miércoles, 31 de julio de 2024

Café del Cauca con impulso de la UNAL triunfa en Juegos Olímpicos de París 2024

 En este evento internacional que reúne a las naciones en torno al deporte, un café cultivado en Miranda (Cauca) se sirve en las mesas de los líderes mundiales gracias a un proceso de éxito que inició a través de la alianza estratégica entre la academia y la producción agrícola para mejorar el cultivo y las prácticas comerciales.

Productores campesinos, indígenas y afrodescendientes que forman parte de la Asociación Café Aromas de Montaña en el municipio de Miranda (Cauca) han llevado su Café Aromo al escenario mundial de los Juegos Olímpicos de París 2024, un hecho que representa una notable victoria para las comunidades locales del sur del país, y que además destaca la especial dedicación y particularidad ancestral que cada agricultor dispone en su labor.

Las características del café representan la riqueza y diversidad del suelo y el clima tropical del Cauca, con cultivos que van desde los 1.400 hasta los 2.100 msnm, de los que brota una gama de sabores con notas suaves y cítricas hasta matices de panela y chocolate, atributos que obedecen no solo a las condiciones geográficas y climáticas, sino también a la asociatividad y a las prácticas agronómicas innovadoras implementadas por los productores en los últimos años, gracias al rol del ingeniero agronómico Franklin Duvier Dagua Caldono, de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Palmira.

Desde su práctica académica y su trabajo de grado, el ingeniero Dagua, de la comunidad indígena nasa, ha aportado a la Asociación con el diagnóstico y el análisis organizacional y productivo con el que se formularon e implementaron las estrategias para mitigar los efectos del fenómeno de La Niña en la producción, una de las principales problemáticas de los cultivadores de café en la zona.

De las montañas del Cauca a los paladares en Francia

Gracias a la experiencia que obtuvo con organizaciones de base comunitaria en su voluntariado en la Escuela Agrobiológica de la UNAL, el ingeniero Dagua realizó el acompañamiento técnico para mejorar la transformación del café y las condiciones de las unidades productivas de los asociados, después de visitar más de 11 veredas de la zona alta del municipio, en donde encontró que las pendientes de la montaña provocan erosión del suelo y deslizamientos de tierra que afectan hasta en más del 50 % la producción y las vías terciarias por las que se movilizan los campesinos para sacar sus productos.

Tras fortalecer el proceso administrativo, agronómico y legal de la Asociación con miras a la exportación, paso seguido, en 2023, el egresado apoyó, motivó e impulsó a los asociados en el desarrollo de la alianza con la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) a fin de estimular la venta del grano y reducir la presencia de cultivos de uso ilícito en la zona, ya que alrededor del 30 % de las 80 familias asociadas se dedicaban a cultivar coca.

Es de resaltar que en Miranda el café ha sido la principal alternativa a los cultivos de uso ilícito tras la firma del Acuerdo de Paz en 2016, ya que allí se ubica Monterredondo, primer sitio veredal convertido en Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación (ETCR) para excombatientes.

Como parte de la iniciativa, en 2023 la Asociación recibió la visita de funcionarios de la ONU y de la empresa tostadora Malongo de Francia, compañía experta en proveer el café para eventos de alto nivel y aliada estratégica de la UNODC en la promoción de procesos en zonas de conflicto mundial, que luego de conocer de primera mano las condiciones agroclimáticas del municipio y los métodos de manejo agronómico y poscosecha hicieron el primer pedido de 19.250 kilos.

Así, el primer cargamento de café se envió al país europeo, un proyecto que más que un insumo de producción ha buscado trascender de la simple producción y venta de café sin procesar y sin valor agregado, a ofrecer un producto terminado, empaquetado, con marca propia y con características especiales que lo diferencian de los demás, lo que les permitirá a productores “obtener mejores precios y abrir nuevas oportunidades de mercado”, según manifestó el ingeniero Dagua.

Victoria caucana en los JJ. OO. de París

En enero de 2024, con el camino abonado y con el ingeniero agrónomo Dagua al frente de la Asociación, Jean Pierre Blanc, director general de Malongo, junto con la embajadora de Colombia en Viena, Laura Gil, y otros funcionarios de la empresa francesa y de Naciones Unidas, llegaron a las montañas del Cauca para recorrer las fincas en la zona rural de Miranda y firmar un memorando de acuerdo para comercializar el café durante los próximos 5 años.

A partir de este acuerdo, el ingeniero de la UNAL espera, con la Asociación, impulsar el desarrollo alternativo en el municipio y fortalecer las capacidades locales con equipos de laboratorio y formación técnica para los productores. Sobre la noticia de que la Café Aromo está presente en los Juegos Olímpicos, dijo: “nos tomó por sorpresa y nos motiva a seguir”.








jueves, 25 de julio de 2024

Juventudes rurales son la nueva generación del cacao en el Valle del Cauca

 El 80 % de la producción de cacao en Buenaventura y Tuluá, en el Valle del Cauca, depende de la mano de obra familiar, con alta participación de jóvenes, pero situaciones como la pobreza y el conflicto dificultan el relevo generacional. Por ello, recuperar el cultivo de este fruto sería una alternativa viable y sostenible para revitalizar territorios vulnerables de la región y ofrecer oportunidades para la juventud.

En esta región se desarrolló un estudio con 14 jóvenes de entre 14 y 28 años, de 21 familias que forman parte de dos asociaciones de cacaocultores en los corregimientos de Cisneros (Buenaventura) y Tres Esquinas (Tuluá), quienes participaron en el “Proyecto de integración de jóvenes rurales en la cacaocultura”, de la Maestría en Gestión y Desarrollo Rural de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Palmira.

El estudio fue realizado por la zootecnista María del Carmen Moreno Ortegón, estudiante de la Maestría, quien trabajó con dos asociaciones de productores, una de ellas en Tuluá, que transforma el cacao en chocolate de mesa y manteca de cacao. En estas asociaciones el proyecto dejó como principal balance una proyección a 5 años para procesos de transformación del cacao, ventas y mercadeo (marketing), así como en la introducción de maquinaria y tecnología para fortalecer el cultivo en la región.

El corregimiento de Cisneros se caracteriza por su biodiversidad y riqueza hídrica; allí alrededor del 31 % de las familias productoras de cacao participaron en el programa de sustitución de cultivos de uso ilícito, que buscó transformar la economía local con el denominado “cultivo de la paz”. Por su parte Tres Esquinas cuenta con una tradición cacaotera más arraigada, ya que en el pasado esta zona formaba parte de las grandes áreas productoras del departamento, junto con Palmira, Candelaria, Florida y Pradera.

En la tesis se determinó que la migración de la juventud en ambos corregimientos ha dejado un vacío intergeneracional en la cacaocultura, que se refiere a la pérdida del conocimiento ancestral y de conexión con sus territorios, costumbres y rituales. Sin embargo, en Tres Esquinas han logrado mantener algunos de sus jóvenes en contacto con la tradición del cultivo, gracias a un fuerte vínculo familiar y comunitario.

Resultados y contribuciones a las comunidades

Con este proyecto, la tesista Moreno identificó que el 80 % de la producción de cacao en ambas regiones depende de la mano de obra familiar, con una alta participación de jóvenes. El cultivo en sus organizaciones se realiza en un sistema agroforestal en el que se destaca la presencia de cítricos, plátano y cacao, lo que garantiza una diversidad de alimentos e ingresos para los productores y sus familias.

Uno de los hallazgos más reveladores fue el arraigo cultural y la identidad biocultural de los jóvenes con el cultivo del cacao. “En Cisneros, por ejemplo, son fundamentales la identidad arraigada a su territorio en la región del Pacífico, la conexión con el entorno natural y la transmisión de conocimientos de generación en generación, además del seguimiento de las fases de la luna para llevar a cabo las actividades agrícolas y el valor del cacao en los sistemas agroforestales. Los jóvenes tulueños valoran la transmisión de conocimientos ancestrales y se muestran interesados en continuar impulsando la transformación del cacao en productos de mayor valor agregado”, señaló la investigadora.

La asociación de Tuluá tiene una permanencia más amplia en el territorio y sus productores viven en los predios donde tienen la unidad productiva, lo que genera un mayor vínculo con la cacaocultura en comparación con Cisneros, en donde sus predios están distantes de la vivienda, lo que limita su relación con el cultivo.

La investigación también destacó el papel que juegan las mujeres en la producción de cacao, con un 81 % de la participación, lo que resalta su apropiación e importancia en el desarrollo local sostenible. Además, identificó que el 53 % de los jóvenes en Cisneros y el 72 % en Tuluá están directamente vinculados al cultivo, bajo el liderazgo de sus familias.

Según la tesis, los factores desencadenantes de la migración de los jóvenes rurales son “el difícil acceso a servicios básicos, la pobreza multidimensional que para 2020 llegaba a 37,1 % y el conflicto armado. Datos de la Unidad para las Víctimas indican que el 21 % tienen entre 18 y 28 años. Hasta abril de 2024 se registraron en Tuluá 33.606 víctimas, mientras que en Buenaventura la cifra alcanza las 354.409”.

Este fenómeno ha impactado el desarrollo de las actividades agrícolas debido a la falta de mano de obra disponible y a la falta de continuidad generacional tanto familiar como asociativa y territorial.






lunes, 22 de julio de 2024

Alianzas entre universidades y empresas pueden impulsar el desarrollo en el Eje Cafetero

 Una barrera para establecer relaciones entre universidades y empresas, cruciales para la innovación sostenible y un desarrollo económico sólido en la región. Así lo identificó un estudio pionero en el epicentro del Eje Cafetero que señaló cómo lograr una colaboración efectiva.

Olga Lucía Hurtado Cardona, candidata a Doctora en Administración de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Manizales, centra su trabajo en los desafíos y limitaciones que actualmente presentan las interrelaciones universidad-empresa en el estratégico triangulo del café de Colombia. Este contexto, reconocido por su relevancia económica y educativa, enfrenta barreras significativas que dificultan un trabajo conjunto efectivo, que la investigadora abordó mediante el Modelo DART (diálogo, acceso, evaluación de riesgos y transparencia), escala que mide la co-creación de valor.

Su objetivo principal es analizar la estructura de las variables co-creadoras de valor en las interrelaciones universidad-empresa del Eje Cafetero, mediante la aplicación y validación del Modelo DART. “La investigación busca no solo entender cómo las instituciones mencionadas pueden colaborar eficazmente para generar valor mutuo, sino también proporcionar evidencia empírica sobre la efectividad en el marco de este contexto geográfico particular”, menciona la investigadora.

Así se pretende validar las condiciones locales del territorio y adaptarse a ellas teniendo en cuenta las características económicas, sociales y educativas de la región: “para el proceso de validación se usaron modelos estadísticos avanzados. Los resultados del estudio sobre las relaciones universidad-empresa revelaron hallazgos significativos y prácticos”, puntualizó.

Con este modelo se determinó que en la región existe una percepción positiva generalizada hacia la cooperación entre universidades y empresas, debido a que ambos sectores reconocen la importancia estratégica de trabajar juntos para impulsar la innovación y el desarrollo económico, aunque también se identifican retos como las diferencias culturales y la competencia por recursos limitados.

Las diferencias culturales se manifiestan en la necesidad de tener altos niveles de confianza, comunicación y compromiso para establecer relaciones exitosas. Estos valores pueden variar significativamente entre diferentes culturas organizacionales, lo que puede dificultar la colaboración efectiva. La confianza y el compromiso son esenciales, pero se pueden ver afectados por las distintas expectativas y normas culturales de las universidades y las empresas.

Además, la competencia por recursos limitados es otro reto que genera barreras para una colaboración entre las universidades y las empresas. La asimetría en cuanto a tareas, recursos y procesos de las partes intervinientes crea una competencia constante por los recursos, que pueden ser escasos. Esta competencia se observa en diferentes niveles de la relación, desde el individual hasta el organizacional e institucional.


El estudio demuestra que las prácticas de co-creación de valor son estratégicas para impulsar la innovación y mejorar la productividad en las empresas del territorio, fortaleciendo así el tejido económico, social y educativo de Caldas, Quindío y Risaralda. Los resultados subrayaron el potencial impacto positivo de un apoyo más estrecho en la competitividad regional y el desarrollo económico sostenible.

Basado en estos hallazgos, se formularon recomendaciones prácticas para fortalecer el trabajo colaborativo entre universidad-empresa en la región. Estas recomendaciones incluyen la creación de plataformas más asequibles, el diseño de políticas públicas que fomenten la ayuda mutua, y la promoción de proyectos de investigación aplicada que beneficien tanto a las instituciones académicas como a las empresas locales.

La finalidad del estudio fue contribuir al fortalecimiento de las interrelaciones entre universidades y empresas, lo cual se pretende lograr mediante la identificación de prácticas efectivas y oportunidades de trabajo conjunto, con el propósito de mejorar la competitividad regional, fomentar la innovación y promover un desarrollo económico sostenible.

La implementación y validación del Modelo DART proporcionó un marco robusto para mejorar las interrelaciones academia-empresa con estrategias como: fomentar el diálogo y las relaciones de confianza; compartir recursos y conocimientos, y formular políticas públicas adecuadas con el fin de contribuir a una colaboración efectiva que impulse el desarrollo económico y la competitividad regional. Esta tesis ofrece una hoja de ruta clara para fortalecer estas alianzas estratégicas y avanzar hacia un futuro de crecimiento sostenible en la región.






miércoles, 17 de julio de 2024

Mercado campesino de Arauca requiere más apoyo institucional para seguir impulsando la economía rural

 En la vereda Chaparrito del municipio de Arauca, un mercado campesino liderado por mujeres, la mayoría agricultoras, no solo abastece a la comunidad con productos frescos y nutritivos, sino que además ha demostrado ser esencial para las familias que lo conforman, ya que ofrece alimentos a precios asequibles y genera un impacto en la nutrición y economía de una región con recursos limitados; pese a ello afronta desafíos para seguir ejecutándose, el principal: no contar con un espacio fijo.

Un estudio sobre seguridad alimentaria y nutricional adelantado por la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) exploró esta dinámica comunitaria que se realiza los domingos a las afueras del municipio de Arauca, desde las 5 a. m. hasta las 12 m, y atrae a los pobladores de veredas aledañas y a los transportadores (los principales compradores), que transitan el corredor Arauca, Arauquita, Saravena y Tame.

En este espacio, las mujeres de la comunidad venden una variedad de productos que incluyen quesos, pollo semicriollo, carne, frutas, verduras y comidas típicas como caldos y tamales. Sin embargo, la operatividad del mercado tiene dificultades para el transporte de sus productos, falta de infraestructura adecuada como estanterías y congeladores, y la ubicación remota limita el acceso constante de compradores que van a pie.

La nutricionista Diana Carolina Olano Delgado, estudiante de la Maestría en Seguridad Alimentaria y Nutricional en la UNAL, resalta que “los alimentos que se ofrecen allí son de mejor calidad ya que no contienen conservantes ni químicos, lo que los hace más saludables para el consumo y para mantener una dieta nutritiva y variada, pero es necesario contar con los elementos y el manejo logístico adecuados en su comercialización, para potenciar o no perder su calidad”.

Sin centro fijo de acopio

“Las vendedoras se organizan de manera informal, los domingos se reúnen en la casa de la representante legal de la Asociación de Productores de Chaparrito (Asoproch) para realizar sus actividades, pero dependen de este espacio prestado para ofrecer sus productos al público”.

“Por eso en el último año la participación en el mercado campesino ha sido mínima; las ocasiones que se han efectuado con éxito ha sido por el apoyo de entidades como la Alcaldía y la Secretaría de Desarrollo”, explica la investigadora.

La falta de estanterías, mesas, congeladores y otros equipos esenciales para conservar y exhibir correctamente los alimentos es una barrera significativa. Según la estudiante, “la improvisación para almacenar, conservar y mostrar sus productos impacta en la operatividad y en la calidad de los alimentos ofrecidos. Estas deficiencias logísticas dificultan la venta de productos y son un desafío para la sostenibilidad y la expansión del mercado campesino, vital para la economía y seguridad alimentaria de la región”.


 
Además las participantes han tenido dificultades para mantener el mercado activo debido a la falta de demanda y la disponibilidad de productos, especialmente durante épocas de lluvias, lo que también ha llevado a que el mercado opere solo de manera intermitente; “para asegurar su sostenibilidad es necesario el apoyo constante y estructurado que incluya la dotación de infraestructura y la promoción del mercado entre la población local”, anota la investigadora.

Conservar el mercado como práctica económica y cultural

La investigación también revela que el mercado campesino juega un papel vital en la seguridad alimentaria del municipio de Arauca, pues un estudio del Programa Mundial de Alimentos realizado entre junio y noviembre de 2022, señala que el departamento presentó una tasa de 62 % de inseguridad alimentaria, es decir que no contaban con los suficientes alimentos en cantidad y calidad.

En este contexto, este ofrece una fuente crucial de alimentos asequibles y nutritivos, contribuyendo a mitigar la inseguridad alimentaria en la región y en las familias participantes, pues según la investigadora los alimentos vendidos en este mercado son frescos, menos procesados, y por lo tanto más nutritivos que los productos de supermercados, lo cual promueve hábitos alimenticios saludables y el consumo de alimentos locales y naturales.

La investigadora resalta que, “las mujeres que participan en el mercado campesino pertenecen a estratos socioeconómicos bajos y ven en esta actividad una oportunidad para generar ingresos adicionales y mejorar la calidad de vida de sus familias. Asoproch coordina estas actividades, permitiendo que cualquier persona con productos disponibles participe en el mercado sin necesidad de pertenecer a la Asociación”.

El mercado campesino no solo es un espacio de comercialización sino también un punto de encuentro comunitario donde las familias de la vereda Chaparrito pueden interactuar, compartir experiencias y fortalecer sus lazos sociales. La participación de la comunidad en estas actividades es fundamental para mantener vivas las tradiciones y prácticas agrícolas que son esenciales para la identidad y economía local.

 




Tilapia roja y zapallo impulsan economía en Valle del Cauca y Cesar

 Más de 300 acuicultores y pescadores han recibido formación en ciencia y tecnología para sacarles mayor provecho a sus cultivos –e incluso a los desechos– mediante la implementación de sistemas acuapónicos que combinan la crianza de peces y el cultivo de plantas, junto con pilotos de economía circular.

El proyecto integra la agroindustria, la microbiología y la producción sostenible para brindarles a las comunidades rurales vulnerables de El Paso (Cesar) y Yotoco (Valle del Cauca) oportunidades para aprender a transformar la tilapia roja y el zapallo en harina para elaborar chorizos, nuggets, salchichas y otros subproductos como fertilizantes y ensilaje para animales.

En ambas regiones, la cría controlada de peces en estanques es una actividad esencial para el desarrollo socioeconómico de las comunidades rurales, que, aunque geográficamente distantes, enfrentan desafíos comunes como acceso a recursos, escasez de infraestructura y dificultades en la prestación del servicio de energía eléctrica, que han afectado el establecimiento de sistemas productivos modernos.

Desde 2015, el Semillero de Acuicultura y Pesca de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Palmira, adscrito al grupo de investigación Ciencia, Tecnología e Innovación en Acuicultura y Pesca (ICTIAP), contribuye con las comunidades vulnerables de los dos departamentos mediante procesos de formación certificados y modelos de economía circular que son adelantados gracias a la “Alianza para el fortalecimiento del sector acuícola y pesquero de subsistencia del Valle del Cauca y Cesar (Acuapunal)”, en la que también participan las Sedes Bogotá y de La Paz.

En innovación y desarrollo tecnológico, los 4 modelos de economía circular adelantados en estas poblaciones se basan en un sistema acuapónico en el que cultivan tilapia roja, zapallo y lechuga, reutilizando y revalorando los productos (peces y hortalizas) y subproductos (materia orgánica) resultantes del proceso, ya que no solo se busca que las comunidades preparen alimentos transformados agroindustrialmente con el pescado y las hortalizas, sino que además con los residuos puedan obtener biofertilizantes y ensilajes.

Natalia López Marín, estudiante de Ingeniería Agroindustrial y participante activa del semillero, explica que “con la tilapia roja y el zapallo que sale del sistema se está haciendo harina de zapallo para preparar y fortificar nutricionalmente chorizos, nuggets, hamburguesas y salchichas Frankfurt; estamos creando un producto nutritivo y de alta calidad para enseñarles a las comunidades a hacerlo, un enfoque que además de diversificar la oferta del pescado y las hortalizas, incrementa el valor económico y la sostenibilidad de la producción”.

La elección de la tilapia roja obedece a su adaptabilidad a diversas condiciones ambientales y su importancia económica en los dos departamentos. El proyecto también incluye la producción de alimentos para peces y abono orgánico a partir de las larvas de la mosca soldado negra, esfuerzos que mejoran la productividad y calidad de los productos agrícolas.

“Precisamente el aporte del proyecto desde el campo microbiológico para alcanzar la producción sostenible en los modelos de economía circular se materializa en la evaluación, tanto de la calidad del agua en los sistemas acuapónicos como de los productos y subproductos transformados para garantizar su inocuidad y aceptación en el mercado”, informa la investigadora Elizabeth Mora, del ICTIAP.

Desarrollo sustentable con formación certificada

A la fecha, más de 300 productores piscícolas congregados enunas 150 asociaciones de acuicultores y pescadores en los dos departamentos han mejorado sus prácticas acuícolas mediante un proceso formativo con diplomados y cursos certificados por la UNAL.

La metodología integral, participativa y colaborativa de los proyectos ha involucrado a estudiantes de pregrado y maestría e investigadores de diferentes disciplinas de las Sedes Bogotá, de La Paz y Palmira en el diseño y la ejecución de las actividades formativas y la organización logística, beneficiando no solo a las comunidades sino también a los futuros profesionales del semillero en la generación de nuevo conocimiento resultado del proceso y su aplicación práctica en el campo.

Andrés Felipe Leal Muñoz, estudiante de Zootecnia, destaca que “para lograr acercarse a un acuicultor que tenga más de 65 años se debe tener disposición y empatía, y eso uno lo va aprendiendo en estos proyectos, vamos desarrollando esa capacidad de trabajar con comunidades vulnerables que a pesar de su contexto social siempre están en disposición de transmitir conocimiento y aprender”.

Gracias a su impacto en la sociedad desde 2015, el Semillero de Acuicultura y Pesca alcanzó una destacada participación en el XIII Encuentro Departamental de Semilleros de Investigación - Nodo Valle del Cauca, clasificando con un puntaje de 98 entre los 8 mejores trabajos de investigación que representaron a la UNAL Sede Palmira, logro que le permitirá avanzar al próximo evento que se celebrará en octubre en Armenia (Quindío).

Este importante proyecto de investigación ha sido dirigido por los profesores Carlos Alberto Jaramillo y José Igor Hleap, de la UNAL Sede Palmira, e Ibeth Cristina Romero Calderó y Jair Téllez de la Sede La Paz.







martes, 16 de julio de 2024

Cacao impulsa la economía de territorios afectados por el conflicto armado en Florida Vallecaucano

 Este municipio vallecaucano, marcado en el pasado por la violencia armada y las economías ilícitas, ha encontrado en la producción de este alimento ancestral una esperanza para su desarrollo económico y social, a través del impulso de la cadena productiva, con la que se busca aumentar la producción, mejorar las prácticas agrícolas y fomentar la transformación local del cacao en chocolate.

Con la metodología basada en la investigación participativa, los estudiantes del Colectivo Siembra, de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Palmira, entrevistaron a 60 cacaoteros, lo que les permitió identificar tres grupos principales: los que tienen tierras pero no conocimientos sobre el cultivo, los que tienen cultivos abandonados, y los que tienen cultivos activos. El 60 % ha sido víctima del conflicto armado.

Además encontraron cultivos de cacao diversos, especialmente variedades criollas, forasteras y trinitarias, como por ejemplo el híbrido CCN51, el Fear-5 y fsv-51, un trabajo que abre la puerta al desarrollo de mejoramientos genéticos que pueden optimizar la producción y la calidad del cacao local.

“Lo que hacemos es tomar una foto de la flor y del fruto para ver todas sus características morfológicas, luego recolectamos las flores y las analizamos”, informa Juan David Rojas Villafañe, estudiante de Ingeniería Agronómica de la UNAL Sede Palmira e integrante del Colectivo.

Uno de los desafíos más grandes que afronta la comunidad es el relevo generacional, pues, como afirma el estudiante, “más del 80 % de los cacaoteros entrevistados son adultos mayores y muchos jóvenes han abandonado el campo, por eso trabajamos en revertir esta tendencia, mostrándoles a las juventudes que el campo puede ser una fuente de innovación, tecnología y desarrollo en esta zona del país.

Gestión que da frutos con aroma a chocolate

En colaboración con la Corporación Colombiana de Investigación Agropecuaria (Agrosavia), el Servicio Nacional de Aprendizaje (SENA) y la Federación Nacional de Cacaoteros (Fedecacao), el Colectivo Siembra ha desarrollado eventos, talleres y cursos sobre injertación, manejo de podas y emprendimiento en cacao, como el foro “Fomento del cultivo del cacao, alternativa territorial”, realizado en el primer semestre del año.

Uno de los objetivos del Colectivo con este proyecto es crear el Comité Cacaotero de Florida, una instancia que buscará reunir a los cultivadores del municipio y promover la producción sostenible y de calidad que los destaque en la región.

También están gestionando la instalación de centros de acopio para transformar el cacao en chocolate, asegurando así un producto final de mayor valor, además de viveros interactivos que se  conviertan en centros de investigación y asistencia para los agricultores locales, y que además incentiven el interés de la juventud.

Del mismo modo, acompañan el proceso que viene adelantando Agrosavia con la implementación de la metodología Tisere (Territorios Innovadores y Socialmente Resilientes), que busca fortalecer los territorios mediante la resiliencia, es decir la capacidad de estas comunidades para recuperarse y reconstruirse después de periodos de violencia, a través de la innovación en el cultivo del cacao. Este enfoque permite identificar los problemas desde la perspectiva de la comunidad y no desde las instituciones, para desarrollar soluciones adaptadas a sus necesidades y garantizar así el proyecto a largo plazo.

“Por su parte el SENA iniciará el Programa de Formación en Emprendimiento en Producción de Cacao, mediante el cual capacitarán a 26 personas con un programa integral que abarca desde la siembra hasta la comercialización, preparándolas para enfrentar los desafíos del mercado y mejorar sus técnicas de producción según el manual técnico y normativo vigente”, informa el instructor Andrés Rengifo.

