martes, 30 de enero de 2024

Recuperación de papas nativas aporta a la seguridad alimentaria de los misak

 El protagonista de esta historia es el joven misak Andrés Tombe Morales, ingeniero agrónomo de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Bogotá, originario del resguardo de Guambia, quien desde hace siete años se ha dedicado a hallar todas las variedades de papa que existen en la tierra que lo vio crecer, la cuenta ya va en 56 variedades nativas.


Geográficamente, el relato se ubica en los valles de las montañas de Silvia (Cauca) a 2.800 metros sobre el nivel del mar, territorio misak de casi 21.000 hectáreas de las cuales el 60 % es considerado sagrado y el 40 % restante lo ocupa la comunidad del resguardo de Guambia, distribuido en 10 zonas.

Pero un momento, regresemos al año 1980 cuando el pueblo misak-guambiano comenzó su lucha por la recuperación de la tierra y la autoridad para permanecer en el tiempo y en el espacio. Con la llegada de los invasores españoles y los terratenientes, pasaron a ser los peones de las fincas ubicadas en sus propias tierras, ahora, gracias a su lucha, han recuperado gran parte de su territorio.

"Recuperar la tierra, la historia y la memoria para recuperarlo todo”, siguiendo esta consigna del manifiesto misak creado hace 44 años, Andrés decide aplicar su conocimiento como ingeniero agrónomo para aportar a la seguridad alimentaria de su pueblo, su proyecto, financiado por el International Development Research Center (IDRC) busca  recuperar las variedades de papas nativas comerciales y tubérculos andinos que se encuentran en Cauca.

En Colombia este proceso de caracterización de la papa ya se ha realizado en Cundinamarca y Nariño, siendo este último el departamento más biodiverso con 118 variedades; en Cauca, el ingeniero agrónomo Tombe es el primero desarrollar una investigación para conocer cuántas variedades hay en el territorio, ya lleva 56. En este momento se encuentra en proceso de caracterizar los tubérculos andinos, no solo la papa, sino también el ulluco, la oca y la mauja.

Lo que hace el investigador Tombe es indagar cuáles son las características morfológicas de cada variedad y analizar sus etapas fenológicas -relación entre los factores climáticos y los ciclos de vida-, para así mismo, saber qué tipo de plagas o enfermedades pueden afectar los cultivos. 

Valor cosmogónico

El investigador resalta la importancia de la cosmogonía aplicada en las papas en relación con la cultura misak. Por medio de la cosmovisión se puede saber si el suelo debe descansar para la siguiente siembra, algunas variedades también funcionan como ofrenda para los mayores en la celebración de la venida de los ancestros. “Para la comunidad, cuando una variedad de papa desaparece también lo hace una parte de nuestra identidad”, expresa.

Por eso, “es muy importante conservar estas variedades, además es un alimento, así que para nosotros sería una doble pérdida”.

Otro factor relevante del proyecto es que ofrece información sobre las características y la carga nutricional de cada variedad, según la Federación Colombiana de Productores de Papa (Fedepapa), en el país existen 250 variedades y, en promedio, solo 7 se consumen. Esto, se debe a que al comercializar el tubérculo no se tiene en cuenta la carga nutricional, el consumidor final solo se fija en la apariencia y el agricultor solo se interesa en que sean resistentes a las plagas y enfermedades para que sean más productivas.

Normalmente las papas nativas tienen diferentes colores, no muy comunes ni populares para el comercio, pero poseen una mayor proporción de antioxidantes y otros nutrientes que aportan a una buena alimentación.

Uno de los objetivos para la recuperación de las variedades de papa es que estas retornen a las huertas de las familias, es por eso que Andrés ha distribuido las semillas y ya se están sembrando en colegios y en los terrenos de algunas familias, contribuyendo al proceso de recuperarlo todo.

 










lunes, 29 de enero de 2024

Especies en riesgo y curiosa bromelia, hallazgo de primer estudio florístico en Charta (Santander)

 La Magnolia Santanderiana, autóctona del país y de este “rincón florido de Santander”, ubicado al lado del Páramo de Santurbán, fue una de las especies halladas que podría estar en riesgo de desaparecer si no se detiene la tala de bosques; en la otra orilla de este gran primer estudio de la flora en Charta, se encontró una bromelia, que solo se había registrado en Suesca (Cundinamarca). Los resultados del recorrido abren un espectro de posibilidades para el manejo y cuidado de este santuario de flora del país.

Con este trabajo, Daniela Tolosa Oliveros, bióloga de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), recorrió la vereda Durán, lugar del que es oriunda, para aportar a la comunidad con un conocimiento más profundo de su patrimonio en biodiversidad, y que los hallazgos sirvan para establecer mejores planes gubernamentales de preservación del mismo.

La investigadora relata que “la zona se ha visto envuelta en disputas por proyectos mineros, que los habitantes no han permitido que se lleven a cabo, pues representan un riesgo para la riqueza de los bosques, en especial cerca al Páramo de Santurbán, que en días recientes se visto afectado por incendios forestales; y aunque las zonas estudiadas no han sido afectadas, no se descartan posibles afectaciones a futuro”.

De las 300 plantas recolectadas durante 40 días, alrededor de 190 fueron caracterizadas, un interesante proceso porque hay ejemplares de diversas especies que, desde la Expedición Botánica, no han podido ser identificados, lo cual evidencia el arduo trabajo en el que la comparación es la clave.

El proceso se realizó en el Herbario Nacional Colombiano, alojado en el Instituto de Ciencias Naturales (ICN), lugar al que se llevaron las muestras, distribuidas por partes de la planta, flores y algunos frutos; allí se pudieron en un horno a 60 ° C y luego se acumularon unas sobre otras en alcohol para que no se dañaran; se dejaron durante 40 días antes de analizarlas.

Para el estudio se eligieron 3 zonas -entre los 2.300 y 2.500 msnm-, con cultivos principalmente de mora, y en menor medida el de lulo y papa. Solo en 2020 la producción de mora en el país fue de 140.000 toneladas, y el municipio de Charta aporta el 3 % del total que se comercializa en los mercados de grandes ciudades como Bucaramanga. 

Dentro de las plantas que encontró una sorpresa, la caracterización de la bromelia Tilandsia suescana, la cual, como su nombre lo indica, solo se había hallado en Suesca; esto demuestra la importancia de hacer este tipo de estudios, pues permiten transformar lo que se conoce sobre la zona, y en Charta aún no se había llevado a cabo algo de esta magnitud.

Por otro lado, halló 92 especies, 62 géneros y 42 familias, entre las que se destacan algunas como las melastomatáceas, asteráceas y aráceas, ampliamente distribuidas en esta región y que tienen un importante valor ecosistémico para distintas clases de insectos.

Un hallazgo preocupante fueron 2 especies en peligro de extinción, entre ellas Magnolia Santanderiana, endémica de Colombia, y que se ha visto mermada por problemáticas ambientales como la tala de bosques, un problema que se ha presentado desde hace varios años.

“Durante las décadas del 70 y 80 se presentó una transformación del bosque nativo en la zona, pues se taló para plantar grandes extensiones de pino y eucalipto, lo cual cambio el panorama para otras especies y el día a día de las comunidades. Otra actividad que también puede estar teniendo un impacto es la ganadería, en la que se dañan los suelos”, asegura la bióloga, quien contó con la ayuda de la profesora Lauren Raz, del ICN.

Añade que este fue un trabajo adelantado de la mano con la comunidad, que acompañó cada proceso lo cual es importante ya que uno de los enfoques clave del proyecto era dialogar y construir conocimiento con los habitantes de la zona; con preguntas acerca de cómo era el bosque hace 10, 20 o 50 años, cómo les llaman a sus plantas más emblemáticas y qué piensan acerca de lo que ha ocurrido. 

Nombres como talco, pepecurio, rascado, entre otros, fueron registrados para distintas especies, evidenciando el legado y trabajo de memoria realizado con la comunidad con cada entrevista y recorrido. Son por lo menos 39 plantas que ya están extintas para los pobladores de Charta, o sea no las volvieron a ver; de hecho, la investigadora cuenta que hubo un tipo de roble que nunca hubiera encontrado de no ser por la ayuda de un señor que le indicó dónde podría hallarlo.

