Con una producción anual superior a los 2,5 millones de toneladas, en Colombia la papa es uno de los pilares del agro, genera 350.000 empleos y aporta el 3,3 % del PIB agropecuario. En Boyacá, donde se cultiva el 27 % del tubérculo, la papa es tan emblemática que ser “buena papa” es sinónimo de honestidad. Sin embargo su cultivo no está exento del ataque de microorganismos tan letales como los potyvirus y el carlavirus, que dejan pérdidas millonarias. Para superar estas dificultades, un grupo de investigadores implementó dos sistemas que en apenas 3 horas y a bajo costo detectan hasta 5 virus.
Para probar el desarrollo de su técnica, que actúa como un
“escáner” de rayos X, el microbiólogo Neider Alfonso Jiménez Miranda, magíster
en Microbiología de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), trabajó con 2
variedades comerciales de papa: diacol papiro y yema de huevo, y con 8
variedades nativas, entre ellas alcarrosa y balbanera, de los municipios
boyacenses de Ventaquemada y Chiscas.
El método aplicado por el magíster Jiménez combina técnicas
utilizadas por separado en otras investigaciones para detectar varios virus a
la vez, lo cual es importante ya que las pruebas actuales solo detectan uno, y
además son de difícil acceso para los pequeños papicultores.
Por ejemplo, la metodología propuesta les permitiría a
entidades como el Instituto Colombiano Agropecuario (ICA) y la Corporación
Colombiana de Investigación Agropecuaria (Agrosavia) ofrecer un servicio más
preciso y focalizador.
La propuesta combina la técnica de RT-PCR Múltiplex –que
amplifica el material genético de diferentes virus en una sola reacción– con la
qPCR, una herramienta que no solo confirma la presencia del virus en tiempo
real, sino que además mide cuántas copias hay en la muestra, como si contáramos
cuántos virus hay en cada planta.
El secreto estuvo en identificar cebadores específicos, los
cuales funcionan como pequeñas llaves que solo encajan en el material genético
de cada virus, es decir que si en la muestra hay un virus, los cebadores lo
encuentran y lo amplifican, permitiendo detectarlo.
Para asegurarse de que cada llave encajara perfectamente, el
magíster Jiménez utilizó programas de análisis bioinformático que optimizaron
su diseño garantizando que la prueba fuera precisa y no diera falsos positivos.
En una sola prueba
Para el estudio se analizaron en laboratorio 100 plantas
adultas (de 2 meses), cultivadas en frascos con agar, sustancia que provee los
nutrientes necesarios y les permite crecer in vitro, para
tomar muestras de tejido y analizar los virus; además se implementaron dos
sistemas de detección múltiple, lo que permitió identificar 5 virus y un
viroide en alrededor de 3 horas, lo que reduce tiempo y recursos en comparación
con hacerlo por separado.
Algunos de los virus detectados fueron el PVY (potyvirus),
transmitido por pulgones, que produce muerte en las hojas y deformación de los
tubérculos; el PVS (carlavirus), cuyo vector también son los pulgones o el
contacto entre plantas contaminadas, generalmente sin síntomas, lo cual
dificulta su reconocimiento; y el virus de la vena amarilla de la papa, que se
transmite por la mosca blanca y pone amarillentas las venas de las hojas.
Cuando estas enfermedades aparecen o se juntan, las pérdidas pueden ir del
10 al 80 %, dependiendo del momento en que se actúe.
Por último, para comprobar los resultados, los científicos
usaron electroforesis en gel de agarosa, una técnica que permite “ver” el
material genético de los virus en una especie gelatina, en la que, al aplicar
una corriente eléctrica, se pueden observar los cambios propios de cada virus
en un transiluminador de luz ultravioleta, máquina que muestra una “huella
digital” o banda de cada uno de estos patógenos.
Así, en vez de analizar cada virus por separado con la
técnica PCR convencional –famosa durante la pandemia por Covid-19– este método
permite detectar la presencia del virus y facilita la amplificación de ciertas
zonas del genoma de la planta para ver los genes que se activan ante el
contagio.
Este avance no solo permite detectar los virus en cultivos
más rápidamente y de manera asequible, sino que además sienta las bases para
crear kits de diagnóstico, para que en el futuro las entidades encargadas de
realizar pruebas en campo no tengan necesidad de invertir en costosos
laboratorios; además, los papicultores podrían tener semillas completamente
certificadas como libres de virus, garantizando una mejor producción.
El trabajo del magíster Jiménez fue dirigido por los
profesores Fabio Aristizábal, de la UNAL, y Zaida Ojeda, de la Universidad
Pedagógica y Tecnológica de Colombia.
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