De los Llanos al Valle: BioCacaox, una historia de transformación

La estudiante Juliana Sierra Bustamante, quien adelanta el sexto semestre de Ingeniería Agrícola en la UNAL Sede Palmira y forma parte del Colectivo Siembra, es la gerente de BioCacao, una empresa familiar que transforma el cacao en chocolate. Ella ha sido una de las impulsadoras del proyecto en Florida, territorio que la acogió años atrás junto con su familia, provenientes de los Llanos Orientales.

“En el Llano estuve directamente involucrada con el cultivo del cacao, aprendiendo todo lo relacionado con las cosechas, procesos de fermentación, secado y selección para producir un buen chocolate. Nos mudamos al Valle del Cauca en busca de alternativas económicas debido a la falta de oportunidades, y comenzamos nuestro emprendimiento con una paila de cobre que tenía mi abuelo, optimizando tiempo y espacio para mejorar la calidad de nuestros productos”, relata la estudiante.

Sin embargo, a veces escasea la materia prima: el cacao. Por tanto, ella reconoce que esta gestión no solo ha beneficiado a su familia en el fortalecimiento de su empresa, sino también a la comunidad, apoyando el desarrollo económico y agroindustrial. “Ahora estamos en un proceso de recuperación del suelo en nuestra finca para establecer el cacao como cultivo principal y garantizar su sostenibilidad a largo plazo”, concluye la joven investigadora.

 






 

 








viernes, 12 de julio de 2024

Arracacha, balú y calabazas, “comidas poderosas” resguardadas por campesinos del sur del país

 En un mundo donde la industrialización y la globalización tienden a homogeneizar los sistemas alimentarios, un grupo de comunidades del suroccidente colombiano preserva la agro-biodiversidad y la memoria alimentaria de la región con el cultivo y consumo de alimentos como arracacha, chachafruto o balú, diversas variedades de calabazas, fríjol y maíz.

Así lo evidencia el estudio “Comidas poderosas” de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), desarrollado con más de 50 campesinos de la Asociación de Escuelas Agroecológicas Sostenibles de San Rafael, en Tuluá (Valle del Cauca), y las organizaciones Huellas, y Sembradores de Vida y Libertad en San Lorenzo (Nariño).

Los principales hallazgos de la investigación destacan el rol de las organizaciones campesinas en la conservación de variedades criollas y nativas de alimentos que además de aportar altos valores nutricionales representan un símbolo de resistencia cultural y política.

Estas comunidades, compuestas en su mayoría por familias campesinas dedicadas a la producción agropecuaria diversificada, enfrentan desafíos como la deficiente infraestructura vial, la presencia de actores armados y la limitada conectividad. Sin embargo, han desarrollado estrategias de autogestión y organización comunitaria que les han permitido afrontar estos retos y avanzar en la conservación de su agro-biodiversidad.

“Comidas poderosas” revela cómo las organizaciones comunitarias campesinas en esta zona del país, utilizando métodos tradicionales y agro-ecológicos, han preservado el patrimonio agrícola que por siglos formó parte de la alimentación diaria de la sociedad colombiana, pero que se ha rezagado por el cambio en los hábitos de consumo que favorecen productos más procesados y menos nutritivos.

Entre las prácticas más destacadas se encontraron las preparaciones gastronómicas tradicionales con alimentos de gran importancia cultural e identitaria como la arracacha, el chachafruto, el bore y diversas calabazas, que junto al fríjol y el maíz se mantienen vigentes gracias a las prácticas de intercambio y trueque, lo mismo que las preparaciones que pasan de generación en generación. Entre los animales que más crían y preservan se destacan las gallinas criollas y los cuis en Nariño.

La metodología de la investigación utilizada por el antropólogo Omar Giovanny Sánchez Quintero, estudiante de la Maestría en Gestión y Desarrollo Rural de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Palmira, se basa en la sistematización de experiencias a través de talleres a los que también llamó “Comidas poderosas”, en donde alrededor de la comida se genera un diálogo que ha permitido identificar las variedades que las organizaciones están conservando y las prácticas que utilizan para ello. También desarrolla visitas de campo, observación etnográfica, y entrevistas, y participa en las dinámicas comunitarias.

La comida como fenómeno social y político

“La comida es mucho más que el sustento que proporciona nutrientes esenciales, es un fenómeno social y político que refleja nuestra identidad cultural y los desequilibrios sociales y ambientales, por eso este proyecto busca devolverle su lugar sagrado e incentivar modelos alternativos de producción y comercialización justos y solidarios con estas comunidades”, señala el investigador Sánchez.

En términos políticos, un alimento poderoso es aquel producto nativo y criollo sembrado por familias campesinas en sus diversas manifestaciones de la agricultura familiar, étnica y comunitaria. Por eso el antropólogo afirma que “el proyecto ‘Comidas poderosas’ es un aporte a la construcción de alternativas al desarrollo que busca hacerle frente a la crisis civilizatoria a partir de la valoración de la agro-biodiversidad y el papel de la organización comunitaria en la gestión de iniciativas agro-ecológicas, de economía social y solidaria, y de apropiación social del patrimonio biocultural”.

El estudio plantea que el consumo de estos alimentos no es solo una elección dietética sino también una declaración política que posiciona a las personas frente a modelos de desarrollo, territorio y cultura, ya que reafirma la identidad de un país y el rol esencial del campesinado en la sociedad y en la economía, además de fortalecer la autonomía y la soberanía alimentaria.

