Científicos evalúan en invernadero y condiciones de estrés –por calor y sequía– el cultivo de fríjol tépari, una leguminosa que por adaptarse a climas extremos forma parte de un proyecto de investigación que busca generar suficiente semilla para futuros ensayos en el Caribe colombiano, con los cuales planificarán su distribución a los agricultores afectados por las altas temperaturas y la escasez de agua.
La seguridad alimentaria mundial está amenazada por el
agotamiento de los recursos hídricos y las temperaturas extremas, por lo que,
ante estos efectos del calentamiento global, el fríjol tépari (Phaseolus
acutifolius A. Gray), originario de los desiertos del suroeste de
Estados Unidos y el norte de México, ofrece una alternativa prometedora para la
agricultura en zonas áridas y semidesérticas.
Esta especie de fríjol tiene semillas pequeñas a medianas y
sus colores incluyen blanco, café-amarillo y negro; además, no solo es
resistente a la sequía, sino que también es más nutritivo que su pariente rojo:
el fríjol común (P. vulgaris L.), ya que incluso contiene mayor
cantidad de proteínas, que lo convierten en una opción considerable para la
humanidad, y requiere pocos insumos, por eso es asequible para pequeños
agricultores que no pueden permitirse el uso intensivo de maquinaria y productos
agroquímicos.
El experimento es desarrollado en el invernadero de la
Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Palmira por un grupo de
estudiantes de Ingeniería Agronómica liderado por la profesora Ligia Carmenza
Muñoz Flórez, científica colombiana que se cuenta entre las pocas expertas que
investigan esta especie de fríjol en el mundo, y quien ha trabajado de la mano
con el botánico Daniel Debouck, especialista en fríjoles del Centro de
Investigación en Agricultura Tropical (CIAT).
“El objetivo principal del proyecto es multiplicar las
semillas de fríjol tépari bajo condiciones controladas, evaluar su rendimiento
en ambientes de estrés hídrico y calórico, y por último seleccionar las mejores
líneas para su cultivo a mayor escala en campo”, comenta la investigadora.
Aunque en la primera siembra adelantada en 2023 la
producción de semillas no fue alta –ya que era la primera vez que se realizaba
el experimento–, sí se obtuvo suficiente material para continuar con los
ensayos de la segunda siembra, hoy en curso.
En el proceso de multiplicación las plantas se cultivan y
las estudiantes las evalúan con frecuencia y luego se recolectan las semillas.
Con cada ciclo de siembra ajustan las condiciones de cultivo para perfeccionar
la producción y estudiar su comportamiento.
Mutaciones en el mejoramiento del fríjol tépari
Para lograr estas variaciones se implementó un proceso
natural inducido, en el que las semillas se exponen a productos químicos que
generan pequeñas alteraciones genéticas. “Estas variaciones no afectan la
seguridad del cultivo ni su capacidad de cruzarse con otras plantas, lo que
hace que este método sea aceptado en regiones como Europa, en donde los
organismos genéticamente modificados (OGM) son rechazados. Este método de
mutación es mucho menos controvertido que el uso de OGM, ya que no implica la
inserción de genes foráneos”, explicó.
Así, el ensayo actual incluyó la siembra de semillas de un
grupo de accesiones cultivadas y un grupo de líneas mutantes de frijol tépari.
Las líneas mutantes se seleccionaron por su comportamiento favorable en ensayos
realizados en el CIAT, bajo condiciones de estrés por calor y sequía.
Este proyecto ha dado frutos prometedores por el buen
desarrollo y crecimiento de las plantas en condiciones extremas; el siguiente
paso será evaluarlo en campo en zonas calientes del país como en la región
Caribe, con el objetivo de establecer su viabilidad en un entorno real, para lo
cual la científica está gestionando su financiamiento.
En dicha etapa analizarán el comportamiento de las plantas
frente a plagas, enfermedades y condiciones ambientales, a fin de desarrollar
un paquete tecnológico que se les pueda entregar a los agricultores. “Estamos
muy avanzados, hay mucha estabilidad, pero necesitamos hacer un ensayo
preliminar de evaluación para poder entregar la semilla”, señaló la científica.
Con la orientación continua de la profesora Muñoz, las
estudiantes que participan en el proyecto se encargan de las labores diarias de
riego, recolección de datos sobre germinación y crecimiento, y toma de muestras
para análisis genéticos, actividades que les permiten adquirir experiencia en
el manejo de cultivos y en la investigación aplicada. También se ha contado con
el apoyo de los profesores Jaime Eduardo Muñoz y Carlos Germán Muñoz.
En países como México y Estados Unidos el fríjol tépari es
consumido tradicionalmente por las comunidades rurales. “Además, la variedad
blanca se podría utilizar en la industria alimentaria para la producción de
fríjoles enlatados, como ocurre en otros mercados internacionales donde los
consumen en el desayuno mezclado con salsas”, concluye la experta.