martes, 4 de febrero de 2025

¡No corte toda la caña!, recomendación para que los paneleros tengan mejores cosechas

En 17 fincas paneleras de los municipios de Quebradanegra, Nocaima y Nimaima (Cundinamarca), un estudio reveló que cortar solo los tallos maduros de la caña de azúcar durante la cosecha permite que esta crezca más fuerte y absorba más luz y nutrientes; así se mejoraría la sostenibilidad, rentabilidad y calidad de los cultivos de la región, preservando el posicionamiento de Colombia como uno de los países que más consume este alimento.

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), cada colombiano consume alrededor de 34 kg de panela al año, un dato que refleja la importancia de este producto con más de 500 años de historia, a tal punto que no falta en el mercado de miles de familias, quienes la emplean para endulzar el tinto, preparar agua de panela para el frío o para tratar los resfriados.

En Colombia la caña de azúcar –materia prima de la panela– se cultiva especialmente en el Valle del Cauca, Cauca y el Eje Cafetero, pero Cundinamarca, con Villeta como “capital de la panela”, tiene gran potencial. Sin embargo, la falta de un estándar de cosecha en el altiplano cundiboyacense hace que los resultados del trabajo de Paola González Gutiérrez, magíster en Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), sirva de guía para optimizar tanto la producción como las ganancias.

La investigadora evaluó las tres formas principales de cosechar caña de azúcar en el país: entresaque, parejo sin renovación, y parejo con renovación, para determinar cuál método favorecía un mejor rendimiento, es decir mayor crecimiento, mejor absorción de nutrientes y un jugo de mayor calidad, lo que se traduce en una panela más sabrosa y nutritiva.

¿Cómo funcionan los métodos? Imagine el cultivo de caña de azúcar, y sitúese en la posición del productor en su finca; luego de 1 año él está pensando en retirar la cosecha y utilizar la caña en los trapiches (molinos que trituran la planta y van exprimiendo el jugo) para obtener ganancias de comercios y empresas que quieran comprar panela y azúcar.

El cañicultor tiene tres opciones: (i) cortar los tallos de la planta que ya se ven maduros, es decir más largos y marrones, pues es un indicador de que habrá mejor jugo, y dejar los que aún no han crecido tanto, (ii) cortar todo al mismo tiempo dejando solo la base, que son pequeños brotes que aún no despegan del suelo, y (iii) arrancar todo para reemplazarlo por un nuevo cultivo.

Para el estudio, la investigadora González visitó 4 veces 17 fincas paneleras en los municipios de Quebradanegra, Nocaima y Nimaima (Cundinamarca), registradas en las bases de datos de la Corporación Colombiana de Investigación Agropecuaria (Agrosavia), para medir variables como la capacidad de la planta para hacer fotosíntesis –es decir cómo reciben las hojas nutrientes y agua–, la altura y el diámetro del tallo luego de la cosecha.

En cada finca seleccionó 2 parcelas de 25 m2 y tomó muestras del tallo y las hojas de la planta con instrumentos como un analizador portátil de gases –que permite ver cómo la planta hace fotosíntesis y crecen las hojas– y un medidor de clorofila, que indica la salud de la planta, o sea que esté absorbiendo todos los nutrientes disponibles.

Luego de analizar las muestras tomó 4 plantas de cada parcela y encontró que el método de entresaque resultó ser el mejor, y además produjo plantas más altas, de hasta 3,39 m de altura, lo que se traduciría en más jugo para producir panela.

Por otro lado, evidenció que el método en el que se dejaron pequeños brotes de la base de la planta generó las hojas más grandes, con un área foliar de hasta 553,61 cm2, lo que refleja buen estado de salud de la planta; además, el método de reemplazar todo el cultivo no mostró diferencias en cuanto a la capacidad para crecer o hacer fotosíntesis, lo que, aunque puede ser beneficioso para tener una caña de azúcar uniforme y con menos riesgo de plagas como la cochinilla, su costo e inversión es más elevado.

No todos los productores de panela en Cundinamarca pueden aplicar el método más eficiente (corte de tallos maduros), ya que requiere muchos jornaleros y recursos que no siempre están disponibles”, indica la magíster González.

Esto obedece a que para hacer el corte se debe revisar planta por planta buscando los tallos maduros para cortarlos con machete sin dañar los que aún no han crecido del todo. Es un trabajo arduo y demorado que además requiere una repetición constante durante el año. En lugares como el Valle del Cauca una cosecha de caña de azúcar puede tomar entre 10 y 12 meses, mientras en zonas frías como Cundinamarca toma de 14 a 18 meses.

“Es necesario que las políticas agrícolas del país garanticen tanto la mano de obra necesaria para este fin –generando una mayor conectividad entre productores y jornaleros– como la empleabilidad de jóvenes en este campo”, asegura la investigadora González, quien contó con la dirección de los profesores Helber Balaguera López, del Departamento de Ciencias Agrarias de la UNAL, y Bellanid Huertas Carranza, de Agrosavia.