“Otro hallazgo preocupante al hablar con la comunidad fue encontrar que las fumigaciones llevadas en el Catatumbo hace algunos años, han tenido un marcado impacto en toda la vegetación de la zona, pues esta región queda prácticamente a la vuelta de Charta”, concluye la bióloga.









martes, 23 de enero de 2024

Peso y talla en manglares jóvenes, dato clave para repoblar bosques del Caribe

 Las tres especies de manglar más importantes de San Andrés islas están siendo afectadas por el aumento de la temperatura, fenómenos naturales como los huracanes, o la contaminación, por lo que urge diseñar estrategias de repoblamiento en zonas donde se han perdido, una alternativa podría estar en la acumulación de biomasa de sus hojas, tallo y raíz cuando aún son muy jóvenes.

Los bosques de manglar son tal vez uno de los ecosistemas más importantes en el mundo, pues, aunque su distribución es específica de lugares como el Caribe, ayudan a contrarrestar el cambio climático, ya que, por ejemplo, almacenan de 3 a 4 veces más dióxido de carbono (CO2) por hectárea que los bosques tropicales. Además, son el hogar de una gran diversidad de peces, moluscos y crustáceos, que encuentran allí un refugio y una guardería para sus crías.

Así mismo, son barreras resistentes contra los oleajes amenazantes de eventos como los huracanes, que en años recientes han hecho grandes estragos en la isla, por lo que, además de ser uno de los pulmones de esta región, también forman parte de una estrategia ambiental para disminuir el impacto en las costas y en la población que habita este emblemático lugar.

Según instituciones como Global Mangrove Alliance, entre 1996 y el 2006 se ha perdido por lo menos el 10 % de manglares en el mundo, una cifra alarmante, pues hasta el 60 % de estos daños son a causa de la acción humana.

En vista de su importancia, la investigadora Nelsith Fornaris Hurtado, bióloga de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), analizó el comportamiento de las tres especies de manglar más abundantes de la isla: mangle rojo (Rhizophora mangle), blanco (Laguncularia racemosa) ynegro (Avicennia germinas).

Su propósito era determinar qué ocurre con su biomasa (masa y peso producido por las hojas y la descomposición que realizan algunos microorganismos como bacterias u hongos) cuando aún no superan el metro de altura, es decir cuando son “juveniles”, un estadio clave y crítico para que puedan tener un óptimo desarrollo a lo largo su vida.

La relevancia de la biomasa reside en que es la energía que le permite captar el CO2 del aire, pues con ella tiene una mayor capacidad en sus tejidos para recibir este material y regularlo, contribuyendo a que no haya un impacto en la calidad tanto del aire como del agua. De cierta manera es una especie de planta de tratamiento natural para este gas que resulta dañino y tóxico en grandes cantidades.

El estudio se realizó en el Parque Regional Old Point, que tiene un área de 54,7 hectáreas, y que alberga las tres especies antes mencionadas. Se recolectaron en total 95 especímenes de mangle rojo, 90 de mangle blanco, y 95 de mangle negro, que estaban en un rango entre los 10 y los 100 cm; para ello se escogieron 10 individuos por cada 10 cm.

“En estado de plántula es poco lo que se sabe con respecto a la acumulación de biomasa en estos manglares, generalmente se analiza la hojarasca, pero no en detalle lo que ocurre en partes como la raíz o el tallo, que terminan siendo indispensables para permitir que los manglares crezcan de la mejor manera”, asegura la investigadora.

El mangle rojo en esta etapa acumula una biomasa de alrededor de 54,9 % en su tallo, mientras una de las especies de mangle blanco logra acumular un 44 %, por lo que en esas regiones de su estructura es en dónde se presenta una mayor acción de todo tipo de microorganismos, y pueden captura mucho más carbono que en las hojas y las raíces, que llegan a un poco más del 20 %.

“En Old Point, los desechos de gasolina y biodiesel que se usan para motores de algunas electrificadoras, terminan siendo vertidos en las zonas en las que están los manglares, provocando un daño irreparable; entender cómo están acumulando biomasa desde jóvenes es clave para saber qué acciones de protección se deben tomar”, indica.

Para determinar los valores de la biomasa se realizó la separación de cada parte del mangle para ser secada y pesada, y luego se analizaron mediante ecuaciones alométricas, que permiten determinar la relación entre la altura y el peso con la acumulación de masa en las hojas, el tallo y las raíces. Un cálculo que se obtiene por primera vez para estas especies de plántulas de manglar.

La investigación forma parte de un proyecto más grande que lidera el profesor Jairo Humberto Medina, en la UNAL Sede Caribe, y que busca encontrar las mejores condiciones para repoblar los bosques manglar de la isla y de todo el Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina.