Hasta el Parque Natural Chicaque y el Cerro de Quininí (Cundinamarca) llegó una ingeniera química de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) para recolectar cortezas y madera en descomposición de los robles, y aislar y estudiar levaduras nativas que, entre otras bondades, transforman en biocombustibles con gran proyección industrial el azúcar proveniente del bagazo de caña, del cual se generan alrededor de 6,5 millones de toneladas al año en el país.
Los hongos Debaryomyces nepalensis y Scheffersomyces
virginianus serían fundamentales para impulsar la transición hacia
industrias más limpias y sostenibles como la de las biorrefinerías, ya que son
capaces de transformar el azúcar (D-xilosa) en etanol o xilitol. Así lo
demostró Ángela María García Acero, doctora en Ingeniería Química de la UNAL,
quien señala que los bosques de robles no solo guardan biodiversidad sin
catalogar, sino que también encierran un enorme potencial biotecnológico.
Tras arduas jornadas de trabajo y usando técnicas de
identificación molecular, la investigadora caracterizó 50 especies diferentes
de estas levaduras autóctonas de los robledales andinos. De esas, 50,15
resultaron ser posibles nuevas especies para la ciencia, e incluso un nuevo
género.
Pero además, según manifiesta la experta, “una de esas
nuevas especies del género Ogataea ya fue descrita formalmente
y publicada. Sin embargo, hay otras que están en el proceso de ser descritas”.
“S. virginianus logró una eficiencia
superior al 66 % para producir etanol a partir de la D-xilosa presente en
el hidrolizado del bagazo de la caña de azúcar, que es un resultado muy bueno
para este tipo de sustratos porque tienen varios compuestos inhibidores para
los microorganismos”, dijo la investigadora.
Por su parte, D. nepalensis es productora
de xilitol y también presentó unas características muy importantes: “es muy
tolerante a condiciones ácidas y alcanzó hasta un 78 % de eficiencia para
generar xilitol, un edulcorante natural ideal para diabéticos”.
Cultivadas en laboratorio
“Para tomar las muestras arrancamos pequeños trozos con
pinzas estériles para no contaminar las muestras, y ya en el laboratorio las
cultivamos en medios específicos para favorecer el crecimiento de las levaduras
transformadoras de azúcar (D-xilosa)”, explica la investigadora.
En el Laboratorio de Bioprocesos de la UNAL se introdujeron
en tubos Falcon y se pusieron en un dispositivo llamado agitador vórtex, que
genera un movimiento circular rápido en la base para mezclar y homogeneizar los
líquidos.
Según la experta, estas muestras se incuban a una
temperatura controlada entre 25 y 30 °C, que es un rango óptimo para el
crecimiento de estos hongos.
“Tuvimos medios de cultivos específicamente para una pentosa
(D-xilosa), un azúcar que no muchos microorganismos pueden asimilar y
transformar; así pudimos ver cuáles colonias de esas levaduras presentaban esta
capacidad”, expresa.
Con su estudio, la doctora en Ingeniería Química evidencia la oportunidad que hay de explorar la biodiversidad que albergan ecosistemas naturales como los bosques de robles, especie muy importante para el país que infortunadamente está amenazada por la deforestación y la ampliación de la frontera agrícola.
“Necesitamos hacer el tránsito hacia sistemas de producción biológicos con menor impacto ambiental, y una de las rutas es utilizar la biomasa residual como materia prima, además de darle un uso sostenible a la biodiversidad”, subraya la investigadora García.
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