En la búsqueda de controladores biológicos que contrarresten el dañino accionar de Colletotrichum sp. y Fusarium sp., hongos que atacan respectivamente los cultivos de aguacate y maracuyá en Arauca, se confirma que microorganismos benéficos, como las bacterias marinas, impiden su proliferación. El objetivo es desarrollar prototipos de sustancias antifúngicas que los productores puedan utilizar de manera segura sin afectar el medioambiente.
Además de ricas y nutritivas, la “fruta de la pasión” y el
“oro verde” representan un importante factor de desarrollo económico y
social en Arauca y son una fuente de ingresos significativa para pequeños y
medianos agricultores que diversifican la producción agrícola de la región,
tradicionalmente dominada por la ganadería y los cultivos extensivos como el
arroz y el maíz.
Sin embargo, Colletotrichum sp. y Fusarium sp.,
enemigos silenciosos de estos cultivos, representan una seria amenaza para el
futuro de la producción. Mientras el primero provoca antracnosis, ataca hojas,
tallos y raíces generando manchas y pudrición que debilitan la planta y afectan
la calidad del fruto, el segundo genera la temida marchitez vascular, una especie
de barrera que impide el flujo de agua y nutrientes hacia las hojas provocando
su marchitamiento, y en casos severos la muerte de la planta.
Ante este escenario surge la ciencia como una aliada tanto
para entender cuáles son y cómo actúan estos fitopatógenos como para buscar
alternativas que permitan dar una solución eficaz y sostenible a la inquietante
problemática. Un equipo multidisciplinar de investigadores de la Universidad
Nacional de Colombia (UNAL) Sedes Orinoquia y Bogotá, en alianza con la empresa
Aitia Biotech, se dio a la tarea de indagar cuáles son los principales
hongos enemigos del maracuyá y el aguacate, protagonistas de la cadena
productiva frutícola de la región.
“Los hongos Colletotrichum sp. y Fusarium sp. alcanzan un estadio máximo de esporulación, lo que significa que están en su punto álgido de maduración y pueden causar la muerte de la planta”, explica la profesora Carolina Chegwin Angarita, de la Facultad de Ciencias de la UNAL, una de las investigadoras de la alianza BioAguaMara, y precisa que “por eso es importante buscar estrategias de control, dado que ellos tienen una gran destreza para reproducirse”.
Observación exhaustiva
En la etapa inicial del estudio se realizó una
caracterización exhaustiva de ambos frutos sanos y enfermos. Para ello se
realizaron extracciones con diferentes solventes, seguidas de un perfilado
químico, con el que se identificaron y compararon distintos componentes para
saber cómo se afecta el perfil ante la presencia del microorganismo.
Otra parte del trabajo consistió en evaluar la
actividad antioxidante del maracuyá y del aguacate. Se trata de compuestos
sintetizados por las plantas en sus diferentes partes(frutos, hojas, ramas,
raíces, etc.) que les confieren características naturales, preservándolos, y
que al ingerirlos
Los resultados mostraron que tienen gran potencial
antioxidante, lo que los convierte en una fuente natural de gran valor para la
salud y el desarrollo futuro de productos cosméticos, por ejemplo.
Una fase de la investigación consistió en realizar
aislamientos de 20 hongos de aguacate y 9 de maracuyá. “Los microorganismos se
pusieron en cajas de Petri en medio de cultivo PDS y se mantuvieron en
oscuridad en una incubadora a 25 °C. Observamos que en entre 7 y 10 días
ya habían invadido la caja”, relata la profesora. Así, se aislaron e
identificaron mediante técnicas de microbiología molecular, idóneas para
determinar aquellos presentes en los cultivos, lo cual incluyó la extracción de
ADN y su secuenciación.
Estrategias para combatirlos
Además de encontrar los principales responsables de los
daños en maracuyá y aguacate, los investigadores determinaron alternativas
naturales que ayuden a controlar los hongos, para lo cual hoy se emplean
diferentes fungicidas compuestos por productos químicos que, aunque son
eficientes, son tóxicos y tienen implicaciones para la salud.
Una estrategia es el biocontrol, o control biológico, que se
basa en el uso de microorganismos benéficos como las bacterias marinas, los
hongos endófitos (viven dentro de los tejidos de las plantas sin causarles
daño) y los hongos macromicetos (setas), enemigos naturales de los fitopatógenos,
pues controlan su crecimiento y desarrollo sin afectar los cultivos.
En el estudio se mezclaron los buenos con los malos en una
caja de Petri con medio de cultivo PDA, un escenario ideal de confrontación.
“Observamos que en algunos casos el hongo fitopatógeno incluso crece sobre el
otro microorganismo. En otras muestras vimos que cuando el microorganismo
benéfico no se puede defender, produce compuestos diferentes durante el
enfrentamiento”.
“Lo interesante de estos experimentos es que vemos cómo en
el proceso los microorganismos benéficos crean una especie de barrera que
permite que los dañinos sigan creciendo, lo que se conoce como “proceso de
antibiosis” , señala la investigadora.
Por último, menciona que “aún trabajamos para identificar la
bacteria que está desencadenando el efecto más interesante sobre Colletotrichum sp. y Fusarium sp.
El resultado servirá para avanzar hacia una segunda fase de la investigación,
en la que se materializarán prototipos de productos antifúngicos”.
“Esto implica ajustar las condiciones de cultivo para
optimizar la producción de compuestos bioactivos y diseñar formulaciones
adecuadas para aplicarlas en campo y en productos comerciales.
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