Las semillas de dicha variedad mejorada de papaya, que hasta 1999 tuvo mucha aceptación por parte de los fruticultores de Antioquia, Risaralda y Valle del Cauca, podrían volver a germinar en los campos de país gracias al trabajo de ingenieros agrónomos de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Medellín.
Los resultados de la investigación adelantada por la
estudiante Ruby Alejandra Loaiza Ruiz, de la Maestría en Ciencias Agrarias de
la UNAL Sede Medellín, se convierten en un importante paso para obtener papaya
variedad UN Cotové.
Retomando el trabajo realizado en los años noventa por el
ingeniero agrónomo Carlos Reyes, profesor del Grupo de Mejoramiento Genético de
Especies Andinas y Tropicales de la UNAL Sede Medellín, la estudiante combinó
en su investigación las áreas de la fisiología vegetal y el mejoramiento
genético para buscar semillas élites de dicha variedad, resistente al virus de
la mancha anular, enfermedad más limitante de la producción de esta fruta, pues
acorta la vida productiva de la planta.
Aunque el cultivo de papaya ha sido tradicional en los
municipios de Santa Fe de Antioquia y Sopetrán, este se ha visto afectado por
el virus de la mancha anular, generando que los campesinos dejen de producirla.
Por esta razón, el profesor Reyes lideró un trabajo que
permitió obtener semilla de papaya resistente a la enfermedad, la cual fue
denominada UN Cotové, porque las pruebas de su eficacia se adelantaron en
el Centro Agropecuario Cotové de la UNAL Sede Medellín, ubicado en
Santa Fe de Antioquia.
La estudiante explica que “existen diferentes tipos de
mejoramiento genético, unos son convencionales, como el que hizo el profesor
Reyes yendo al campo, revisando y seleccionando las plantas con las mejores
características, como producción precoz y buena altura para su cosecha”.
“Así, se tomaron las semillas de las variedades locales y de
otras como la Cariflora, que se cultiva en el Caribe y en Florida (Estados
Unidos), tolerante al virus de la mancha anular”, amplía.
Cuando las plantas crecieron se seleccionaron las líneas de
mejor calidad, y de los frutos se obtuvieron las semillas que fueron plantadas
de nuevo. “Mediante procesos de polinización natural se cruzaron entre ellas;
la acción se repitió por varios ciclos continuos hasta obtener las
características deseadas: una planta resistente a la mancha anular, de porte
bajo y con un fruto de buen sabor”.
La variedad UN Cotové se cultivó en Antioquia y en
Venezuela con gran aceptación entre productores y consumidores; sin embargo,
como la papaya suele cruzarse con facilidad, las semillas mejoradas perdieron
su pureza, es decir que la planta dejó de ser resistente a la enfermedad”,
relata.
Considerando la importancia del trabajo, los grupos de
investigación en Ecofisiología de Plantaciones Agrícolas Tropicales y en
Mejoramiento Genético de Especies Andinas y Tropicales de la UNAL Sede Medellín
se unieron para rescatar el aporte científico que representa esta variedad en
el occidente antioqueño.
Aporte a la región
La estudiante menciona que “en mi trabajo evalué los
mecanismos que explican el desarrollo y el comportamiento de la especie en el
bosque seco tropical: cómo la afecta el medioambiente, cómo es su proceso de
fotosíntesis o cómo se da el proceso de respiración”.
Con este diagnóstico se identificaron los individuos con
características élites, que los convierten en potenciales padres para comenzar
el proceso de mejoramiento y así obtener de nuevo la variedad UN Cotové.
Con unas semillas de esta variedad que aún se conservaban se
empezó el trabajo investigativo, mediante el cual se lograron germinar
alrededor de 200 plántulas que luego se trasplantaron en la Estación Agraria
Cotové, donde comenzó el análisis.
Este consistió en evaluar todas las características
morfológicas (altura de la planta, número de hojas, altura a la que empezaba a
florecer y número de frutos, entre otras) y fisiológicas, como por ejemplo la
hora del día en la cual produce más fotosíntesis, en qué cantidades y cómo se
afecta según las humedades presentes en el suelo, qué grupos de individuos eran
más eficientes durante el día y las tasas de transpiración, pues de ahí depende
sus requerimientos de agua; también se midió la fluorescencia de la clorofila,
un indicador clave del estrés de la planta.
“Con todos estos datos obtenidos cada mes se hizo un escáner
completo de cada planta; luego se realizó un análisis estadístico de conglomerados,
mediante el cual identificamos por grupos cuáles podían ser usadas como
material parental en el proceso de mejoramiento”, agrega la estudiante Loaiza.
Las semillas obtenidas de este proceso se podrán usar en
futuros programas de mejoramiento.
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