lunes, 31 de marzo de 2025

Huertas colectivas transforman hábitos y salud en Bogotá

 Más de 1.000 huertas colectivas, algunas de ellas ubicadas en las aulas vivas de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) y en el ecobarrio La Esmeralda de Bogotá, están transformando la relación de los habitantes con la comida, contribuyendo a la salud mental, social y nutricional de sus participantes, señalan los resultados del proyecto “Impactos de las huertas colectivas en la educación y los hábitos alimentarios”, adelantado por la UNAL.

Dichos espacios de cultivo gestionados por las comunidades son compartidos por varias personas y todas participan para sembrar y cuidar plantas como hortalizas, frutas o hierbas, por lo que se han convertido en escenarios fundamentales para fomentar hábitos alimentarios más saludables capaces de promover un entorno de bienestar integral.

Según el profesor Álvaro Parrado Barbosa, del Departamento de Nutrición Humana de la Facultad de Medicina, “las huertas colectivas permiten el desarrollo de múltiples aspectos sociales y humanos necesarios para el fortalecimiento del tejido social. La participación ofrece beneficios que van más allá de la alimentación; por ejemplo las personas experimentan mejorías en su salud emocional y física, y encuentran en la agricultura una vía para fortalecer las relaciones interpersonales y crear redes de apoyo y solidaridad”.

El proyecto, que involucra a estudiantes del programa de Nutrición y Dietética de la Universidad, se desarrolló en 11 huertas colectivas: 8 ubicadas en las aulas vivas de la UNAL y 3 en el ecobarrio La Esmeralda. En este se reconoció la relación entre la participación en huertas y el fortalecimiento de hábitos alimentarios saludables y las mejoras en las prácticas de selección de productos.

“Los participantes ya saben de dónde vienen las hortalizas, cómo se producen y cuáles son más sanas, entonces cuando vayan a la tienda optarán por alimentos más saludables”, señala.

De igual manera, el proyecto aportó para que algunos estudiantes de la Institución superen su inseguridad alimentaria. “Según un estudio sobre la situación alimentaria de los estudiantes, realizado por Bienestar Universitario, entre la quinta y sexta parte de ellos están en situación de inseguridad alimentaria y nutricional. En este sentido las huertas colectivas aportan ampliamente a la superación de este problema”, señaló el docente Parrado.

A pesar de estos beneficios, el impacto en la seguridad alimentaria sigue siendo limitado, pues la producción a pequeña escala no representa una solución para una ciudad como Bogotá, en donde cada día se consumen más de 6.000 toneladas de alimentos, según el Observatorio de Desarrollo Económico de Bogotá (ODEB). Sin embargo, como resalta el profesor Parrado, “para las más de 200 personas involucradas en estas huertas, contar con productos frescos y cultivados localmente contribuye significativamente a su bienestar nutricional”.

Para conocer la visión detallada de esta experiencia se realizaron entrevistas a los líderes de las huertas y a los participantes; también se adelantó una observación de campo que permitió revelar  que aunque los cambios no han sido drásticos, los participantes han aprendido a conectar la producción agrícola con su alimentación diaria, lo que les ha permitido consumir alimentos más frescos y nutritivos, pero también entender mejor de dónde provienen y cómo se producen los alimentos que consumen.

Barreras legales

Los desafíos normativos siguen siendo un obstáculo importante para el crecimiento de las huertas colectivas urbanas. Las restricciones legales, como la prohibición de usar agua del acueducto para la agricultura urbana, y la falta de una normativa clara que apoye este tipo de iniciativas, dificultan el desarrollo de proyectos a gran escala.

El docente Parrado explica que “muchas veces las huertas urbanas operan en un limbo legal, lo que genera incertidumbre y puede llevar a su desmantelamiento, y por eso es fundamental un cambio normativo que permita y apoye este tipo de prácticas agrícolas. Si en el ámbito rural existen programas que apoyan la agricultura, también debe haber un marco institucional y normativo que fomente la agricultura urbana, por todos los beneficios que puede traer a la salud pública y al fortalecimiento del tejido social”.

Las huertas colectivas urbanas representan una oportunidad esencial para reavivar la conexión entre la ciudad y la agricultura. En este contexto, el profesor Parrado y su equipo de investigación abogan por una mayor colaboración entre las autoridades locales, el Jardín Botánico y las comunidades urbanas para visibilizar y consolidar estos proyectos que aún enfrentan obstáculos normativos y logísticos, pero cuyos beneficios en términos de salud, bienestar y seguridad alimentaria siguen demostrando su valía.







viernes, 28 de marzo de 2025

En polvo, la naranja encuentra su versión más duradera y natural

 Antes de llegar a la mesa, muchas naranjas se pierden por golpes, humedad, temperaturas extremas de frío o calor, o por la aparición de hongos. Para evitar ese desperdicio, mediante un estudio se logró transformar las naranjas en un polvo fino, fácil de disolver, que conserva sus antioxidantes y gran parte de su vitamina C, lo que no solo permitiría aprovechar mejor la fruta, sino que además abre nuevas posibilidades en aplicaciones para la industria de alimentos, fármacos e incluso cosméticos.

Karen Briyid Reyes Lugo, magíster en Ingeniería de Biosistemas de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), recuerda que cuando era niña, en su casa en Mesitas del Colegio –un municipio a dos horas de Bogotá– crecía un árbol de naranja agria que, en época de cosecha, le proporcionaba a su madre el ingrediente principal de remedios caseros, pero fuera de temporada era casi imposible conseguirla.

Años más tarde, ese recuerdo la llevó a materializar en el Laboratorio de Ingeniería Agrícola un producto en polvo, nada más y nada menos que de naranja, aunque no agria. “La idea era trabajar en un proceso agroindustrial que permitiera conservar los muchos beneficios de esta fruta y asegurar su disponibilidad incluso en las épocas de no cosecha”, comenta.

La naranja se distingue por ser una gran fuente de antioxidantes que ayudan a combatir el envejecimiento celular, y también por su alto contenido de vitamina C, que fortalece el sistema inmunológico, por lo que en el mercado se encuentra en pastillas y bebidas para prevenir resfriados.

La ingeniera obtuvo naranja en polvo que sería muy versátil, “ya que se puede utilizar no solo en la industria de alimentos sino también en la industria farmacéutica y en la fabricación de cosméticos”, menciona la investigadora.

Y es que los ensayos demostraron que su producto, al que le dedicó 2 años de trabajo, tenía características muy favorables. Su humedad se mantuvo por debajo del 4 % cuando lo recomendable para este tipo de productos es menor al 10 %. Además, la actividad de agua, un indicador de estabilidad en almacenamiento, alcanzó un máximo de 0,3, lo que garantiza que el polvo se puede conservar durante largo tiempo sin degradarse. “Lo recomendable para estos productos es que la actividad de agua sea menor al 0,6 y este producto logró reducirla significativamente”, explica.

Así fue el proceso

La ingeniera Reyes optó por la variedad de naranja Valencia, la más asequible en el mercado, y realizó un pretratamiento que incluyó lavado, desinfección y extracción del zumo.

Posteriormente filtró el jugo para eliminar cualquier residuo de pulpa y lo almacenó en los congeladores del Laboratorio, para asegurarse de conservar su frescura para los ensayos.

Uno de los principales desafíos que tuvo en el proceso fue evitar que el jugo se oxidara rápidamente, por eso mezcló el zumo de naranja con maltodextrina, un agente encapsulante que evita que el producto se adhiera a las paredes del secador por aspersión, equipo que utilizó para este proceso.

“El secador por aspersión que usamos es un prototipo desarrollado en nuestro laboratorio. Funciona rociando el zumo con la maltodextrina en una cámara caliente, donde el agua se evapora rápidamente dejando solo el polvo seco”, comenta.

Tras analizar lo que arrojaban los ensayos, la magíster también encontró que el contenido de vitamina C en su producto en polvo se encontraba en una mayor concentración en relación al zumo fresco, debido a la eliminación de humedad. Su color también dio buenos resultados: “el índice de blancura es importante; cuanto más blanco es el producto, mejor se percibe su calidad”.

Esto significa que el producto obtenido es blanco, y aunque se podría pensar que, tratándose de una naranja, el polvo debería tener al menos tonos amarillos, no es así. Esto se debe a que la maltodextrina utilizada para encapsular el producto es blanca. “Los tonos amarillos pueden ser indicativos de que el producto ha sufrido algún tipo de deterioro, como quemaduras”, enfatiza la investigadora. Sin embargo, cuando el polvo se disuelve en agua, la maltodextrina lo libera y este recupera el color característico de la naranja.

Con estos resultados, la magíster Reyes indica que el paso a seguir sería evaluar sus características organolépticas y el costo de producción. El estudio fue dirigido por la profesora Carolina María Sánchez Sáenz, de la Facultad de Ingeniería Agrícola de la UNAL.






viernes, 14 de marzo de 2025

Árbol oculto en Bogotá tendría compuestos anticancerígenos

 Tiene espinas en su tronco, pelos en sus hojas y frutos diminutos que no son comestibles sino amargos y tóxicos, y además posee una gran capacidad para adaptarse al calor y la lluvia intensos; así es el árbol de frutillo o cucubos, familiar de las papas y los tomates que ha sido poco estudiado aunque contiene alrededor de 21 genes que a futuro ayudarían a producir moléculas capaces de combatir células cancerígenas e inflamación, y de proveerles una armadura natural a plantas como el lulo, ante plagas y el cambio climático.

Para entender este mecanismo, imaginemos una planta atacada por un hongo, una bacteria o un insecto, si no se protege de alguna manera no sobrevivirá. Por eso familias como las solanáceas –a la que pertenece el árbol de frutillo– producen compuestos naturales que repelen estos organismos y les permiten vivir más y adaptarse mejor. Sin embargo, algunas especies –entre ellas la papa sabanera o criolla que se consumen en el país– han ido perdiendo la capacidad de producir dichos compuestos, ya que los agricultores les han dado más importancia a las propiedades atractivas para el consumidor, como sabor y el color, entre otras.

Los compuestos en cuestión se llaman glicoalcaloides esteroidales (SGA), un nombre difícil de entender la primera vez que se lee, pero que, en palabras más sencillas, es lo que se produce en la planta al combinar azúcares presentes en su organismo con sustancias que provienen del colesterol, ¿curioso, verdad? Así, plantas, árboles y arbustos de las solanáceas que se protegen cuando son silvestres, tienen una cantidad y diversidad mayor de estos compuestos.

Con esto en mente, el investigador Pablo Andrés Pérez Mesa, doctor en Biología de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), se preguntó si todas las especies de esta familia producen los compuestos, pues los estudios se han centrado en papa y tomate, pero hay cientos de especies que no han tenido la oportunidad de ser exploradas; de hecho, algunas comunidades indígenas y campesinas en Cundinamarca y Santander las usan en sus actividades diarias, por ejemplo sus hojas como jabón, ya que produce una especie de espuma.

Al indagar en estos grupos encontró que la especie Solanum stellatiglandulosum, también llamada frutillo, tiene 21 genes candidatos para producir los SGA, un hallazgo sin precedentes pues este árbol ha pasado desapercibido a los ojos de los investigadores y de los transeúntes de la Región Andina.

“En Bogotá, en el sector del Parkway y en el Jardín Botánico hay algunos individuos que resaltan por sus espinas y frutos diminutos con sabor amargo y toxicidad, pues precisamente aún conservan esta propiedad para defenderse ante plagas, lo cual los hace muy interesantes de estudiar. Incluso se evidenció que existen nuevos compuestos de esta clase con potencial en medicina y modificación genética para hacer resistentes a otras especies”, asegura el experto.

De tal palo tal astilla

El doctor en Biología, en compañía de un grupo de investigadores del grupo Tándem Max Planck de la UNAL, recopiló muestras de semillas, frutos y partes de hojas y ramas de 126 especies distintas de solanáceas, entre las que había papas, tomates, berenjenas y lulos, además de árboles, arbustos y otras plantas silvestres poco estudiadas como el árbol frutillo. Las semillas provenían de distintas regiones del país, entre ellas Cundinamarca, Boyacá, Cauca, Meta, Antioquia e incluso Amazonas y Chocó.

“Aunque a lugares como Norte de Santander y la Sierra Nevada de Santa Marta no pudimos llegar por la presencia de grupos al margen de la ley y por la pandemia de Covid-19, encontramos en total 37 especies silvestres y 17 domesticadas, grupo en el que se destacan los lulos, que tiene cerca de 10 especies pero solo se consumen 3, en parte porque hay plantas de estos géneros que se consideran como maleza y pasan desapercibidas para todo el mundo”, indica el investigador Pérez.

Los compuestos presentes en estas plantas han sido descritos en la literatura como agentes que disminuyen el crecimiento de células cancerígenas de pulmón, por lo que la investigación de árboles como el frutillo ayudaría a entender mejor estos mecanismos y su potencial uso en la industria farmacológica.

El doctor explica que las semillas recolectadas se sembraron en los invernaderos de la UNAL Sede Bogotá por alrededor de 2 años, hasta que fueron adultos, para luego analizar su genética y metabolismo. Algunas muestras se enviaron a Alemania, donde el Instituto Max Planck de Fisiología Vegetal en Potsdam tiene los instrumentos necesarios para examinar los compuestos presentes en las plantas.

Cuando las muestras regresaron, el investigador analizó si los compuestos de interés estaban presentes y en qué cantidades: “aunque la diferencia de concentraciones no es tan marcada, sí construimos la base de datos completa de cómo está compuesto el genoma de estas especies de plantas, lo cual es muy innovador y ayudaría a que sus aplicaciones sean una realidad a futuro”.

Por otro lado, también encontró que aunque los borracheros o las uchuvas forman parte de la misma familia, no producen estos compuestos. Este es un primer paso para seguir analizando qué ocurre dentro de las plantas y cómo esto ayudaría a generar especies más resistentes ante plagas y enfermedades –como la gota o antracnosis– que todos los años dejan millonarias pérdidas en frutos como el lulo, la papa y el tomate.





lunes, 10 de marzo de 2025

El piñón rojo contra caries y otras enfermedades bucales

 El piñón rojo o “piao atü” como le dicen los ticuna de la Amazonia colombiana es una planta medicinal que protege el territorio de espíritus malignos, documenta Elkin Demetrio Castillo, primer odontólogo ticuna del país, quien desde la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) estudia el poder sanador de esta planta para tratar, entre otras afecciones, las dolencias y la inflamación de las encías; su potencial terapéutico contribuiría a mejorar la salud bucodental de las comunidades indígenas.

Para los ticuna la cavidad oral es un instrumento fundamental para la cacería, además juega un papel importante para la comunicación y las relaciones interpersonales, y por eso el uso de plantas ha estado estrechamente relacionado con la higiene dental. Así, conservan prácticas de cuidado bucodental como el uso de palillos y pitas de palmas de chambira para remover la placa bacteriana interproximal, lo mismo que látex de wocha combinado con carbón triturado del árbol de tangarana y guacamayo caspi para fortalecer y blanquear los dientes, infusiones de flores de jambó como analgésico local, enjuagues orales con frutos de marañón y de ubo, y látex de limoncillo para el dolor de dientes.

Elkin Demetrio Castillo, primer odontólogo ticuna graduado en el país, en la UNAL, relata que usar los dientes para macerar la chicha de yuca y el maíz ha sido una práctica cotidiana de las mujeres. “Cuando se presentan procesos infecciosos en la mucosa oral se les restringe esta práctica hasta que solucionen estas condiciones orales, para lo cual mezclan sal de monte, ceniza de yarumo, menta y carbón del árbol de ubo acompañado de enjuagues orales con piñón rojo (Jatropha gossypifolia L.) hasta que la afección pasa.

“Dicha planta crece en los solares y chagras. Sus tallos, raíces, hojas y frutos demuestran efectividad antibiótica en los tejidos orales, ayudando a controlar la amigdalitis, la faringitis y las enfermedades gingivales”, le contó la médica tradicional Daütana Tikuna al odontólogo Castillo (¥haüre'ekü, su nombre en ticuna). Ella realiza enjuagues orales con las infusiones de las hojas y les enseña a sus hijos y familiares a controlar infecciones en la cavidad oral.

El objetivo de la revisión fue crear nuevo conocimiento en la odontología convencional y local a partir de la documentación de investigaciones académico-científicas y del conocimiento local tradicional indígena ticuna del Amazonas con respecto a las propiedades químicas y terapéuticas que aportaría el piñón rojo.

¥hãü afirma que “la fitoodontología relacionada con el conocimiento de plantas medicinales y sus propiedades químicas es fundamental para proporcionar soluciones a los problemas orales en las comunidades amazónicas que tienen dificultades para acceder a la salud y alta prevalencia de enfermedades bucodentales”. El IV Estudio Nacional de Salud Bucal (2014) ubica al Amazonas como el segundo departamento del país con más personas desdentadas, parcial y totalmente.

Al respecto, la profesora Paula Alejandra Baldión Elorza, de la Facultad de Odontología de la UNAL, directora de este trabajo de grado, señala que “la fitoodontología ofrece soluciones menos invasivas, con menos efectos adversos, y sobre todo asequibles para comunidades con limitaciones en el acceso a tratamientos convencionales, como por ejemplo la región del Amazonas”.

Según la académica, “este trabajo contribuye a la investigación de compuestos bioactivos con potencial antimicrobiano, antiinflamatorio y remineralizante, que es fundamental para abordar problemas de salud oral de la población, como por ejemplo la caries o la cicatrización de heridas”.

Planta con potencial de uso odontológico

Para desarrollar este trabajo se revisó literatura en las bases de datos PubMED, SCielo, Google Scholar, Elsevier y Web of Science, utilizando los términos: “medicina tradicional”, “Jatropha gossypifolia Linn”, “componentes fitoquímicos”, “plantas medicinales”, y “piñón rojo”. No hubo restricción de año o idioma para las publicaciones, y la última búsqueda se realizó el 1 de junio de 2024.

Además se realizaron entrevistas con integrantes de la comunidad y médicos tradicionales, y para corroborar que la planta descrita correspondía con la especie de interés, se envió un espécimen al Herbario Nacional de la UNAL para su certificación.

El odontólogo ¥hãü relata que la abuela Juliana Jordán le contó que usa los cogollos, flores y frutos verdes para preparar infusiones y hacer enjuagues nocturnos para tratar halitosis, amigdalitis y faringitis; también se utilizan el tallo y las raíces maceradas para prevenir y curar el enrojecimiento de las encías y el sangrado.

El abuelo Antonio Rodríguez señala que “el látex es muy potente para curar los fuegos bucales, y la resina se debe aplicar durante la fase inicial de enrojecimiento para prevenir la formación de ampollas”. De igual manera, la abuela Martina mencionó que la semilla del piñón rojo ayuda a controlar el dolor dental, y recomienda macerar la semilla antes del enjuague con infusiones de hojas de la planta.

De otra parte, la abuela Edith Pinto resaltó la importancia de hervir las hojas de la planta cada vez que se “arranca un diente” para realizar el lavado y la limpieza de la herida con enjuagues bucales, afirmando que cualquier parte de la planta tiene efecto medicinal.

Ejemplo de perseverancia

¥haüre'ekü nació en el Resguardo Indígena de San Antonio de los Lagos, ubicado cerca de Leticia, capital del Amazonas. Desde joven soñó con convertirse en ingeniero ambiental, pero al enfrentarse a las matemáticas buscó otros caminos que le permitieran convertirse en profesional.

Una de esas rutas lo llevó a la UNAL Sede Amazonia, concretamente al Laboratorio de Limnología Amazónica, dirigido el profesor Santiago Roberto Duque, con quien trabajó apoyando actividades sociales para diferentes proyectos adelantados por la Institución.


Su esfuerzo y dedicación lo llevaron a ser admitido en 2015 a través del Programa Especial de Admisión y Movilidad Académica (Peama), que le permitió iniciar sus estudios en la UNAL Sede Amazonia, y a partir del cuarto semestre continuarlos en la Sede Bogotá. Aunque aquí afrontó varios desafíos, el más duro la distancia de su familia y costumbres, hoy no duda en motivar a otros jóvenes indígenas a no rendirse.

Con su título en mano, sueña con obtener una beca para cursar una maestría en Odontología, y eventualmente alcanzar un doctorado. Su mayor anhelo es regresar al Amazonas y crear un centro odontológico que brinde atención integral a los indígenas de su territorio, combinando el conocimiento académico con la medicina ancestral para el cuidado bucodental.







viernes, 7 de marzo de 2025

Maestría en Ciencias Agrarias de la UNAL Sede Palmira renueva Acreditación de Alta Calidad

 Con cifras como 31 años de trayectoria, 4 registros de variedades de hortalizas, 494 graduados y 9 líneas de investigación en áreas como fisiología de cultivos, fitomejoramiento, frutales tropicales, producción animal y suelos, la Maestría en Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Palmira refleja su alta calidad académica.

Este programa de posgrado recibió la calificación más alta otorgada por el Ministerio de Educación Nacional, con 10 años de renovación. Este reconocimiento se suma a la Acreditación por 6 años del Doctorado en Agroecología, y a la renovación de la Acreditación por 10 años del Doctorado en Ciencias Agrarias, ambas recibidas en 2024.

“Estos resultados nos llenan de orgullo porque sabemos que estamos ofreciendo programas de muy alta calidad que aportan ciencia y tecnología a las necesidades de las comunidades y del sector industrial o empresarial”, afirma el profesor Manuel Peláez Peláez, vicedecano de la Facultad de Ciencias Agropecuarias.

Nuevas variedades de tomate y cilantro

Desde su apertura en 1994, la Maestría ha impactado el desarrollo agropecuario de la región y el país en temas esenciales como la fisiología de cultivos, el fitomejoramiento, la producción animal tropical, la protección de cultivos, el cuidado de los suelos y la producción de frutales tropicales. En 2023 amplió su campo de acción, fortaleciendo sus líneas de investigación para generar conocimiento y capacidades en las áreas de agricultura de precisión, agronomía de la producción y agroecología.

En los últimos años los resultados de las investigaciones realizadas dentro de la Maestría en Ciencias Agrícolas han sido fundamentales para el registro de 4 variedades de hortalizas mejoradas genéticamente. Para tomate están las semillas tipo maravilla y cherry Mile, cherry Karen y cherry Diana, que tienen una buena producción por planta, adaptación a clima cálido y tolerancia a plagas y enfermedades.

En cilantro, la variedad Laurena permite una alta densidad de siembra y mayor rendimiento y productividad de planta por unidad de superficie; se puede cosechar a los 30-35 días de su vegetación, entrega un mayor número de hojas basales y sus hojas y tallos son muy aromáticos.

Planta docente e internacionalización

Entre las fortalezas del posgrado también destacan su planta docente, con 45 docentes, el 60 % de ellos graduados de reconocidas universidades internacionales, y la infraestructura en investigación. La Maestría cuenta con el soporte de 19 grupos de investigación reconocidos y categorizados por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, y 21 laboratorios de formación e investigación.

“Contamos con el Laboratorio Granja Mario Gonzáles Aranda, en donde los estudiantes enfocados en la producción animal hacen sus trabajos de grado, y el Centro Experimental (Ceunp) en donde los estudiantes asociados con la producción vegetal en las diferentes líneas de investigación desarrollan sus trabajos”, afirmó el profesor Juan Carlos Rincón, coordinador de Posgrados de la Facultad de Ciencias Agropecuarias.

En los últimos años la internacionalización del currículo y de la experiencia académica se refleja en la participación de 125 estudiantes en eventos internacionales, la realización de 89 eventos internacionales y la visita de 288 docentes externos (14 % provenientes de otros países).

El programa ha tenido 42 estudiantes internacionales provenientes de países como Honduras, Nicaragua, Panamá, República Dominicana, Ecuador, Perú, Brasil, Mozambique, Japón y Puerto Rico, entre otros.

Para finalizar, los directivos de la Facultad resaltan que la Maestría se beneficia de la versatilidad del territorio, las bondades del Pacífico biodiverso y el trabajo en red con instituciones dedicadas a mejorar las condiciones del sector agropecuario.

“Trabajamos en producciones agrícolas, pecuarias y básicas aplicadas. Hemos pensando el posgrado desde el territorio, buscando consolidar los grupos y semilleros de investigación, y el trabajo en red con las comunidades”, concluye el profesor Peláez.