viernes, 30 de mayo de 2025

El fríjol “mágico” que resiste la sequía y mitigaría el hambre en La Guajira

 En Palmira (Valle del Cauca), científicos cultivan una leguminosa poco conocida que aliviaría el hambre en zonas áridas como La Guajira: el fríjol tépari, una especie originaria de los desiertos mexicanos que resiste temperaturas extremas de hasta 36 °C y usa el agua un 70 % mejor que las variedades locales, lo que lo convierte en una alternativa real frente a la sequía y la desnutrición.

Según la Federación Nacional de Cultivadores de Cereales, Leguminosas y Soya (Fenalce), en 2024 se produjeron en Colombia alrededor de 105.000 toneladas de fríjol, con Nariño, Santander, Huila, Antioquia y Cesar como los departamentos con mayor concentración de esta producción, gracias a sus lluvias abundantes. En contraste, regiones como La Guajira, con climas áridos y secos, enfrentan serias dificultades para cultivarlo.

La investigación del ingeniero agrónomo Javier Mauricio Gereda, magíster en Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Palmira, apunta a combatir la desnutrición con ciencia.

Los análisis de la Alianza de Bioversity International y el Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT) demostraron que una cucharada de fríjol tépari contiene hasta cuatro veces más proteína, antioxidantes, hierro y otros nutrientes que una variedad convencional, convirtiéndolo en una posible respuesta frente al hambre y la desnutrición que persisten en el país.

En alianza con la Fundación Team Colombia Innovación Educativa, el magíster planea lanzar el proyecto “Una semilla para salvar el mundo” (enlace al sitio), iniciativa que busca usar el fríjol tépari como base para jornadas pedagógicas en cinco colegios de Palmira en situación de pobreza extrema y en la Fundación Wayuu Anashii, en La Guajira.

“Con solo 47 gramos de fríjol tépari al día, un estudiante cubriría sus necesidades nutricionales básicas. Por eso el proyecto también busca que los niños lo cultiven sin riego ni pesticidas, conectando nutrición y sostenibilidad desde la escuela”, afirma el investigador.

Recrear el desierto en el trópico

Para comprobar su resistencia al calor y la sequía, el investigador evaluó dos variedades de fríjol tépari –una silvestre y una domesticada– bajo condiciones extremas. Las cultivó en materas con tierra preparada en laboratorio, simulando el ambiente árido de su lugar de origen.

Mientras algunas plantas recibieron riego normal otras se sometieron a distintos niveles de sequía: 25, 50 y 75 % de humedad, y un grupo sin agua. Todas crecieron en temperaturas constantes superiores a 36 °C, similares a las de La Guajira.


Durante 83 días se midieron variables como cuánta agua perdían por las hojas (transpiración), qué tanto calor podían soportar sin marchitarse (temperatura foliar), y qué tan activas seguían internamente (fotosíntesis). Además se usaron sensores como el MultispeQ, que permite revisar  en segundos el “estado de salud” de una hoja y una planta. También se registraron otros datos físicos, como el número de flores, vainas y granos, la altura, el área foliar, la capacitancia de las raíces y el peso de la planta seca (biomasa), para comprender su rendimiento completo en cada tipo de condición.
Para entender si dicha leguminosa seguía funcionando internamente, el magíster midió la fluorescencia de la clorofila, que, en palabras sencillas, es como tomarles una radiografía a las hojas para saber si la planta sigue utilizando la luz, incluso cuando parece estar bajo mucho estrés. También se estandarizó un protocolo para medir qué tanto resiste una planta la sequía y a qué temperatura, un aporte para cualquier persona interesada en el tema.

El resultado fue claro: el fríjol tépari silvestre fue el más resistente. No solo sobrevivió sin marchitarse, sino que además siguió creciendo, haciendo fotosíntesis y produciendo grano incluso con muy poca agua, algo que otras variedades no lograron.

Uno de los hallazgos más relevantes fue su eficiencia en el uso del agua: la planta produjo hasta 9,9 gramos de biomasa por cada litro utilizado, un 40 % más que otras variedades. También presentó una transpiración controlada –es decir que no desperdicia el agua– y hojas más frescas, lo que indica que puede resistir el calor sin apagarse por dentro.

Aunque en Colombia aún no se cultiva comercialmente, el fríjol tepari comienza a llamar la atención por su resistencia a la sequía, alto valor nutricional y capacidad de producción. Actualmente la Alianza de Bioversity International y el CIAT conserva 326 variedades de esta especie en su Banco de Germoplasma, con el objetivo de que en el futuro se puedan sembrar en campos reales y no solo en laboratorios.

Además, cualquier persona interesada puede solicitar este material de manera gratuita y en línea a través del sitio web de la Alianza (https://alliancebioversityciat.org/es/solicitud-de-material-banco-de-germoplasma), lo que abre la puerta a una nueva opción agrícola para regiones colombianas afectadas por la sequía.

Según el Instituto Nacional de Salud, entre enero y marzo de 2024 se reportaron en La Guajira 649 casos de desnutrición aguda, moderada y severa en niños y niñas menores de cinco años, el 84 % en población indígena, un panorama que ocurre hace muchos años y que ya no da espera, pero que con la ayuda de este fríjol “mágico” comenzaría a ser más alentador en el futuro.

“Esta es una solución real para los productores, quienes ya no tendrían que usar litros de agua por planta para todo un ciclo de cosecha, sino que con pocos mililitros aplicados por planta sería suficiente para tener buena productividad del fríjol”, expresa el magíster de la UNAL.






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