A partir de preguntas de investigación relacionadas con el impacto del hombre sobre las especies de flora en el Parque Natural Chicaque y el tipo de especies de aves que habitan las zonas altas medias y bajas de esta reserva, estudiantes de séptimo grado de Cota (Cundinamarca) encontraron una forma vivencial de aprender y aplicar el método científico, lo que mejoró en un 70 % su desempeño académico en áreas como biología.
Los estudiantes, guiados por el modelo de enseñanza basado
en la experiencia, pudieron observar y sentir el entorno del Parque Chicaque y
proponer miniproyectos en los que desarrollaron competencias científicas de
identificación, indagación, explicación, comunicación y trabajo en equipo,
además del desarrollo de competencias sociales.
“Las salidas de campo son el ambiente de aprendizaje
propicio para el Desarrollo de miniproyectos de investigación, en los que los
estudiantes sigan de manera práctica el método científico, que les permite
además una mejor apropiación conceptual disciplinar con respecto a la
metodología tradicional que se desarrolla en el salón de clase como ambiente
formal de aprendizaje”.
“Normalmente, al preguntarle a cualquier persona sobre el
método científico, dicen que lo aprendieron con libros, exposiciones,
diapositivas o videos, pero en esto hay muy poca aproximación experiencial. Se
tiene la percepción de que es algo difícil, pero en realidad es algo que usamos
todos los días para tomar decisiones, por ejemplo cuando nos preguntamos qué
ruta de transporte tomar, cuánto nos vamos a demorar, entre otros factores
cotidianos”.
La investigadora realizó la aproximación con estudiantes
entre los 12 y 13 años de séptimo grado del Colegio Bilingüe José Max León, en
el marco del proyecto de investigación institucional “Navegantes 2020”, que
abordaba la temática del río Bogotá.
“Les planteé la problemática sobre cómo creen que las
personas hacen ciencia, cómo es el día de un científico. Les puse ejercicios de
observación en el colegio campestre, donde tenían que salir y mirar su entorno
y el de las plantas que veían, y hacerse preguntas que quisieran despejar y que
necesitaban de una metodología para ser resueltas”.
La magíster logró capturar la atención y el interés de los
estudiantes, y por medio de preguntas orientadoras los guio hasta que lograron
ver la aplicabilidad del método científico para responder a todas sus
inquietudes. “Ellos creían que la labor científica era inaccesible, pero cuando
hablamos del método científico comenzaron a hacerse muchas preguntas y se
creyeron su labor científica y por grupos plantearon problemas de
investigación”.
Ciencia alrededor de la naturaleza
Esta estrategia pedagógica se complementó con una salida de campo al Parque Natural Chicaque, donde los jóvenes tuvieron la oportunidad de acampar y tener un componente sensorial de la fauna y la vegetación del lugar.
Los jóvenes plantearon preguntas de investigación, por ejemplo sobre la relación del cambio altitudinal con el tipo de aves e insectos del lugar, y través de la observación con binoculares lograron comparar las especies encontradas en la parte alta, media y baja del gradiente altitudinal del Parque.
Otras preguntas estuvieron relacionadas con la influencia
del hombre en las zonas por donde circulan y el cambio de la vegetación frente
a las zonas alejadas. “Los chicos hicieron un cuadrante en el campamento evaluando
cuántas plantas había, qué especies se encontraban allí, cómo estaban sus
hojas, y luego hacían otro cuadrante lejos del campamento o en una zona que no
fuera de tránsito corriente o por donde no pasaran muchas personas”, señala la
investigadora.
Agrega que “al inicio del curso se hizo un acercamiento de
forma tradicional sobre conceptos de biología con prácticas en laboratorio y
con una evaluación diagnóstica, para mirar qué tanto había aprendido. Al final
del año se realizó nuevamente la evaluación y los estudiantes mostraron una
mejora significativa su desempeño académico en estas temáticas”.
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