viernes, 28 de julio de 2023

En las hojas del tomate de árbol habría una respuesta a su necesaria tecnificación

 Pese a su importancia para la economía colombiana, la producción de tomate de árbol no está tecnificada, es decir que no hay prácticas ni semillas certificadas que permitan obtener plantas tolerantes a plagas y enfermedades. En condiciones de laboratorio se encontró que una alternativa para optimizar el cultivo estaría en sus propias hojas, lo que permitiría una micropropagación masiva; la aliada en este proceso sería una bacteria que funcionaría como “vehículo” de genes de interés para aportar resistencia a afecciones como la antracnosis.

Paola Andrea Murillo Gómez, doctora en Biotecnología de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Medellín, afirma que “debido a la inexistencia de planes de fitomejoramiento, los costos para el control de patógenos pueden ser hasta del 45 % de los costos totales de producción, además de que las pérdidas pueden alcanzar el 50 %”.

A partir de este contexto se evaluaron los procedimientos necesarios para un posterior proceso de transformación genética en tomate de árbol común.

Entre las afecciones que puede sufrir el cultivo está la presencia de plagas como moscas, picudos y arañas, y enfermedades causadas por bacterias, virus y hongos como los del género Colletotrichum, causante de antracnosis.

“Esta enfermedad es una de las más importantes por su amplia distribución y por la magnitud de las pérdidas que ocasiona en diferentes frutales. Entre los síntomas que presenta están las manchas redondas, aceitosas y hundidas, que luego se tornan cafés y negras, y que dañan la calidad e integridad del fruto”, ilustra la investigadora.

En la actualidad, el control de la antracnosis se basa en la aspersión de fungicidas que aumentan los costos de producción y que termina siendo ineficaz por la rápida adaptación que tiene el hongo. “Además, hasta la fecha no se han reportado variedades para el tomate de árbol que de manera natural tengan resistencia a la antracnosis. De ahí que sea importante buscar alternativas”.

Partiendo de lo anterior, la investigadora Murillo trabajó en el cultivo de tejidos vegetales en laboratorio (in vitro) y en el uso de genes –como los reporteros GUS y GFP, y otros dos de interés– que pueden ingresar artificialmente a la planta, con el fin de evaluar el proceso de transformación genética y si los genes se podrían emplear en un futuro para desencadenar protección contra hongos.

“Tomamos hojas, pecíolos (parte de la hoja que se une al tallo) y semillas de tomate de árbol común que, tras haberlas tratado con distintos reguladores de crecimiento, se pusieron en el medio de cultivo”.

“Así vimos que los brotes comenzaban a producirse a partir de los 20 días de haber sido sembrados, y las hojas fueron las que mostraron mayor tasa de formación de estos. Con el tratamiento con una concentración baja de Thidiazurón obtuvimos un promedio de 18 brotes por explante (tipo de tejido), mientras con pecíolos y semillas obtuvimos de 3 a 4 brotes por explante”.

De otra parte se analizó si diferentes cepas de la bacteria Agrobacterium tumefaciens servirían como “vehículos” de genes. El propósito era determinar si con estos métodos había transferencia de material genético de la bacteria a la planta.

“Tomamos plantas de tomate de árbol común obtenidas in vitro, de las cuales se infectaron segmentos de hojas por inmersión (sumergiéndolos) con las diferentes cepas de Agrobacterium. También utilizamos plantas de vivero a las que, mediante el método de agroinfiltración, se les inyectó a presión –con una jeringa sin aguja– una solución que contenía la bacteria, para finalmente visualizar la expresión de los genes GUS y los pcht28 o PpGlu, de interés”.

Ambos métodos mostraron ser efectivos para expresar genes en plantas. Sin embargo, la agroinfiltración en hojas puede ser una herramienta más rápida y versátil, y además con ella, por hacerse directamente en plantas crecidas en vivero, se reducen los problemas de sobrecimiento y muerte del tejido infectado con la bacteria.

“En ambas comprobamos la transferencia del gen por coloración, al haber expresión del gen reportero GUS. Cuando este está activo se tiñe de azul ante la presencia de un sustrato. Aun así, aunque comprobamos la transferencia con las dos técnicas, no fue posible obtener plántulas a partir de tejidos infectados con la bacteria en procesos in vitro”, anota.

Ahora bien, utilizando el método in planta, es decir partiendo de la semilla, mediante técnicas moleculares (a escala muy pequeña) la investigadora evidenció plantas que sí incorporaron algunos de los genes de interés evaluados. “Esta técnica no requiere un paso de cultivo in vitro, y las semillas infectadas pueden crecer sobre sustrato directamente, lo cual solventa muchos problemas”, agrega.

Los avances en este tema ayudarían a crear estrategias para tecnificar el cultivo de tomate de árbol con el fin de reducir las pérdidas y procurar que las familias campesinas que viven de él no tengan que sustituirlo.






martes, 18 de julio de 2023

Conforman Mesa Fitosanitaria de Cítricos en el Valle del Cauca

 Con el fin de fortalecer los esquemas de articulación público-privada para la gestión de los riesgos fitosanitarios en cultivos de cítricos del Valle del Cauca, se realizó la conformación de la Mesa de Protección Fitosanitaria de los Cítricos para el departamento.

Durante el evento, se socializo la condición del HLB de los cítricos en la región y se estableció un plan de acción conjunta, encaminado a minimizar los riesgos de afectación de plagas y enfermedades que pueden afectar estos cultivos. La reunión, que se realizó de manera presencial y virtual, integró a productores, representantes de asociaciones, entidades y al Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural.