Cualquier persona comprometida con la transformación del sistema alimentario puede ser custodia de semillas, ya sea plantándolas, consumiéndolas o transmitiendo su importancia a otros y no dejando de utilizar estos alimentos en la cocina, ya que “la semilla se pierde cuando se deja de consumir, y por lo tanto incluir en la dieta alimentos criollos y nativos producidos por organizaciones campesinas es una forma poderosa de contribuir con esta causa”, agrega el investigador Sánchez.

Los resultados del estudio también buscan inspirar a otras comunidades y actores en Colombia a valorar, conservar e incentivar el uso de las variedades criollas y nativas en recetas deliciosas que pueden enriquecer el menú diario.

Este trabajo es resultado de la labor del antropólogo Sánchez en la Fundación Suyusama y el Instituto Mayor Campesino, ambas obras sociales de la Compañía de Jesús que acompañan a comunidades campesinas, indígenas y afrodescendientes del suroccidente colombiano en la construcción de territorios en condiciones de sostenibilidad.






viernes, 5 de julio de 2024

Participación destacada de la UNAL Sede Orinoquia en encuentro de semilleros de investigación

 Estudiantes de pregrado de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Orinoquia sobresalieron en el XXI Encuentro Regional 2024 de la Fundación Red Colombiana de Semilleros de Investigación (RedCOLSI), logrando las puntuaciones más altas en una competencia que reunió a diversas instituciones educativas de la Amazonia y la Orinoquia. Las propuestas sustentadas abordaron diversos estudios relacionados con las plantas y semillas de la región, desde evaluaciones de su actividad biológica hasta el diseño de productos innovadores.

La UNAL presentó 10 investigaciones que obtuvieron puntajes superiores a 90 puntos, lo que les da el aval para competir a nivel nacional, consolidando su excelencia académica y científica.

Los grupos de investigación de la Sede están estudiando y ejecutando proyectos, entre ellos el Semillero de Investigación de la UNAL Sede Orinoquia (Siunor) y el semillero Germinando Curiosidades, al cual pertenecen los estudiantes de diversas carreras en la Sede Orinoquia.

Análisis químico de plantas ancestrales, las investigaciones más brillantes

Uno de los trabajos más sobresalientes fue el “Estudio preliminar sobre el potencial antioxidante y antimicrobiano y los principales constituyentes químicos presentes en la planta mata ganado (Pachyptera cf. kerere)”, desarrollado por Juan David Grass Cáceres, estudiante de Química. Esta investigación, que obtuvo un puntaje perfecto de 100 puntos, se centra en la identificación de propiedades antioxidantes y antimicrobianas de una planta nativa de la región que se usa como forraje para el ganado, con el objetivo de explorar su potencial en aplicaciones medicinales y fitoterapéuticas.

El estudiante comentó sobre los requisitos para avanzar al siguiente encuentro, que será a nivel nacional y se celebrará en Barranquilla: “para conseguir el aval es necesario obtener un puntaje superior a 90 puntos y quedar entre los más altos. Gracias a nuestros destacados puntajes representaremos a la región y competiremos con otras investigaciones de los nodos de Antioquia, Atlántico, Bogotá, Bolívar y Cauca, entre otros”.

“Lo ideal es llevar el proyecto adelantado. En mi caso, para este encuentro fue una propuesta de investigación con avances teóricos, ya para el Encuentro Nacional lo ideal es presentarlo como investigación en curso; según el resultado se puede obtener el aval internacional, pero el puntaje debe ser más alto, superior a 95 puntos”.

La segunda investigación de la UNAL que alcanzó el puntaje máximo fue “Análisis fitoquímico y evaluación de actividad biológica de las hojas de Tripogandra serrulata (Commelinaceae) presente en la Orinoquia colombiana”, realizada por Laura Sofía Sogamoso Fernández, también estudiante de Química. Su trabajo profundiza en la identificación de compuestos bioactivos y el posible uso en la industria farmacéutica de la especie vegetal conocida popularmente como azufre, la cual es muy usada en el tratamiento de ciertas dolencias y en procesos de cicatrización.

“En la región no existen investigaciones científicas registradas o referentes bibliográficos que hablen de las propiedades medicinales atribuidas al azufre, ni de sus constituyentes químicos principales. Gracias a las recomendaciones y la guía de la profesora Mary Montaño iniciamos el estudio de esta especie con el fin de analizar el perfil químico y la actividad antioxidante, antimicrobiana y anticancerígena de las hojas de la planta”, indica la estudiante, que con esta propuesta destacó la biodiversidad de la región y su potencial científico.

Las investigaciones que le suceden en puntuación se relacionan con estudios sobre el frailecillo de Cuba, sibidigua o tuatúa (Jatropha gossypiifolia), y el antibiótico (Justicia cf. Colorifera), además del uso de aceites esenciales del fruto limoncillo ornamental, o limón swingla (Swinglea glutinosa)como método alternativo para el control de mosquitos. Además se diseñó un protector solar natural utilizando extractos de achiote (Bixa orellana), promoviendo así el uso de recursos naturales y locales en aplicaciones farmacéuticas y productos de cuidado personal. Todas los trabajos se presentaron de manera presencial y virtual, destacándose por la novedad e innovación de sus enfoques.

Este evento, que se realizó en la Corporación Universitaria Autónoma de Nariño (Aunar) en Villavicencio (Meta), fue una plataforma en donde los estudiantes demostraron la calidad y el rigor de sus investigaciones, destacándose entre universidades públicas y privadas, colegios y el SENA de departamentos como Amazonas, Arauca, Caquetá, Casanare, Guainía, Guaviare, Meta, Putumayo, Vaupés y Vichada.

Este encuentro no solo fue una oportunidad para que los estudiantes de la UNAL demostraran sus habilidades y conocimientos, sino también una plataforma para intercambiar ideas y aprender de otros jóvenes investigadores.

La destacada participación de los estudiantes de la UNAL Sede Orinoquia en el Encuentro Regional 2024 de la RedCOLSI es un testimonio tanto del compromiso y la excelencia académica de la Universidad como del potencial de sus estudiantes para contribuir significativamente al avance científico y tecnológico del país.







jueves, 4 de julio de 2024

Determinan dosis idóneas de nitrógeno y fósforo para producir agraz en mejores condiciones

 Este tipo de arándano silvestre nativo de Colombia, también llamado mortiño, es muy apetecido no solo por su delicioso sabor, sino también por su alto valor nutricional; sin embargo en el país aún no se ha investigado a fondo sobre la cantidad de nutrientes como el nitrógeno y el fósforo que la planta necesita para crecer y desarrollarse mejor; investigadora en Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) le puso la lupa al tema.

La producción de agraz en el país aún está en una fase silvestre, esto quiere decir que solo se produce a campo abierto y en cosechas que no manejan condiciones controladas, por lo que estos hallazgos ayudarían a robustecer y facilitar la domesticación de la especie, ya que se puede determinar la cantidad adecuada de fertilizante para el cultivo.

La especie es nativa de zonas boscosas frías y húmedas, entre los 1.500 y 3.000 msnm, y los suelos en los que se desarrolla son ácidos y con una alta saturación de aluminio y disponibilidad de hierro, manganeso y amonio, pero tiene déficits en fósforo. Según el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural, en 2018 su cultivo presentó 312,7 hectáreas de cultivo, especialmente en Boyacá.

En su investigación, Mariam Vásquez Martínez, magíster en Ciencias Agrarias de la UNAL, encontró las dosis adecuadas de nitrógeno y fósforo para que el agraz (Vaccinium meridionale Swartz) se potencie en los cultivos de territorios como Antioquia, Nariño, Santander, Boyacá y Cundinamarca.

Lo anterior, luego de realizar un preensayo y 2 ensayos, cada uno con 300 plántulas de la especie, en los que variaba las concentraciones de cada nutriente para ver lo que ocurría en las primeras etapas de crecimiento (cuando se considera que la planta está joven).

“En la literatura revisada para otras especies de arándanos silvestres originarios de latitudes diferentes, se observaba que se aplicaban entre 25 y 35 kg por hectárea (kg/ha) de nitrógeno, y 10 y 40 kg/ha de fósforo; pero las concentraciones que usamos en los ensayos eran significativamente menores, y aún así obtuvieron un rendimiento positivo”, indica la investigadora.

Combinaciones ideales

Para determinar estos valores se consideraron 3 puntos esenciales, el primero es que las dosis tuvieran una influencia en parámetros de estrés y fisiología de la planta, por ejemplo la síntesis de clorofila, un pigmento natural que le brinda el color y además le facilita la fotosíntesis, la producción de energía, la resistencia al estrés, y también la calidad del fruto.

Las combinaciones ideales fueron de 1,1 gramos (g) de nitrógeno con 0,5 g de fósforo, y 1,8 g de nitrógeno con 0,5 g de fósforo. Con esta mezcla como fertilizante “las plantas mejoraron su resistencia al estrés, un valor que de hecho es muy diciente, ya que en las regiones en donde la planta se cultiva de manera silvestre los niveles en suelo de los dos nutrientes son más bajos, y aun así se desarrollan”, anota la investigadora.

También se evaluó el crecimiento de cada planta, y se observó que 1,1 g de nitrógeno con cualquiera de las dosis de fósforo (0,25 y 0,5 g) ya tienen un efecto positivo en el crecimiento, pues se presentó hasta 94 % más de biomasa en relación con plantas sin fertilizar.

“Se identificó que las dosis superiores a 2,5 g de nitrógeno tenían un impacto negativo en las plantas jóvenes de agraz, lo cual no quiere decir que en fase adulta no funcione, pero en las plántulas disminuía en un 33 % la producción de biomasa. Además se vio una toxicidad que hizo que las hojas se cayeran, se tornaran negras, se marchitaran y crecieran poco”, indica.

Explica que, “dado que resulta difícil medir el área foliar de esta planta, pues sus hojas son numerosas y pequeñas, se crearon 5 modelos matemáticos en lenguaje de programación R, para estimar el dato usando variables como el peso y tipo de hoja; el que tuvo el mejor rendimiento presentaba un porcentaje de precisión de hasta un 91 %, lo cual es un aporte valioso y novedoso para el estudio del agraz en el país”.

 “Entre las dificultades para el análisis de este cultivo están el lento crecimiento, ya que cada ensayo duró 1 año, y la adquisición de las plántulas, que en este caso se trajeron de Antioquia, gracias a una empresa que las mantenía en vivero en las condiciones óptimas para su desarrollo”, menciona la magíster.

 La investigación se realizó en los invernaderos de la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNAL, con un apoyo importante en financiación del Centro de Investigación y Extensión Rural (CIER) de la Universidad, y contó con la dirección y el apoyó de los profesores Stanislav Magnitskiy y Liz Patricia Moreno, de la Facultad de Ciencias Agrarias.