Aunque durante años se han utilizado para disminuir la inflamación y el dolor, reducir los niveles de azúcar en la sangre o fortalecer el sistema inmune contra virus, bacterias y otros agentes dañinos, hasta el momento no existe suficiente sustento científico sobre los usos de estas plantas. El Proyecto GAT, en el que participan investigadores de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Palmira, avanza en el estudio de su diversidad genética y estructura poblacional.
En su trabajo para la Maestría en Ciencias Biológicas, la
bióloga Lina María Tarazona Pulido tomó muestras de anamú (Petiveria
alliacea L.) en Cundinamarca, Tolima, Boyacá y Valle del Cauca. En este
último departamento funciona el Banco de Germoplasma de Plantas Medicinales del
Centro de Experimentación de la UNAL Sede Palmira (Ceunp).
Los muestreos de pronto alivio (Lippia Alba) se
realizaron en Tolima, Putumayo y Valle del Cauca, también con muestras del
Ceunp.
Los resultados obtenidos hasta el momento muestran que las
diferencias genéticas del pronto alivio se encuentran especialmente en
grupos de plantas de la misma área, lo que sugiere que estas se mezclan entre
sí, ya que su propagación se da mediante esquejes, principalmente.
La diversidad genética de anamú es más notable entre grupos
de plantas de diferentes áreas, posiblemente porque no se propagan de forma tan
amplia y no son tan conocidas en diferentes comunidades.
Según la investigadora, “al explorar la diversidad genética
de estas plantas medicinales se valida su uso ancestral y se pueden asociar sus
genes con sus beneficios terapéuticos. Esta aproximación no solo contribuye a
conservar la biodiversidad, sino que también puede impulsar su cultivo y
producción, mejorar la calidad de los compuestos medicinales y abrir la puerta
a nuevas terapias alternativas para el cáncer”.
Para su estudio utilizó RADseq, una metodología de secuenciación
de nueva generación basada en la secuenciación asociada con sitios de
restricción, la cual le ha permitido explorar gran parte del genoma (conjunto
de información genética) de estas plantas sin necesidad de secuenciar el genoma
completo, ya que se enfoca de manera eficiente en regiones específicas del ADN
o material genético.
Con esta técnica, el ADN se fragmenta de manera selectiva en
lugares específicos utilizando enzimas de restricción. Estos “trocitos” se
etiquetan y luego se someten a secuenciación, lo que permite entender la
información genética contenida en las plantas, en este caso.
“Esta técnica es innovadora para buscar sitios de
restricción en áreas del material genético en donde se encuentran diferencias
genéticas conocidas como SNP, o polimorfismos de un solo nucleótido, pequeños
cambios en la secuencia del ADN que pueden tener un gran impacto en las
características genéticas de una especie”, señala la bióloga Tarazona.
Su desarrollo ha permitido la colaboración estrecha
con las comunidades locales en la siembra y el mantenimiento de las plantas, lo
que ha contribuido a conservarlas y aportar al conocimiento de sus beneficios
medicinales.
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