La Mesa de Protección Fitosanitaria tendrá el propósito de generar un espacio para la toma de decisiones en aspectos fitosanitarios, a través de mecanismos de gestión participativa y trabajo articulado a favor del cultivo. Las próximas presentaciones se realizarán de manera periódica para verificar el cumplimiento de las acciones y establecer sinergia entre los integrantes y se pretende fortalecer, además:

1. Atención a viveros no registrados ante el ICA: Esta estrategia busca promover la legalidad y la bioseguridad en la producción y comercialización de plantas cítricas en la región.

2. Acompañamiento al sector productivo:  Se busca a través de las competencias y la articulación institucional y gremial, acompañar técnicamente (asistencia técnica, extensión rural, transferencia de tecnología) a los productores, en especial a pequeños y medianos agricultores, para generar capacidad de prevención y resiliencia ante las plagas y otros riesgos que afrontan los sistemas productivos.

El gerente seccional del ICA, en el Valle del Cauca, Luis Amancio Arias Palacios, presentó las acciones que desde el Instituto se están desarrollando para atender el programa sanitario:

Sensores externos: Se promueven con las instituciones, entidades o gremio. Al inscribirse como sensores externos ante el ICA, implica el aporte de información fitosanitaria relevante del sector, a partir de las acciones propias o que hacer productivo individual.

Comunicación del riesgo:  Esta actividad requiere organizar y promover campañas de comunicación, articuladas con el ICA, sobre la identificación, prevención y manejo de los problemas sanitarios. Aquí se incluyen eventos específicos de capacitación, divulgación, educación, entre otros, ya sean masivos, grupales o personalizados y destinados específicamente a divulgar y socializar las estrategias de manejo de las plagas para que contribuyan con la mejora del conocimiento de los agricultores y otros actores de la cadena.


miércoles, 5 de julio de 2023

Bioaceite mejoraría combustibles de avión obtenidos con aceite de cocina usado

 El calentamiento a altas temperaturas de hojas, bagazos o cuescos, entre otro material orgánico, produce un líquido llamado “bioaceite de pirólisis rápida”, del cual aún se desconocen sus componentes. Investigadores de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Medellín constataron que este se puede mezclar con combustible de avión obtenido a partir de aceite de cocina usado, con el fin de mejorar su calidad.

En Colombia los residuos agrícolas, es decir lo que sobra de las podas y los cultivos –como los recortes de pastos, el bagazo de caña de azúcar o el cisco de café– se pueden aprovechar para generar energía y combustibles limpios.

“El uso de los residuos agrícolas –que en estos casos son llamados biomasa lignocelulósica– contribuye a reducir las emisiones por ser carbono-neutro y renovables; por ejemplo en Colombia solo los residuos de café tienen un potencial energético anual que ronda los 46.000 TJ (terajulios), lo que equivale aproximadamente al doble de la energía que hoy genera Hidroituango” señala Raiza Johanna Manrique Waldo, doctora en Ingeniería – Sistemas Energéticos de la UNAL Sede Medellín.

En su investigación se centra en la pirólisis rápida, que consiste en el calentamiento de la biomasa a altas temperaturas (alrededor de 550 °C) y en una atmósfera inerte o en ausencia de oxígeno. A partir de ese proceso se obtiene un tipo de aceite del que aún se desconoce poco.

“Tomé una fracción de ese líquido, llamada fracción pesada o lignina pirolítica, para identificar qué tipo de moléculas la componen y proponer diferentes maneras de valorizarla para diferentes usos”, anota.

Para ello desarrollo un modelamiento en mecánica cuántica (simulación a nivel atómico) que le permitió conocer la “forma” de las moléculas; también analizó dos diferentes vías para valorizar la fracción.

“La primera consistió en separar la fracción mediante procesos de extracción sólido-líquido (en diferentes fases) y de otras técnicas avanzadas de purificación y caracterización, a partir de las cuales encontramos cuatro diferentes subfracciones que se podrían usar para desarrollar compuestos químicos de alto valor”, destaca.

Aunque con el Grupo de Investigación Termodinámica Aplicada y Energías Alternativas (Tayea) se estudió la ruta para obtener compuestos químicos, la doctora Manrique también analizó diferentes formas de aprovechar la fracción para fines energéticos.

“A partir de esa búsqueda, y con el acompañamiento de la Washington State University (Estados Unidos), encontramos que están utilizando aceite de cocina para obtener combustible de avión, entonces evaluamos cinco concentraciones de este, mezclado con la fracción pesada obtenida en laboratorio”, explica la investigadora.


Se encontró que el uso de la fracción en cualquier otra mezcla suele generar un sólido llamado coque. “Estudios realizado en otros países han identificado que la formación de coque de este  tipo ronda el 8 %, lo que es un problema porque tapona el catalizador y se debe interrumpir el proceso, pero en las mezclas que hicimos llegamos a valores que estuvieron apenas entre 0,7 y 2,5 %”.

Así, se evidenció que la fracción se puede mezclar de forma favorable y hacer rendir en cantidad el aceite de cocina usado.

Además se presume que la fracción aportaría componentes aromáticos que harían la calidad del combustible alternativo muy similar a la del fósil.

Algunas petroleras, como Neste, producen más de 500.000 toneladas de combustible para avión a partir de aceite de cocina usado, y según la investigadora en 2019 se utilizó en el mundo menos del 1 % de combustibles sostenibles para avión.

Sin embargo, para la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA) la meta es reducir el 50 % de las emisiones para 2050, lo cual aumentaría el uso de combustibles sostenibles para avión.

“El panorama es alentador. Sin embargo, el aceite de cocina usado también resulta ser un recurso finito, por eso hacerlo rendir con la fracción representaría un beneficio en el desarrollo de energías limpias. De aquí en adelante queda mejorar el proceso para obtener los combustibles con la fracción. El camino está abierto”, concluye la doctora Manrique.