La chagra es el sistema de producción indígena de la región Amazónica, comparable con las fincas o huertas de los campesinos. Sin embargo, para las comunidades nativas estas representan información de profundidad cultural y forman parte de su cosmogonía.
El trabajo de la antropóloga Victoria Andrea Lasprilla
López, estudiante del Doctorado en Estudios Amazónicos de la Universidad
Nacional de Colombia (UNAL) Sede Amazonia, abre un panorama a la comprensión de
las chagras más allá de los aspectos tratados tradicionalmente, los cuales
suelen centrarse en las prácticas productivas.
“Las prácticas que se adelantan en las chagras fundamentan
el cuidado de la sociedad desde aspectos como la ética, la salud, la
alimentación y el ritual, convirtiéndolas en un núcleo de formación de
sociedad”, afirma la antropóloga, quien recorrió cerca de 15 chagras de
comunidades ticuna, murui-muina y andoques residentes en Amazonas, Caquetá y
Putumayo.
Además, convivió con la comunidad nimaira naimekeibiri (que
traduce “patio de ciencia dulce”), ubicada en el kilómetro 11 de Leticia,
capital de Amazonas, una de las más afectadas por la influencia urbana. En ese
recorrido identificó los roles de las mujeres, los hombres y los niños de las
comunidades en este escenario tan diverso de siembra y conocimiento.
“Por medio de la siembra también se consolida el
pensamiento, la formación del carácter, el manejo del territorio y la
adquisición de valores. El trabajo de la chagra aporta al saber especializado y
está dotado de un sentido comunal a través de una delegación de roles por
género y edad”.
“Por ejemplo, los hombres ticuna participan en las primeras
fases del establecimiento de la chagra, en especial en la roza y la tumba; las
mujeres se encargan de sembrar, desyerbar y mantener o ‘cultivar’, y la cosecha
se realiza de manera conjunta”, explica la antropóloga.
Menciona además que “aunque hay varios tipos de chagra, el
trabajo que se hace en ellas aporta a la humanidad y al desarrollo de la
sociedad, a través de los conocimientos, relaciones y prácticas sociales que
origina. También se considera como un espacio sagrado que actúa a su vez como
ámbito de formación de los adultos, niños y jóvenes”.
Apuesta por la diversidad
El estudio de la antropóloga se apoya en un método
etnográfico que le ha permitido describir e interpretar sistemáticamente la
cultura de las diversas comunidades que forman parte de las chagras.
Para ello realizó entrevistas en profundidad a hombres y mujeres
de diferentes generaciones y participó en actividades en las que acompañó
tareas como nombrar los alimentos o los diferentes procesos de una chagra, o la
elaboración de fariña (harina de yuca brava) y la extracción de fibras para
artesanías.
“Gran parte de los sistemas agrícolas reconocidos en nuestro
país desarrollan un método de trabajo de monocultivo, es decir que dedican toda
la tierra disponible al cultivo de una sola especie vegetal”, anota.
El principio de las chagras que se cultivan en la Amazonia
es la diversidad, y llevan un orden determinado por la asociación de especies y
otras determinaciones culturales. En ella se cultivan alimentos básicos como
yuca, plátano y frutales, esenciales en la seguridad alimentaria de las
comunidades indígenas.
También se dedica un espacio al cultivo de especies
curativas, que son cuidadas y reproducidas por medio del trabajo familiar.