Aunque las hojas de la yuca son una fuente de proteínas y minerales como hierro y zinc, también contienen niveles significativos de cianuro –un compuesto tóxico que actúa como mecanismo de defensa de la planta–, por lo cual suelen botarse a pesar de su valioso contenido nutricional. Un experto en toxicología de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) propone un método sencillo que elimina hasta el 91 % del compuesto y que se puede replicar cualquier hogar.
La yuca, mandioca o tapioca es un cultivo resistente que se
adapta a condiciones ambientales adversas como la sequía, y es por eso que en
Colombia se produce en todos los departamentos. Aunque sus raíces ricas en
almidón suelen ser un alimento básico, el resto de la planta, especialmente las
hojas, suelen desecharse.
“Las hojas de la yuca son ricas en proteínas, fibras,
vitaminas del complejo B y C, y minerales como el hierro y el zinc, mientras
que las raíces aportan principalmente carbohidratos”, explica Iván Mauricio
Mahecha Rojas, estudiante de la Maestría en Toxicología de la UNAL.
Sin embargo existe un obstáculo: las hojas de esta planta
contienen niveles significativos de cianuro, un compuesto tóxico que actúa como
mecanismo de defensa de la planta. Algunas variedades de yuca pueden tener en
sus hojas hasta 4.000 partes por millón de cianuro, lo que las convierte en un
riesgo para el consumo humano.
“Aunque este compuesto también está presente en las raíces
de la yuca, un tubérculo de consumo frecuente, las hojas presentan mayores
niveles de cianuro debido a que es ahí donde se produce”.
“El cianuro se origina a partir de una categoría de
moléculas llamadas glucósidos cianogénicos. Al romperse el tejido de la hoja
esta molécula se libera junto con otras enzimas que actúan como tijeras,
cortándola hasta volverla inestable y finalmente degradarla en cianuro”, señala
el experto.
Estudio en regiones
Dentro de su investigación analizó el contenido de cianuro
en 28 variedades de hojas de yuca de Colombia e identificó que las variedades
TU1, V27, T22 y V20, comunes en Nariño, Caquetá y Guaviare, presentaban los
niveles más altos de este compuesto, mientras que algunas variedades de
Antioquia y Bolívar mostraban bajas concentraciones.
Para cuantificar el cianuro empleó una técnica de
colorimetría y otra denominada espectrofotometría ultravioleta visible, la
cual, mediante el análisis de la longitud de onda, permitió determinar la
concentración de cianuro.
“Los valores atípicos que encontramos estaban en un rango de
97 a 3.936 miligramos (mg) y el valor promedio para la mayoría de las
variedades estaba entre 1.500 y 2.000 mg”, manifiesta el experto.
Pero su investigación no se quedó ahí: en una segunda fase
tomó 2 variedades, las analizó y descubrió que es posible reducir drásticamente
los niveles de cianuro en las hojas mediante tratamientos térmicos y mecánicos
sencillos, triturarlas o macerarlas y luego hervirlas durante un tiempo
específico, que se podrían replicar en los hogares colombianos.
“Aplicando un proceso de maceración y hervido durante 10
minutos logramos eliminar hasta un 91 % del contenido de cianuro en
algunas variedades de yuca. También lo hicimos con trituración”, precisa.
Para llegar a ese punto el investigador tuvo que explorar
diferentes técnicas, entre ellas seleccionar las hojas que más se pudieran
adaptar a un contexto doméstico, pues su intención es que este alimento se
pueda aprovechar más, por sus propiedades nutricionales.
Cabe destacar que en Colombia diversas comunidades indígenas
han desarrollado técnicas ancestrales para procesar la yuca y eliminar el
cianuro presente en sus hojas, pero estas no son ampliamente conocidas y por
eso se siguen desechando estos tesoros nutricionales.
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