantes”, agrega el profesor Córdoba.
Los docentes coincidieron en señalar que el cultivo de
cannabis tiene un amplio campo científico para desarrollar, no solo para
aplicaciones médicas sino en otros campos, si se tiene en cuenta que, por
ejemplo, las fibras de cáñamo se pueden usar para construcción, algo que
beneficiaría a otras Facultades, como la de Arquitectura.
Aclararon además que la intención de instituciones
educativas como el CES, Eafit y el SENA es aportar desde la investigación
–siempre en el marco de la legalidad– al desarrollo de una industria que podría
tener un impacto amplio en la economía del país, especialmente en tiempos de
pospandemia.
A 30 de diciembre de 2020 el Ministerio de Justicia reportó
que se habían otorgado 394 licencias de cultivo de cannabis no psicoactivo, 164
de cultivos psicoactivos (+1 % de contenido de THC), 98 de uso de semillas
para siembra y 650 de transformación.
Los departamentos con mayor participación en esas licencias
son Cundinamarca (26 %), Antioquia (17 %) y Valle (9 %).
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