El calentamiento a altas temperaturas de hojas, bagazos o cuescos, entre otro material orgánico, produce un líquido llamado “bioaceite de pirólisis rápida”, del cual aún se desconocen sus componentes. Investigadores de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Medellín constataron que este se puede mezclar con combustible de avión obtenido a partir de aceite de cocina usado, con el fin de mejorar su calidad.
En Colombia los residuos agrícolas, es decir lo que sobra de
las podas y los cultivos –como los recortes de pastos, el bagazo de caña de
azúcar o el cisco de café– se pueden aprovechar para generar energía y combustibles
limpios.
“El uso de los residuos agrícolas –que en estos casos son
llamados biomasa lignocelulósica– contribuye a reducir las emisiones por ser
carbono-neutro y renovables; por ejemplo en Colombia solo los residuos de café
tienen un potencial energético anual que ronda los 46.000 TJ (terajulios), lo
que equivale aproximadamente al doble de la energía que hoy genera
Hidroituango” señala Raiza Johanna Manrique Waldo, doctora en Ingeniería –
Sistemas Energéticos de la UNAL Sede Medellín.
En su investigación se centra en la pirólisis rápida, que
consiste en el calentamiento de la biomasa a altas temperaturas (alrededor de
550 °C) y en una atmósfera inerte o en ausencia de oxígeno. A partir de ese
proceso se obtiene un tipo de aceite del que aún se desconoce poco.
“Tomé una fracción de ese líquido, llamada fracción pesada o
lignina pirolítica, para identificar qué tipo de moléculas la componen y
proponer diferentes maneras de valorizarla para diferentes usos”, anota.
Para ello desarrollo un modelamiento en mecánica cuántica
(simulación a nivel atómico) que le permitió conocer la “forma” de las
moléculas; también analizó dos diferentes vías para valorizar la fracción.
“La primera consistió en separar la fracción mediante
procesos de extracción sólido-líquido (en diferentes fases) y de otras técnicas
avanzadas de purificación y caracterización, a partir de las cuales encontramos
cuatro diferentes subfracciones que se podrían usar para desarrollar compuestos
químicos de alto valor”, destaca.
Aunque con el Grupo de Investigación Termodinámica Aplicada
y Energías Alternativas (Tayea) se estudió la ruta para obtener compuestos
químicos, la doctora Manrique también analizó diferentes formas de aprovechar
la fracción para fines energéticos.
“A partir de esa búsqueda, y con el acompañamiento de la
Washington State University (Estados Unidos), encontramos que están utilizando
aceite de cocina para obtener combustible de avión, entonces evaluamos cinco
concentraciones de este, mezclado con la fracción pesada obtenida en laboratorio”,
explica la investigadora.
Así, se evidenció que la fracción se puede mezclar de forma
favorable y hacer rendir en cantidad el aceite de cocina usado.
Además se presume que la fracción aportaría componentes
aromáticos que harían la calidad del combustible alternativo muy similar a la
del fósil.
Algunas petroleras, como Neste, producen más de 500.000
toneladas de combustible para avión a partir de aceite de cocina usado, y según
la investigadora en 2019 se utilizó en el mundo menos del 1 % de
combustibles sostenibles para avión.
Sin embargo, para la Asociación Internacional de Transporte
Aéreo (IATA) la meta es reducir el 50 % de las emisiones para 2050, lo cual
aumentaría el uso de combustibles sostenibles para avión.
“El panorama es alentador. Sin embargo, el aceite de cocina
usado también resulta ser un recurso finito, por eso hacerlo rendir con la
fracción representaría un beneficio en el desarrollo de energías limpias. De
aquí en adelante queda mejorar el proceso para obtener los combustibles con la
fracción. El camino está abierto”, concluye la doctora Manrique.
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