En el patio de sus casas, muchos cesarenses tienen una mina de oro que están dejando podrir porque no saben qué es. ¿Cómo así? tal cual como lo leen: los árboles de carambolo o torombolo (Averrhoa carambola), cuya sombra buscan al atardecer, podría representar una posibilidad de ingresos, transformando su fruto –que tiene forma de estrella– en productos como mermeladas, purés, compotas, almíbares y vino, entre otros, gracias a su composición química y alto nivel nutricional, ya que tiene buen contenido de vitaminas A y C y minerales como calcio, fósforo y potasio.
Entre septiembre y octubre, y enero y febrero, los frutos de
carambolos o torombolos caen de los árboles cuando están maduros, y aunque las
personas lo consumen en fresco (inmediatamente, o pocos días después de
recogerlo, sin ninguna preparación) o preparan jugos o dulces, son muchos los
que terminan en la basura.
El poco conocimiento y la baja comercialización de la “fruta
de estrella”motivó a un grupo de estudiantes de Ingeniería Biológica de la
Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede de La Paz a “destilar” una idea de
negocio: producir vino artesanal a partir del torombolo, que se da de manera
natural en regiones como los municipios de Manaure, La Paz y San Diego, del
departamento del Cesar.
Alexandra Villamizar, Anne López, Joel Pinto, José Remolina,
Maira Rivera y Verónica Garay buscan transformar esta fruta tropical exótica y
darle un valor agregado para que se convierta en una alternativa económica para
los productores cesarenses, quienes actualmente subsisten de renglones
económicos como el agropecuario (30 %), los servicios como comercio, transporte
y hotelería (35 %) y la minería (27 %), según la Gobernación del Cesar.
El torombolo es una especie nativa que crece en climas
cálidos; son bayas gruesas de color anaranjado rojizo cuando está maduro, con
sabor agridulce y refrescante, cuyo porcentaje de producción en el país no
aparece registrado en la Asociación Hortifrutícola de Colombia (Asohofrucol).
Esta fruta popular es recomendada para personas con diabetes
e hipertensión arterial, así como para conservar la visión y el buen
funcionamiento del sistema inmunológico.
“El torombolo no ha logrado posicionar un nicho de mercado
debido al desconocimiento técnico de su manejo y de sus ventajas nutricionales.
Por su composición química es apto para producir productos como mermeladas,
purés, compotas, almíbares y vinos, entre otros, pero en la región no se
aprovecha”, manifiesta la estudiante Villamizar.
¿Cómo hacen el vino?
Los futuros ingenieros biológicos tomaron dos muestras de
torombolo recolectadas en patios del municipio de Manaure y las llevaron a
fermentar, una en el municipio de Valledupar (a altas temperaturas) y la otra
se preservó en el Laboratorio de la UNAL Sede de La Paz (a bajas temperaturas)
en 21 días.
Después realizaron el proceso pertinente: se estruja la
fruta, se macera la mezcla y se pone en una vasija para que fermente y así
obtener un vino artesanal orgánico, sin aditivos ni conservantes artificiales.
Para eso se utiliza 1 g de levadura, 150 ml de agua y 3.030 kg
de torombolo, y se sacaron dos muestras: una en una casa de Valledupar con el
2,63 % de alcohol, y una muestra de laboratorio con el 3,94 % de
alcohol.
“Aunque a temperaturas bajas el proceso de fermentación es
más lento, produce más porcentaje de alcohol, mientras con las temperaturas
altas el proceso es mucho más rápido pero el porcentaje de alcohol es menor”,
coinciden los futuros ingenieros biológicos.
Ellos utilizaron además 50 ml de estevia diluida como
aromatizante en dichos procesos alcohólicos, no como endulzante, puesto que
este no cuenta con las propiedades del azúcar, así que no es de mucha ayuda
para incentivar a las levaduras que hagan su trabajo en el proceso de
fermentación.
Proyecto de aula
Los ingenieros físicos y docentes de la UNAL Sede de La Paz,
Diana Rojas y Fredy Jiménez, quienes guiaron este proceso, recalcan que “en el
proyecto no solo se busca obtener una bebida con las mejores características a
partir de la regulación de propiedades físicas y químicas que inciden en el
sabor y el porcentaje de alcohol de la bebida, sino también en el desarrollo de
empresa y la promoción de la diversidad productiva de la región Caribe,
teniendo en cuenta que la base económica es variada, destacando sectores como
agricultura, ganadería, minería, industria y turismo.
“Iniciativas como los proyectos de aula son importantes
puesto que se ponen en práctica los conocimientos adquiridos durante las
clases; es decir, llevamos lo teórico a lo práctico, permitiéndole al
estudiante participar activamente en la investigación, mediante la resolución
de problemas y la aplicación de conceptos desde valores propios, contribuyendo
en la comprensión y el desarrollo de habilidades que son fundamentales en sus
futuras carreras”, puntualizan.
Este vino es una prueba inicial de los estudiantes. A futuro
lo proyectan como una idea de emprendimiento que podrían utilizar para generar
ingresos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario