“Quienes trabajan en restauración, conservación y preservación son casi los únicos entre toda la humanidad que intentan remar del mismo lado que la naturaleza, pero el ser humano, en la mayoría de los casos, actúa en contravía de los procesos naturales, dos fuerzas que están en contraposición”.
Así lo señaló el doctor en Biología Flavio Humberto Moreno
Hurtado, profesor de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Medellín,
durante su charla “Experiencias de reforestación ecológica de ecosistemas
forestales”, en el marco del Mes de la Investigación organizado por la UNAL
Sede Amazonia.
Dos conceptos que se deben tener claros son restauración y
reforestación, ya que en el imaginario de la gente suelen asociarse. “Si bien
la reforestación puede ayudar a los objetivos de la restauración, usted puede
hacer restauración sin sembrar un solo árbol”, señala.
La restauración ecológica busca recomponer y reparar un
ecosistema que ha sido degradado por diferentes factores. Una de las
herramientas que utiliza es la reforestación, que se entiende como el hecho
de repoblar un territorio con árboles.
Además los procesos de restauración son costosos, y entre
las diferentes actividades que se pueden desarrollar, la reforestación es una
de las que demanda mayores recursos. Lo ideal en la reforestación es
que las especies sean nativas y sembrar estos árboles tiene un costo alto
porque la mortalidad es mayor, cada especie tiene requerimientos distintos y
tasas de crecimiento distintas, entre otros factores.
Elemento humano, factor clave
El factor clave fundamental en la restauración son las
personas, los actores sociales, se comienza con las comunidades locales que
habitan el territorio, pero también incluyen a la academia y la
institucionalidad, entre otros. Es fundamental identificarlos porque serán los
encargados de adelantar el proceso, señala el investigador.
Esta identificación se debe complementar con procesos de
capacitación, socialización e involucramiento de la comunidad, que son los
principales beneficiarios o afectados por las acciones que se emprendan en el
territorio. No solo se debe capacitar en aspectos técnicos sino en seguridad y
salud en el trabajo, agrega.
Plan de restauración
Los planes de restauración deben tener objetivos claros y
muy realistas. El profesor Moreno señala “si tengo una persona totalmente
desfigurada, que sufrió quemaduras muy graves, no puedo pensar que la voy a
dejar en un estado en el que pueda participar en un concurso de belleza,
podemos restaurar la piel, pero ese es un proceso difícil y doloroso”.
Por eso plantea varias preguntas clave que marcan el camino
a seguir en el proceso:
¿Cómo es el paisaje que tenemos ahora?
Es necesario caracterizar el ecosistema a restaurar,
teniendo en cuenta que el paisaje es una categoría muy amplia que involucra los
usos de la tierra, las coberturas, los habitantes, todo lo que ocurre en el
territorio forma parte del paisaje, incluso el clima.
¿Cuál es el estado actual de las coberturas? ¿Las
coberturas degradadas se pueden recuperar por sí mismas?
Las coberturas pueden ser urbanas, industriales, cultivos,
vegetaciones en distintos estados de desarrollo, humedales, etc. También se
debe identificar la flora, la fauna, los suelos y los distintos componentes de
esas coberturas.
“Se debe determinar si el ecosistema es capaz de restaurarse
por sí mismo. Los procesos ecológicos buscan conformar una estructura del
ecosistema que esté en equilibrio con las condiciones ambientales; lo que pasa
es que la velocidad e intensidad del proceso depende de diferentes factores
como el estado de las coberturas y las barreras que impiden su restauración”.
¿Qué barreras lo impiden?
Si las barreras no son muy graves la intervención puede ser
muy pequeña, porque se trata de apoyar los procesos naturales, una restauración
pasiva. Por ejemplo, “hay ganado que está impidiendo que la regeneración
avance, se pone un cerco y nada más”, señala el doctor Moreno.
Existen situaciones más graves, como las zonas de minería a
cielo abierto, “donde se barre totalmente el suelo, las propiedades físicas,
químicas y microbiológicas desaparecen; allí se necesita una acción mucho más
intensiva, más invasiva, una cirugía a corazón abierto”.
¿Cómo es el paisaje qué queremos tener en el futuro?
¿Hacia dónde voy?
Plantearse esto permite tener objetivos concretos en tiempos
concretos. “Por ejemplo, lograr una cobertura vegetal para empezar a
desarrollar procesos bio-geoquímicos, procesos biológicos, el aporte de
hojarasca, la construcción de suelo, e ir avanzando de una manera progresiva”.
Objetivos en periodos de 5, 10, 15 años son una forma
realista de encarar la restauración y a partir de ahí ir definiendo
actividades.
El doctor Moreno participa en el proyecto piloto de
restauración ecológica del bosque seco tropical en el bajo Cauca antioqueño, en
Hidroituango. En este proyecto, que inició hace tres años, participan la UNAL
Sede Medellín y EPM.
Consulta la programación completa del Mes de la
Investigación en el siguiente link: http://amazonia.unal.edu.co/index.php/extension/mes-de-la-investigacion
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