El cultivo y consumo de dichos alimentos, entre los que también se encuentra la papa cidra (o guatila), y que se han visto rezagados por la alimentación industrial, está renaciendo en el Valle del Cauca, en donde 500 campesinos de mercados agroecológicos le están devolviendo el valor que merecen, y no solo nutricional, sino también como representantes de la soberanía alimentaria, pues sus sabores autóctonos y su arraigo cultura son fundamentales para las comunidades locales.
Los alimentos olvidados o subutilizados son aquellos que ha
caído en desuso o han sido menospreciados en la alimentación cotidiana de una
determinada región o comunidad. Suelen formar parte de la herencia culinaria y
agrícola de una región, pero con el tiempo han perdido popularidad y se han
visto opacados por la homogeneización de la dieta con productos procesados y la
escasa demanda de los consumidores urbanos.
Aunque en el planeta existen cerca de 30.000 especies que se
pueden consumir, paradójicamente en Colombia solo 4 lideran la alimentación:
arroz, trigo, papa y maíz, un riesgo para la biodiversidad de cultivos
tradicionales y alimentos que no faltaban hace unos años en la mesa de los
colombianos.
El redescubrimiento y la promoción de estos alimentos es
importante no solo desde una perspectiva culinaria y gastronómica, sino también
desde el punto de vista nutricional y de conservación de la biodiversidad.
Muchos de estos alimentos suelen ser ricos en nutrientes y pueden tener
propiedades beneficiosas para la salud. Además, su cultivo y consumo
contribuyen a diversificar cultivos y preservar especies vegetales valiosas.
Frente a este escenario, manifestado por integrantes de la
Red de Mercados Agroecológicos Campesinos del Valle del Cauca, la ingeniera
agroindustrial Diana María Mora Escobar, candidata a Doctora en Agroecología de
la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Palmira, profundizó en el
estudio de estas especies y se puso manos a la obra a rescatar los saberes,
sabores y usos asociados con alimentos como yacón, sagú, tomate de árbol
silvestre, papa cidra, maíz oscuro, bore y achiote, entre otros.
Para ello seleccionó 10 fincas familiares agroecológicas de
Cali, Guacarí, Restrepo, Andalucía, Buga y Tuluá, además de 4 mercados
agroecológicos: MercUN (Palmira), Mercovida (Restrepo), Mercacentro (Tuluá) y
Mercapaz (Buga), que reúnen a más de 500 familias agroecológicas de manera
participativa.
“Con ellos se ha empezado el rescate no solo del cultivo
sino también del consumo, es decir, los siembran y después los utilizan en sus
preparaciones diarias como sopas, sudados o tortas. Además, parte de ese
conocimiento lo comparten en seminarios, talleres, visitas, capacitaciones y
degustaciones”, indica la ingeniera.
Como parte del estudio, la investigadora realizó con las
familias caminatas etnobotánicas, cartografía social y diagnósticos
agroecológicos participativos, entre otras actividades que han sido
fundamentales para el desarrollo del trabajo.
Con recursos del Fondo Fundación WWB Colombia para la
Investigación –a través de la quinta convocatoria lanzada en 2021 por el
Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación (Minciencias)– y de la UNAL Sede
Palmira, la ingeniera convocó a reuniones y encuentros con las comunidades en
las que aplicó técnicas de investigación participativa y aplicada para
revitalizar el conocimiento y el valor nutricional de estos alimentos
olvidados.
“El papel de las familias agroecológicas para conservar
estos alimentos es fundamental, pues ya se han convertido en guardianes de
semillas y de conocimientos ancestrales asociados con ellas, a través de la
agricultura familiar de la región”.
Frente al tema, el profesor Diego Ángel, de la Facultad de
Ciencias Agropecuarias y director de la tesis, destaca que “la diversidad
agrícola se ha reducido en favor de la producción a gran escala de una sola
especie”.
Diversidad y visibilidad, claves para la agroecología
La investigadora Mora enfatiza en que “la tarea fundamental
de mi proyecto se ha centrado en visibilizar estos alimentos olvidados: se
trata de volver a poner en el mapa y en los platos de las personas estas
especies y sus historias”.
En una época en la que la modernidad amenaza con borrar las tradiciones
culinarias de madres, abuelas y tatarabuelas, como asegura la ingeniera
agroindustrial, con el apoyo del Grupo de Investigación en Agroecología seguirá
promoviendo el consumo de estos alimentos en eventos académicos, mercados
locales y ferias agroecológicas, en un esfuerzo por conectar con esos
conocimientos ancestrales perdidos y hacer que cobren vida una vez más.
Como parte de este trabajo, el 20 de septiembre pasado se
realizó una muestra agro-biodiversa y gastronómica en el marco del “Seminario
Agroecológico Ciencia, Encuentros y Saberes año 18: Recuperando saberes,
sabores y usos asociados con las plantas alimenticias olvidadas y
subutilizadas”, en la UNAL Sede Palmira a la que asistieron, productores
agroecológicos, investigadores, profesores, estudiantes y miembros de la
comunidad.
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