En esta idea coincidieron los asistentes a la conferencia “Retos para la construcción de la ciudadanía alimentaria en Bogotá”, organizada por egresados de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL). En este espacio se destacó además la necesidad de buscar nuevas estrategias para asegurar el acceso de la ciudadanía a alimentos seguros, suficientes y nutritivos y no tener que depender exclusivamente de la asistencia alimentaria, y se argumentó que es fundamental diversificar las opciones disponibles.
Daniel Bernal Rojas, nutricionista y magíster en Seguridad
Alimentaria y Nutricional de la UNAL, fue enfático al señalar que “el principal
reto es que, desde la misma institucionalidad, los decisores y sus respectivos
asesores superen la perspectiva de que atender lo alimentario se debe hacer
únicamente de forma asistencial”.
De los 21.483 casos de desnutrición aguda reportados por el
Instituto Nacional de Salud (INS) a 31 de diciembre de 2022, en Bogotá se
registraron 4.089 casos, es decir el 19 %, lo cual evidencia parte de los
desafíos relacionados con la seguridad alimentaria.
Precisamente para superar de manera progresiva la
inseguridad alimentaria y la malnutrición, desde 2019 Bogotá cuenta con la
política pública de seguridad alimentaria y nutricional “Construyendo
ciudadanía alimentaria 2019-2031”,con la que se plantea garantizar el derecho a
la seguridad alimentaria de los habitantes en la capital del país, a través del
abastecimiento de agua y la distribución de alimentos saludables. Pese a ello,
los retos permanecen.
Uno de ellos es la disponibilidad y el acceso a alimentos de
calidad para todos los ciudadanos, en especial aquellos en situación de
vulnerabilidad económica. A pesar de ser una ciudad con una amplia oferta de
productos alimentarios, todavía hay áreas y comunidades que enfrentan
dificultades para obtener alimentos nutritivos y a precios asequibles. “Esto
puede obedecer a limitaciones económicas, falta de acceso a mercados cercanos,
o a la ubicación en zonas de difícil acceso geográfico”, indicaron los
participantes a la jornada.
Ante esto, el nutricionista Bernal, quien también es
consultor en derecho humano a la alimentación –referente distrital de la
política pública de seguridad alimentaria y nutricional de Bogotá–, dijo que
desde su rol aún ha evidenciado que frente a las crisis alimentarias algunas
instituciones tienen como única respuesta la asistencia alimentaria.
“Es crucial superar esta visión, ya que mantenernos en lo
que se ha hecho en los últimos 15 años y que hemos comprobado que no funciona
no nos llevará a un progreso. Es fundamental impulsar y fortalecer la soberanía
alimentaria, posicionándola como un objetivo prioritario. Además debemos hacer
del derecho a la alimentación un horizonte de trabajo claro y necesario para
asegurar que todos los ciudadanos tengan acceso a alimentos de calidad y
suficientes”, indicó.
Para subsanar la inseguridad alimentaria las personas
recurren al sonado “rebusque”, tanto de dinero como de alimento, y este tipo de
prácticas responden a unos determinantes sociales en la salud que deben ser
tratados, reconocidos y abordados de manera particular y no generalizada.
“Si abordamos todo de una única manera en una ciudad como
esta que tiene alrededor de 8 millones de personas, nos vamos a quedar cortos
en los territorios, que es donde se presentan contextos que desde arriba, desde
la institucionalidad, no se percibe” manifestó el experto.
Sobre los conceptos y las proyecciones
Soberanía alimentaria y seguridad alimentaria, entre otros
conceptos, aunque parecieran ser diferentes, tienen el mismo objetivo de
garantizar que cada persona, hombre, mujer o niño, tenga acceso al derecho
humano de la alimentación.
“Algunos de esos conceptos han quedado de gobiernos o se han
dado en la academia, pero lo cierto es que se debe tratar de hablar menos de
seguridad y soberanía alimentaria y hacerlo más del posicionamiento, el
reconocimiento y la garantía que tiene el derecho a la alimentación”, explicó
el nutricionista Bernal.
Sobre lo esperado para la ciudad en materia alimentaria para
los próximos años, el experto dijo: “yo sinceramente espero que en los
siguientes tres o cuatro años haya al menos un cambio positivo en estas cifras
de inseguridad alimentaria, que se estabilice y empiecen a disminuir en la
medida que se vaya solventando la crisis que ocasionó la pandemia”.
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