 

lunes, 3 de febrero de 2025

Deshidratador solar evitaría pérdidas de plátano verde en Santander después de la cosecha

 

En Colombia se pierde hasta un 30 % de los residuos de alimentos luego de las cosechas, lo cual afecta lugares como la vereda Las Clavellinas, en Galán (Santander), que, por su difícil acceso, malas carreteras y falta de inversión estatal tienen dificultades para garantizar la frescura de productos como el plátano verde. Para ayudarles a reducir sus pérdidas económicas, se implementó un mecanismo solar que reduce la humedad evitando así la aparición de hongos y bacterias.

El Instituto Colombiano Agropecuario (ICA) estima que en Colombia se cultivan más de 400.000 hectáreas de plátano, de las cuales 280.600 se encuentran en la zona cafetera del país; y su volumen de producción es del orden de 1.8 millones de toneladas al año.

En ese sentido, la producción de plátano se convierte en una oportunidad para darle valor a la agricultura de zonas “olvidadas”, en la que el abandono estatal ha llevado a que estén incomunicadas de los centros urbanos, y que sea más difícil prosperar y que los campesinos tengan ganancias económicas.

Este es el caso del municipio de Galán (Santander), que cuenta con 3.031 habitantes, 1.000 en el área urbana y el resto en la ruralidad, donde el 81,7 % de la fuerza económica está sustentada por las actividades agrícolas y ganaderas. Tierras en las que destaca el cultivo de productos como el café, la yuca, el maíz y el plátano.

Además de las malas vías, la alta humedad del plátano verde (hasta un 80 %) dificulta su comercialización, pues reduce su vida útil antes de llegar a los mercados urbanos. Por esta razón, la investigadora Erika Tatiana Fajardo Ariza, magíster en Ciencia y Tecnología de Alimentos, de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), se interesó por poner a prueba un mecanismo llamada deshidratador solar, el cual se lleva usando desde hace cientos años para secar las frutas, verduras o incluso carnes, pero en el que se enfocó en medir la humedad del plátano cada 20 minutos -hasta llegar a una hora-, para reducir al máximo el contenido de agua en la fruta.

Esto es novedoso porque los deshidratadores en el país se usan principalmente para el café, excluyendo otros alimentos esenciales para la economía de regiones como Galán, donde los productores buscan impulsar el cultivo de plátano y otras frutas. Controlar la humedad es clave, ya que un alto contenido de agua favorece la proliferación de bacterias y hongos, acelerando la descomposición.

¿Cómo funciona? Imagine una casa con ventanas y techo de vidrio por las que entra el sol, en su interior hay bandejas con mallas donde se colocan los alimentos, como el plátano verde. El aire se calienta y los alimentos se van secando poco a poco, por lo que el porcentaje de agua dentro de la fruta comienza a reducirse, generando un ambiente más adecuado para que no haya riesgo de contaminación por algún microorganismo. 

Al plátano verde lo pueden afectar hongos como Colletotrichum musae, causante de la antracnosis, una de las principales enfermedades poscosecha del banano e influye significativamente en la calidad de la fruta mercadeable.

“Para los ensayos iniciales se trabajó con 20 kilos de plátano verde y banano bocadillo, los cuales primero se cortaban y pelaban en rodajas de entre 3 y 5 milímetros, para luego ser puestos en las láminas, y cada 20 minutos eran pesados para ver cómo iba disminuyendo el agua en su interior, hasta el punto en el que no cambiaba este valor, allí se evidenciaba que estaba listo”, indica la investigadora.

Valor agregado para las comunidades

Posterior al secado de los productos se molieron y procesaron en un horno para crear harina plátano, que sirve como un reemplazo para la harina de trigo, lo cual ayudaría a aprovechar los residuos de la cosecha, en un proceso denominado economía circular, que como su nombre lo dice sigue un proceso en el que se vuelve a utilizar aquello que ya se había utilizado, en este caso el plátano, que después de la cosecha se pierde entre un 25 % y 30 % si no se usa en otra aplicación.

“Se evaluaron distintas concentraciones de harina de plátano y trigo para elaborar galletas, y darle valor agregado a los residuos que quedan luego de las cosechas, y se evaluó el producto en un panel sensorial con 100 personas en la UNAL Sede Bogotá, encontrando la combinación perfecta para elaborar esta receta”, asegura la magíster de la UNAL.

Por último, señala que la investigación fue producto de un trabajo conjunto con la Asociación de Apicultores de la Serranía de los Yariguíes, la Alcaldía de Galán (Santander), y el Instituto de Ciencias y Tecnología de Alimentos (ICTA) de la UNAL, por lo que se destaca el proceso de cocreación llevado a cabo, en donde la comunidad de este municipio ahora tiene una máquina de deshidratación solar que podría durar fácilmente más de 10 años, y ayudaría a disminuir las pérdidas y los costos para los productores de plátano, una fruta autóctona de esta región.