El aumento en la temperatura ha causado estragos en diversos municipios del país, entre ellos Jerusalén (Cundinamarca) que registró hace pocos días 40,4 °C, un récord histórico. Esta problemática, sumada a la tala de árboles y la minería de carbón, estarían haciendo que sus bosques nativos tarden más tiempo en regenerarse. La auxina, hormona vegetal, presente en las lentejas cambiaría este panorama, mejorando el crecimiento de árboles como “limonacho” o “totumo”.
Jerusalén, uno de los 116 municipios de Cundinamarca, está
situado entre Tocaima y Guataquí, a 3 horas de Bogotá; con 236 kilómetros
cuadrados sobre la cordillera oriental, es la unión de varias veredas a 354
metros sobre el nivel del mar. Allí se encuentra la Estación Experimental
Andorra, que tiene una temperatura promedio de 32 °C y donde cuatro árboles se
roban el protagonismo, de hecho, una de ellas: Sapindus saponaria,
se utiliza para crear jabón, de ahí su nombre común “jaboncillo”.
La fragmentación a la que se ha visto expuesto en las
últimas décadas el bosque seco, convierte a Jerusalén en un interesante e
importante lugar de estudio; así lo determinó Lizeth Babativa Melgarejo,
bióloga de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), quien analizó lo que
estaba pasando con estas especies y cómo las lentejas serían la respuesta para
que el cambio climático y las vicisitudes a las que se enfrenta la región no
sean un impedimento para que puedan crecer.
Uno de los principales inconvenientes es que las plántulas enfrentan limitaciones de luz y compiten por agua y nutrientes, haciendo de esto el cuello de botella para el establecimiento de individuos y bosques del futuro.
En vista de ello, apareció una curiosa hormona llamada
auxina, la encargada en las plantas de regular el crecimiento, permitiendo que
el tallo tenga una mayor elongación y mayor diámetro; y lo más curioso es que
las lentejas la producen en altas cantidades, por lo que se evaluó su efecto en
las especies de esta región.
“Se toma una libra de lentejas y se ponen en agua, luego se
dejan tapadas por 4 días, sacándoles el agua a las 24 horas y remojándolas con
esta misma por 15 minutos cada día para que germinen y, finalmente se licuan
con el agua y se cuelan, en el extracto obtenido se encuentra la auxina;
después se eligieron algunas plantas para aplicarles el tratamiento”, indica la
bióloga, quien para su trabajo contó con la dirección de la profesora Beatriz
Salgado, del Departamento de Biología.
Para el estudio se escogieron 60 individuos de jaboncillo (Sapindus
saponaria), Guayacán trébol (Platymiscium hebestachyum), totumo
(Crescentia cujete)ylimonacho(Achatocarpus nigricans), que ya
habían germinado y estaban en etapa de plántula, o sea un estadio muy joven. Se
realizaron 3 experimentos en los que se utilizó tierra negra, cascarilla de
arroz y arena del río.
En el primero hubo 20 plantas sembradas como grupo control,
o sea que no se añadió ningún ingrediente especial para incentivar su
crecimiento; a otros 20 individuos se les agregó 100 gramos de micorrizas
-combinación entre hongos y raíces que sirve como fertilizante-. En el tercer
grupo se aplicaron 50 mililitros de agua con las auxinas de lenteja.
Los tratamientos se monitorearon durante dos meses y medio,
evaluando la supervivencia, la altura de cada plántula desde la base hasta el
ápice, y el diámetro del tallo (cada dos semanas).
Del total de individuos, solo se reportaron muertes en
limonachobajo el tratamiento de micorrizas y el control. Por otro lado, en
limonacho y totumo las tasas de crecimiento variaron, en altura lograron hasta
5 cm más en algunos individuos tratados con auxinas, comparado con otro tipo de
tratamientos; además, el diámetro del tallo también aumentó en casi 1 cm.
Para medir los rasgos funcionales, se eligieron 5 individuos
al azar por cada tratamiento y especie, estos se procesaron y en el software estadístico
RStudio se analizaron sus rasgos foliares (hojas) y sus tallos. De los
rasgos funcionales Únicamente encontraros diferencias en el contenido foliar de
materia seca, por lo que resulta pertinente analizar los rasgos de raíces de
estas especies, y así evaluar posibles diferencias entre los tratamientos.
“Este es un mecanismo que no resulta costoso ni demorado a
la hora de realizar los procesos de regeneración de los bosques nativos de
Cundinamarca, y a su vez es accesible para los habitantes de la región y para
los entes gubernamentales que velan por su restauración, pues hay especies como
carreto (Aspidosperma polyneuron), que está en un grave estado de
amenaza”, concluye la investigadora.
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