En los verdes paisajes de este municipio tolimense, un estudio reveló que las familias cacaoteras organizan sus recursos y medios no solo para generar ingresos y asegurar su sustento, sino que también protegen el agua, mantienen su entorno natural y contribuyen con la paz en el territorio, demostrando que la agricultura puede ser tanto productiva como sostenible.
Tradicionalmente el cacao crece bajo sombra, acompañado por
árboles más altos que proporcionan protección y mejoran la biodiversidad. En
Tolima, el quinto departamento productor del país, el cultivo de cacao se
mezcla con otras especies agrícolas y forestales formando un sistema
agroforestal que no solo les genera ingresos a las familias campesinas través
de la venta de cacao, sino que también les proporciona alimentos para sus
integrantes y sus animales de granja, permitiéndoles aprovechar al máximo sus
tierras.
Así lo identificó el estudio realizado por Jaqueline Chica
Lobo, doctora en Agroecología de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL)
Sede Palmira, a partir de 106 encuestas y entrevistas a cacaocultores de 24
veredas de 3 corregimientos de Chaparral. También realizó un transecto
agroecológico, la historia predial y la cartografía social del lugar.
“Con el análisis de la racionalidad económico-ecológica de
los cacaocultores establecí qué factores determinan sus decisiones productivas,
económicas y técnicas, me refiero a esas decisiones que se toman con propósitos
tanto económicos como ecológicos”, explica la investigadora.
Sistemas agroforestales proveen alimentos
Los datos arrojaron que el 80 % de las fincas
cacaoteras mantienen relictos de bosque, claves para la biodiversidad y la
regulación local del agua, una de las características más destacadas del cacao.
Además evidenciaron que los sistemas agroforestales no solo son rentables, sino
que también juegan un papel esencial en la alimentación de las familias.
Por ejemplo, encontró que las fincas poseen una alta
agro-biodiversidad, con hasta 14 especies agrícolas que coexisten con el cacao,
entre las que se destacan: café, caña, pancoger, papaya, naranja, mango, coco,
guayaba, banano, aguacate y plátano.
“El cacao no es la única fuente de ingreso (una
característica general en el país) aunque sí puede ser la principal, como se
confirmó para el caso de Chaparral”, explica.
Otro hallazgo importante es que en las fincas de cacao el
valor de una hora de trabajo supera al del salario mínimo en Colombia, lo que
demuestra que los campesinos obtienen más beneficios económicos trabajando en
sus propias fincas que optando por empleos asalariados en la ciudad, lo que
destaca la importancia social de este cultivo.
Para calcularlo, la tesista valoró la biomasa total
producida en términos de alimentos, incluyendo venta y consumo interno, y le
dio el valor del mercado, y luego la dividió entre el número total de horas de
trabajo invertidas por las familias en sus fincas.
Cerdos y gallinas, ingresos extra
Los hogares campesinos suelen combinar la producción de
cacao con la cría de pequeños animales. La mayoría tienen máximo 3 cerdos,
algunos para producir y otros para criarlos y luego venderlos para obtener
recursos adicionales y cubrir gastos como la compra de útiles escolares o el
pago de créditos. De manera similar, las gallinas proveen huevos y carne, son
una fuente importante de proteínas en la nutrición del hogar, al tiempo que
permite generar un recurso monetario para obtener otros bienes que no se producen
en la finca.
Como parte del estudio se realizó una capacitación a las
familias sobre nutrición animal para sensibilizarlas acerca de que en sus
territorios cuentan con recursos vegetales como el bore, el botón de oro y la
hoja de yuca que les proveen ricas proteínas y fuentes calóricas a sus animales
y al mismo tiempo les permiten reducir el uso de alimentos concentrados
costosos.
También construyeron un biodigestor que les suministra
biogás para cocinar y reemplazar de forma gradual el uso de la estufa de leña,
que por la inhalación de humo les ha causado enfermedades respiratorias a las
mujeres.
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