martes, 29 de julio de 2025

Arándanos más frescos gracias a lámina biodegradable con mentol y limoneno

 Pequeños, jugosos y de un intenso color azul violáceo, los arándanos son frutos ricos en antioxidantes, vitamina C y que los hacen muy apreciados en el mercado nacional e internacional. Sin embargo, su fragilidad y corta vida útil dificultan su comercialización en fresco. Para enfrentar ese reto, se desarrolló una lámina a base de almidón de yuca, con adición de aceite esencial de mentol y limoneno que protegen los frutos, alargan su vida útil y reducen el uso de empaques plásticos.

En regiones como Boyacá, Cundinamarca, Antioquia y Nariño ya se cultivan variedades de arándanos adaptadas al clima andino, muchas de ellas traídas originalmente de Estados Unidos. Este fruto, que antes era importado, hoy tiene un potencial agroindustrial importante para el país. Sin embargo, a pesar de su alto valor nutricional y comercial, tiene una gran desventaja como muchas ‘berries’: es extremadamente sensible al deterioro por hongos, bacterias y cambios de temperatura. Su vida útil, incluso refrigerado, no suele superar los 15 días.

Para prolongar su frescura sin recurrir a aditivos sintéticos ni plásticos contaminantes, la investigadora Sofía Castellanos González, de la Maestría en Ciencia y Tecnología de Alimentos de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), diseñó y evaluó una lámina activa elaborada a base de almidón de yuca con mentol y limoneno, sustancias antimicrobianas incorporadas mediante saturación por adsorción, que mejoran su dispersión y estabilidad.

El almidón de yuca se eligió no solo por su disponibilidad sino también como apuesta por la economía circular, reduciendo además el uso de plásticos derivados del petróleo y aprovechando subproductos de la agroindustria. El desarrollo se llevó a cabo en el Laboratorio de Empaques y Vida Útil de Alimentos del Instituto de Ciencia y Tecnología de Alimentos (ICTA) de la UNAL, a partir de procesos de extrusión en caliente, que permitieron obtener una película delgada, flexible, y completamente biodegradable, es decir, capaz de descomponerse naturalmente sin dejar residuos contaminantes.

Para enriquecer la lámina con propiedades antimicrobianas se utilizaron mentol y limoneno, compuestos activos presentes en los aceites esenciales de la menta y los cítricos, conocidos por atacar la pared celular de hongos como Botrytis cinerea, principal causante del deterioro del arándano. Estas sustancias no se mezclaron directamente con el almidón, sino que se incorporaron por contacto, mediante un sistema de exposición en un recipiente hermético, que impregnó las láminas evitando la volatilización de los compuestos antes de empacar los frutos.

Cada lámina, de unos 0,7 mm de espesor, se recortó rectangularmente y se adhirió en la parte interna de los contenedores plásticos microperforados –similar a los empaques comerciales–, con capacidad para 90-100 g de frutos.

Resultados que abren nuevos mercados

Durante las pruebas de laboratorio, los frutos se almacenaron en refrigeración con distintos tratamientos: sin lámina, con lámina simple y con lámina cargada con mentol o limoneno, y se evaluaron cambios en peso, textura, color, firmeza, acidez, azúcares solubles y deterioro microbiano.

Los resultados fueron muy satisfactorios: los arándanos empacados con la lámina activa preservaron mejor su textura y color, perdieron menos peso y se preservaron por más tiempo frente a los frutos con empaques comerciales. Particularmente el tratamiento con mentol permitió conservar los frutos en buen estado hasta por 47 días en refrigeración, frente a los 24 días promedio en los empaques convencionales, lo que representa un aumento del 50 % en su vida útil.

En cuanto al análisis microbiológico, los frutos empacados sin lámina presentaron gran cantidad de hongos y levaduras, mientras que los empacados con la lámina activa solo mostraron presencia del hongo Cladosporium, sin rastros de B. cinerea.

Este resultado impacta no solo en la cadena de comercialización –permitiendo llegar a más mercados con pérdidas más bajas en poscosecha–, sino también en el uso responsable de materiales de empaque, al reducir la necesidad de plásticos de un solo uso.

La propuesta ya despertó el interés de una empresa local que realizó pruebas adicionales con fines de escalamiento industrial, gracias a que los procesos de extrusión son fácilmente replicables y los insumos utilizados —como el almidón de yuca y los compuestos activos— son asequibles y económicos.

Aunque esta primera etapa se centró en los arándanos, la investigadora Castellanos plantea que “la tecnología se podría adaptar a otros frutos, ajustando los compuestos antimicrobianos según los patógenos predominantes. La idea es que este desarrollo no solo beneficie a los productores, sino que además contribuya a una agroindustria más sostenible y competitiva para el país”.







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