lunes, 27 de febrero de 2023

200 huertas en Cali contribuyen a la apuesta por la soberanía alimentaria

 Tener un huerto en casa y abastecerse de él para alimentarse ahora será posible para unas 200 familias caleñas de zonas urbanas y rurales que le apuestan a la soberanía alimentaria mediante prácticas agroecológicas. Así garantizarán el acceso a hortalizas, frutas y plantas medicinales.

Mediante un convenio interadministrativo entre el Departamento Administrativo de Gestión del Medio Ambiente (Dagma) de la Alcaldía de Cali y la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Palmira, cerca de 200 huerteros de las 22 comunas y 15 corregimientos rurales de Cali reciben acompañamiento para establecer y fortalecer huertas agroecológicas y cuidar las cuencas hidrográficas.

Los beneficiarios han asistido a talleres sobre seguridad y soberanía alimentaria; planeación y construcción de huertas agroecológicas; manejo de organismos acompañantes de cultivos; custodio de semillas, multiplicación, calidad y conservación; y biopreparados y asociatividad.

Con los huerteros de las zonas rurales también se trabaja en reforestación, gallinas ponedoras, pollos de engorde, capacitación y acompañamiento en la elaboración de bioinsumos agroecológicos para que sean usados como insecticidas naturales.

En el proyecto participan personas provenientes del Cauca, Chocó y otras regiones del Pacífico que viven en Cali. Hay huertas en colegios con estudiantes de primaria y bachillerato, otras lideradas por mujeres, también de reinsertados y de aficionados que tienen antejardines o patios para sembrar sus alimentos.

“Estamos generando la semilla para fortalecer la red de huerteros agroecológicos en Cali. Además de las capacitaciones y los talleres, se han establecido huertas madre básicas para las comunas, y en las próximas semanas les entregaremos kits con semillas, micorrizas y abonos especializados para las plantas, entre otros elementos”, señala el director del proyecto, Diego Ángel, profesor de la UNAL Sede Palmira.

Ruddy Ocoro Montaño, coordinadora del Grupo de Gobernanza y Cultura Ambiental del Dagma, agrega que “con esta iniciativa buscamos que los ciudadanos puedan reemplazar algunas plantas ornamentales por plantas de pan coger pequeñas como fríjoles, tomate cherri, hortalizas y legumbres, como una estrategia de educación ambiental y de fomento a la alimentación”.

Según la funcionaria, entre los huerteros hay personas que ya tenían en sus casas o apartamentos algún tipo de huerta, y otros que arrancaron de cero gracias a la convocatoria.

“La primera parte del proyecto busca educar alrededor de las huertas: enseñarles a los ciudadanos a sembrar, a identificar las semillas, a conocer el proceso que estas deben tener en cada temporada del año y a hacer abonos”.


Parte del éxito del convenio se vio reflejado en la asistencia de más de 250 huerteros provenientes de Cali al evento “Compartiendo saberes agroecológicos”, realizado en la UNAL  Sede Palmira, en donde tuvieron la oportunidad de intercambiar conocimiento y experiencias de sus huertas y cultivos a través de los talleres que se llevaron a cabo durante todo el día.

Huertas, opción para la seguridad alimentaria

En su casa o apartamento, cualquier persona puede utilizar el patio, la terraza o el antejardín para sembrar alimentos como hortalizas, verduras, legumbres, frutas y plantas medicinales. ¿Qué necesita? Un par de materas, tierra, semillas y abonos que pueden ser naturales, un insecticida natural y ganas de tener su propia huerta.

En una matera se puede empezar por cosas pequeñas como el rábano, que da frutos en 45 días, lechuga, col, papa amarilla o tomate cherri, que demora hasta tres meses en producir.

Además de las hortalizas, también se pueden cultivar plantas condimentarias como cilantro, albahaca, cebollino, laurel y romero, entre otras, y medicinales como aloe vera, caléndula, manzanilla, limonaria y cola de caballo.

Los biopreparados caseros que funcionan como insecticidas naturales se pueden elaborar con vinagre y miel, o hacer ajidol, que tiene como base agua, ají y sábila, las cuales se maceran o licúan, y luego se rocía la planta






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