lunes, 18 de noviembre de 2024

Con poda y fertilización aumenta la productividad del cacao en el Catatumbo

 Un estudio realizado en una finca de la vereda Santa Rosa, en el municipio de Convención (Norte de Santander), reveló que la poda tecnificada y la fertilización integrada en cultivos de cacao del clon TCS-19 pueden incrementar el rendimiento en hasta 1.830 kg por hectárea (alrededor del 14 %), lo que beneficiaría a 3.500 familias.

 Con más de 12.000 hectáreas sembradas en la región del Catatumbo, en los últimos años el cacao se ha convertido en una alternativa económica viable para algunas familias campesinas afectadas por el conflicto armado y la dependencia de cultivos de uso ilícito. A pesar de las posibilidades, el desconocimiento técnico sobre el manejo de los cacaotales venía afectando la producción.

Entre los principales problemas en los que trabajó el ingeniero agrícola José Libardo Lerma Lasso, magíster en Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Palmira, está la falta de podas y el uso inadecuado de fertilizantes químicos. También identificó que los cacaocultores utilizaban semillas de baja productividad, las cuales fueron reemplazadas por plantaciones clonales, pero sin ningún tipo de manejo agronómico; además faltaba regulación del sombrío, recolectaban los frutos cuando aún no estaban maduros, y había una alta demanda de mano de obra que elevaba los costos.

A raíz de esta situación el investigador evaluó el impacto de la poda tecnificada y de la fertilización integrada sobre la producción del cacao y la salud del suelo, ya que allí la densidad de las ramas obstaculiza la ventilación y favorece las enfermedades, mientras que con las prácticas de fertilización empíricas aplicaban dosis generales de 500 gramos por árbol, sin un análisis previo.

El investigador trabajó con una familia cacaotera de 60 productores locales del municipio de Convención, con las que generó estrategias sostenibles y adaptadas a las necesidades de la comunidad agrícola de la región, una colaboración que le permitió identificar las prácticas de manejo y los desafíos en la producción.

Primero la salud del árbol

El magíster Lerma desarrolló su estudio con recursos del Fondo de Ambiente del Gobierno de Portugal, en la Corporación Colombiana de Investigación Agropecuaria (Agrosavia). Para ello seleccionó 5 clones de cacao (TCS-01, TCS-6, TCS-19, ICS-1 y CCN-51) de 10 años de edad, plantados en una finca en parcelas con un diseño de bloques completos al azar y aplicó 6 tratamientos de poda y fertilización, con 3 repeticiones, utilizando el software estadístico R (versión 4.2.1) para analizar los datos.


La poda tecnificada consiste en un esquema de cortes específicos tras la cosecha principal y antes de la temporada de lluvias, en la que se eliminan las ramas bajas o enfermas y se ajusta la copa según su arquitectura. Esto favoreció la producción de nuevos cojines florales y aumentó el potencial de producción sin comprometer la salud del árbol.

Con respecto a la fertilización, primero se hicieron los análisis de suelo para formular las dosis precisas, por lo que se consideraron tanto las necesidades del cultivo como las condiciones climáticas, utilizando una mezcla de fertilizantes orgánicos –como los residuos de la poda– y químicos de aplicación localizada. Así optimizó los recursos de estos insumos, mejoró el rendimiento y generó efectos positivos en las propiedades físicas y químicas del suelo.

Los análisis del suelo también revelaron una variabilidad entre las zonas alta y baja de la unidad productiva, que destaca diferencias en niveles de materia orgánica relacionados con la pendiente de la finca, la cual alcanza un 46 %, topografía que demandó una adaptación especial en la aplicación de los fertilizantes, combinando los abonos orgánicos y químicos, y se aplicaron en franjas alrededor de los árboles para prevenir la erosión y maximizar la absorción de nutrientes.

Al emplear la metodología de “aprender haciendo” de Agrosavia, el magíster logró contrastar las prácticas tradicionales de los productores locales con las técnicas propuestas en la investigación, y así trabajó con ellos en la sensibilización e incorporación de criterios técnicos en sus actividades agrícolas.

Resultados prometedores

El estudio reveló que la combinación de la poda tecnificada y la fertilización integrada tiene un impacto notable en la productividad del cultivo. El tratamiento alcanzó un rendimiento máximo de 1.830 kg por hectárea en el clon TCS-19, con un incremento en la producción del 14 % en comparación con las prácticas tradicionales.

Los resultados también mostraron mejoras en la forma de los frutos con un aumento tanto en el diámetro como en la longitud de las mazorcas, lo cual favorece un mayor peso y volumen de grano seco por hectárea.

“A nivel de suelo, las prácticas implementadas redujeron la densidad aparente y aumentaron la estabilidad estructural, el pH, la capacidad de intercambio catiónico y la disponibilidad de nutrientes esenciales, lo que fortalece las condiciones para un crecimiento más saludable y una mayor resistencia a plagas y enfermedades”, explicó el experto Lerma.






viernes, 8 de noviembre de 2024

Preservar el queso de hoja, una apuesta por la gastronomía y el futuro rural colombiano

 Además de ser nutritivo y ecoamigable, este queso fresco, que se envuelve en hojas de plátano, representa una importante fuente de ingresos para cientos de familias rurales de Arcabuco (Boyacá), muchas de ellas con mujeres como cabeza de hogar. Por eso es esencial fortalecer las prácticas tradicionales alrededor de este alimento, básico para asegurar la sostenibilidad de la producción y su impacto positivo en la economía campesina y la soberanía alimentaria del país.

El químico de alimentos Óscar Iván Carrillo Gómez, estudiante de la Maestría en Seguridad Alimentaria y Nutricional de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Orinoquia, relata que este queso se elabora de manera artesanal y juega un rol fundamental en la economía de esta región, donde más del 60 % de la población es rural.

“Este alimento que forma parte de una tradición de más de 50 años es parte esencial de la economía local, especialmente para las mujeres cabeza de familia, quienes representan la mayoría de los productores”, afirma el estudiante Carrillo.

Pese a su importancia cultural y económica, el queso de hoja enfrenta retos significativos debido al estigma asociado con su envoltura natural en hojas de plátano.

“Es común que los consumidores prefieran productos envueltos en plástico, a pesar de que este material tiene un impacto ambiental negativo. Las hojas de plátano son un recurso natural y biodegradable, que además protege el queso sin comprometer su calidad”, explica el investigador. Por lo que la reciente prohibición del plástico de un solo uso en Colombia, abre una oportunidad para revalorizar esta envoltura tradicional.
Además de ser un alimento nutritivo con altos aportes proteicos, el queso de hoja es un símbolo de la identidad gastronómica boyacense. Sin embargo, la crisis láctea en el departamento ha afectado la producción de leche, y por ende el acceso a productos derivados.

El químico de alimentos sugiere que “en vez de desperdiciar leche, se debería promover su transformación en productos como el queso de hoja, que tiene un consumo directo y una alta aceptación en las familias colombianas. Este queso es una forma efectiva de darle valor a la leche que de otro modo se perdería”.

Aportaría al turismo gastronómico

El estudio se centró en las 11 pequeñas y medianas productoras de queso de hoja identificadas en Arcabuco; además de resaltar la necesidad de asociatividad, para acceder a programas del Estado, ya que ellos han venido trabajo de manera independiente y sin apoyo gubernamental, también subraya la importancia de fortalecer el turismo gastronómico en la región, para lo cual considera importante tener en cuenta la experiencia de éxito del queso Paipa, el único de su tipo con denominación de origen, estatus otorgado por el Gobierno colombiano.

“Aunque el queso de hoja no es tan popular como el Paipa, tiene el mismo potencial de atraer a turistas que buscan experiencias auténticas y sabores tradicionales. Se podría pensar en su incorporación en la alta gastronomía, como ha ocurrido con otros quesos locales”, menciona el investigador.

Un aspecto crucial identificado en el estudio es el valor social de la producción de queso de hoja, que trasciende lo económico. Este proceso es heredado de generación en generación, con técnicas que datan de la época colonial, cuando la hoja de plátano se utilizaba como envoltura natural.

“El queso de hoja es más que un alimento; es un símbolo de resistencia cultural y adaptación que ha sabido mantenerse a lo largo de los años”, destaca.

Se debe apostar por iniciativas tradicionales

En su investigación, el estudiante Carrillo propone vincular las iniciativas gubernamentales que respalden la preservación de tradiciones, como la Ley 2046, que incentiva la compra de productos locales por parte del Estado para fortalecer la economía campesina.

“Urge implementar políticas que garanticen el acceso de los pequeños productores a mercados formales, sin perder su identidad artesanal, pero esto solo se puede lograr si el ente se acerca y se involucra más con los productores”, añade.

Un reto pendiente es eliminar el estigma que rodea la producción artesanal. Al respecto menciona que, aunque el proceso de amasar y retirar el suero sigue siendo manual, los productores han implementado mejoras como el uso de acero inoxidable en sus centros de producción, lo que ha elevado los estándares de buenas prácticas sin perder la esencia de la tradición. “El objetivo es demostrar que este queso no solo es seguro, sino que además tiene un enorme valor nutricional y cultural”, concluye.






jueves, 7 de noviembre de 2024

Agricultores rompen el ciclo de pérdidas en cultivos con tecnología

 El proyecto Corredor Tecnológico Agroindustrial CTA-2, impulsado por la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), Agrosavia y otras entidades, ha transformado las prácticas agrícolas en Bogotá y Cundinamarca mediante el mejoramiento genético en cultivos como la papa, el control de enfermedades agrícolas y la promoción de buenos hábitos alimenticios. Algunas historias de éxito se conocieron en una jornada realizada en el Institución.

Uno de los ejemplos destacados durante el evento –realizado en el Edificio de Posgrados de la Facultad de Ciencias Humanas– fue el de Saúl Roberto Murcia López, un agricultor de maíz que en 2016 enfrentó una temporada difícil en Simijaca, Cundinamarca (en el Valle de Ubaté), un municipio con más de 11.000 habitantes. Su cultivo, que solía ofrecer abundantes cosechas, sufrió el fenómeno del volcamiento, en el que las plantas se doblan o se rompen antes de alcanzar su madurez, y esto le generó pérdidas de casi el 80 % de su producción.

Aunque todo parecía favorable: un clima templado, sin extremos de calor o frío que pudieran afectar gravemente el cultivo, y buena humedad en el suelo, lo que estaba causando estos estragos era una enfermedad desconocida hasta el momento.

“Ni siquiera se podía ensilar la caña porque se caía todo y a raíz de eso nos tocó enfocarnos a la investigación para buscar el agente causal”, relata Saúl indicando que fue en ese entonces donde empezó a trabajar de la mano de la UNAL.

Tras arduos análisis, determinaron que los culpables eran los hongos Fusarium graminearum F. subglutinans quese propagaban rápidamente cuando las temperaturas bajaban de 8 °C por más de 8 días. “Cuando se hicieron las pruebas todas las semillas salieron infestadas y con el tiempo encontramos que el frío era el principal detonante de la enfermedad”, explica el productor.

Con esta información desarrollaron estrategias de manejo que incluían el tratamiento a la semilla con calor seco a 50 °C en el lote, la selección de variedades resistentes y el tratamiento de semillas con fungicidas.

“Ahora la mayoría de los agricultores controlamos la enfermedad, incluso en temporadas más favorables el impacto no ha sido tan grave”, destaca.

Este caso es solo uno de los muchos logros del Corredor Tecnológico Agroindustrial Bogotá y Cundinamarca, proyecto que por más de una década ha trabajado de manera colaborativa con comunidades rurales de Cundinamarca para mejorar la productividad, sostenibilidad y calidad de los alimentos.

La profesora Teresa Mosquera, directora de Investigación y Extensión de la UNAL Sede Bogotá (DIEB), recuerda que el proyecto comenzó en 2010 con el apoyo del Sistema General de Regalías. La idea inicial fue ambiciosa: involucrar a la academia, el Gobierno y los productores locales para abordar los problemas más apremiantes del agro cundinamarqués.

“Desde el principio la meta fue impactar no solo la producción de alimentos sino también el consumo y el transporte. Con ese propósito se involucraron 22 cadenas productivas en un esfuerzo que conectó a académicos y agricultores en una dinámica de colaboración y aprendizaje mutuo”.

De la producción al consumo responsable

Además de las mejoras en la producción agrícola, el proyecto incluyó actividades de concienciación en torno a la alimentación saludable. La profesora Mosquera y el profesor Jesús Alberto Villamil, de la Facultad de Ciencias Económicas, quien estuvo en los inicios del proyecto, mencionan que se trabajó en escuelas rurales, enseñándoles a los estudiantes y sus familias sobre la importancia de una buena nutrición.

Alrededor de 7.500 estudiantes de distintas áreas rurales participaron en talleres sobre hábitos alimenticios, aprendiendo cómo armar una lonchera saludable y evitar el consumo excesivo de alimentos procesados. El impacto fue evidente, ya que los estudiantes, entusiasmados, incluso llevaban el mensaje a sus casas y les pedían a sus padres que optaran por alternativas más saludables como las frutas.

Los académicos también hacen énfasis en la importancia de que los agricultores hayan adquirido la capacidad de gestionar sus cultivos de manera independiente, sin depender exclusivamente de la intervención de académicos o técnicos. “La meta siempre fue que ellos y el resto de la población con la que se trabajó quedaran con las herramientas necesarias para enfrentar por sí mismos cualquier desafío que viniera en el futuro”.







miércoles, 30 de octubre de 2024

Residuos de agave con potencial cosmético, vinos de frutas y colorantes naturales, innovaciones presentadas en Congreso de la UNAL

 A partir de residuos de la planta de sisal (Agave sisalana) se elaborarían productos cosméticos naturales como hidratantes, fotoprotectores y aclaradores para la piel; así mismo, con las partes que no se aprovechan de las naranjas o del café se pueden elaborar vinos cuya producción sirva como emprendimiento en regiones con alta dependencia del cultivo de coca; y del fruto del árbol de la jagua (Genipa americana) se obtiene un tinte o colorante azul con gran proyección industrial.

Los líderes de dichas iniciativas dieron a conocer los avances de estas investigaciones durante el X Congreso Internacional en Desarrollo Humano y Rural Sustentable, realizado por la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Orinoquia entre el 23 y el 25 de octubre en Yopal (Casanare). En el evento se presentaron proyectos innovadores en sostenibilidad y bioprospección, así como alternativas económicas sostenibles que se adelantan en Colombia y en otros países como Brasil y México.

El profesor Roberto Bernal, director del Instituto de Estudios de la Orinoquia (IEO) de la UNAL Sede Orinoquia, señala que “la importancia de estos espacios académicos es fomentar iniciativas que aprovechan los recursos naturales de manera responsable”.

“Los aportes presentados aquí van en la línea de la bioeconomía y la sostenibilidad en territorios rurales, donde la bioprospección, que consiste en la exploración de la biodiversidad para fines comerciales, juega un papel fundamental como potencial estrategia de desarrollo para países ricos en biodiversidad como Colombia”.

De residuos a cosméticos

Uno de los proyectos más innovadores presentados fue el del profesor Marcio Ferrari, del Departamento de Farmacia de la Universidad Federal de Río Grande del Norte (Brasil), quien propone el uso de residuos del sisal o henequén (Agave sisalana) para producir productos cosméticos.

“Solo el 4 % de la hoja del sisal se utiliza para producir fibras –como cuerdas y artesanías–, mientras que el 96 % restante es desechado sin ningún tratamiento ni valor comercial”, afirmó el experto Ciencias Farmacéuticas.

La investigación que lidera ha desarrollado un proceso para convertir estos residuos en ingredientes multifuncionales para productos como hidratantes, fotoprotectores y aclaradores de piel, promoviendo así la economía circular, “donde el residuo de una industria puede generar materia prima para otra, además de ofrecer una nueva fuente de ingresos para las comunidades rurales que dependen del sisal”.

Vinos y cocina molecular ¿alternativa al cultivo de coca?

Otro proyecto destacado fue el “Laboratorio de Sabores”, una iniciativa de la Institución Educativa Técnica Domingo Belisario Gómez en Bolívar (Cauca), el cual busca reducir la dependencia del  cultivo de coca a través de emprendimientos agroindustriales liderados por los estudiantes de esta institución.

Según Samuel Sebastián Burbano, estudiante de grado 11, “hemos desarrollado productos a través de la exploración química aprendida en el colegio, como derivados lácteos, chorizos, o vinos de frutas locales que usualmente se desperdician, como la naranja que tiene temporadas de abundancia en nuestro municipio”.

Así, se ha demostrado que es posible generar ingresos de manera sostenible y legal. Esta iniciativa no solo brinda alternativas económicas a la comunidad, sino que además contribuye a la formación científica de los estudiantes.

Jorge Alberto Aguilar, biólogo y docente director del proyecto, enfatizó en que “este es un ejemplo de cómo la educación y la agroindustria pueden integrarse para ofrecer soluciones sostenibles a problemáticas como el conflicto armado y la falta de oportunidades en zonas rurales”.

“Los estudiantes aplican conocimientos de la ciencia de alimentos como la cocina molecular para encapsular sabores, y en química orgánica para transformar materias primas locales en productos innovadores, como el vino de café, de naranja, la hidromiel, etc., lo que ha generado un impacto positivo en la comunidad y ha fomentado un cambio de mentalidad entre los jóvenes”.

Color azul natural del fruto, para proteger el árbol

Por otra parte, la ingeniera agrónoma Deisy Carolina García Sánchez, representante de la empresa Ecoflora, presentó una propuesta basada en la extracción de un colorante azul natural, a partir del fruto del árbol de la jagua (Genipa americana), una especie nativa de Colombia. Este colorante, que ha sido aprobado por la Administración de Medicamentos y Alimentos de Estados Unidos, se ha convertido en una opción sostenible para la industria alimentaria y cosmética, debido a sus propiedades naturales y su estabilidad en condiciones ácidas.

“Este desarrollo no solo representa una alternativa a los colorantes sintéticos, sino que además contribuye a la preservación de la jagua en su hábitat natural, promoviendo la bioeconomía y la sostenibilidad en las regiones donde se cultiva, pues la producción de este colorante no solo reduce la contaminación, sino que también brinda nuevas oportunidades económicas para las comunidades rurales”, precisó.

El Congreso también sirvió como un espacio para la articulación entre la academia y el sector empresarial, por lo que profesor Bernal señala que “eventos como este son esenciales para promover el desarrollo de productos que aprovechen de manera sostenible la biodiversidad local, al tiempo que se generan oportunidades económicas para la comunidad; en la Orinoquia abundan los recursos naturales que pueden ser utilizados de manera responsable”.

La participación de estudiantes y jóvenes investigadores también fue un aspecto central del Congreso. El profesor Marcio Ferrari expresó su satisfacción por la diversidad de participantes, que incluyó no solo a científicos sino también a emprendedores y representantes de comunidades rurales. “El intercambio de conocimientos entre diferentes sectores ha enriquecido mucho las discusiones y ha abierto nuevas oportunidades de colaboración”, concluyó el académico.






martes, 15 de octubre de 2024

Café cultivado a la sombra es sostenible y de tipo exportación

 Esta técnica, en la que los cafetales se cultivan bajo la cobertura de los árboles, protege el suelo, regula la temperatura y crea un hábitat ideal para la flora y la fauna nativas, ayudando a disminuir la deforestación porque no se talan los árboles y la sombra de estos protegen el suelo. Así lo evidenció una investigación de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) realizada en fincas cafeteras con más de un siglo de historia.

Según el investigador Javier Camilo Guevara Rodríguez, de la Maestría en Medio Ambiente y Desarrollo del Instituto de Desarrollo Ambiental (IDEA) de la UNAL, “cultivar café bajo sombra no solo mitiga el impacto ambiental, sino que además mejora la calidad del grano –reconocido por su sabor superior– porque protege los cafetos de los fuertes vientos, la lluvia y la radiación solar”.

“El café cultivado bajo sombra puede tener un rendimiento promedio de 2,4 kg de granos por planta durante 9 cosechas, lo que es comparable con el rendimiento de cultivos a libre exposición. Este sistema también regula la cantidad de luz y la temperatura, conformando un microclima adecuado para la producción del grano”.

Según la Federación Nacional de Cafeteros de Colombia, alrededor del 37 % de las 869.158 hectáreas cultivadas con café se establecen bajo sombra. En 2022 la producción del grano en el país fue de 11,1 millones de sacos, lo que representó una disminución del 12 % frente a 2021. En diciembre de 2022 la producción alcanzó los 981.000 sacos, un descenso del 29,2 % respecto a diciembre de 2021.

Impacto ambiental y productivo

El estudio realizado en las fincas Buenavista, en El Socorro (Santander) y Los Ángeles, en Venecia (Cundinamarca), ambas entre la mejor temperatura para cultivar café, que es de 22 °C en promedio, demostró que este sistema agroforestal reduce la erosión, mejora la fertilidad del suelo y evita el uso de agroquímicos. Las dos fincas mantienen una producción completamente orgánica, lo que les permite ofrecer café de alta calidad para exportación.

En la investigación se utilizaron sistemas de información geográfica, una herramienta para el tratamiento de datos del espacio (SIG) mediante el método Corilan Cover,que sirve para realizar inventario y uso de la tierra. Allí se tomaron fotografías a gran escala con dron, lo que permitió realizar un mapeo completo de las fincas y los usos del suelo en cuanto a las extensiones de tierra usadas para este cultivo.

También se aplicó la estructura agroecológica principal (EAP), técnica creada por el profesor Tomás Enrique León, del IDEA de la UNAL, tutor de la tesis. Se trata de un índice que mide la agro-biodiversidad y permite hacer un diagnóstico preciso de los agro-ecosistemas, que son el conjunto de plantas y animales domesticados y controlados por el hombre para producir y obtener productos para el consumo humano y animal.

“El EAP ha sido clave para entender cómo los sistemas agroforestales, como los cafetales bajo sombra, pueden integrarse mejor con la naturaleza”, anota el investigador Guevara.

La información se enriqueció con datos geográficos y entrevistas a los implementadores, trabajadores y recolectores de café, así como a los encargados de la Secretarías de Ambiente de El Socorro y Venecia para entender cómo funcionan y manejan los cultivos bajo sombra.

Así, identificó que el grano de este café es apto para exportación por ser de alta calidad, es decir que la sombra de los árboles no interfirió en el crecimiento ni en la calidad.

Con el diagnóstico y el diseño del ICA para evaluar los sistemas agroforestales (actividad de utilizar los árboles para proteger un cultivo), además del uso de productos químicos, también se evidenció que las fincas tienen un cultivo completamente orgánico.

Pese a los positivos hallazgos, el estudio llama la atención sobre los retos que enfrentan los productores de café bajo sombra, como el mal estado de las vías y la falta de apoyo gubernamental. Además la gestión de residuos como las aguas miel, generadas en el proceso de lavado del café, representa un desafío ambiental importante que debe ser atendido para evitar la contaminación del suelo.

La investigación concluye que el café bajo sombra no solo es una alternativa viable para combatir la deforestación y la pérdida de biodiversidad, sino que además tiene el potencial de convertirse en un motor de desarrollo económico sostenible en Colombia.





Polvo instantáneo de uchuva, fresa y mora: dosis de vitaminas C y A

 El producto tiene propiedades antioxidantes y potencialmente anticancerígenas, y una vida útil de alrededor de 6 meses, en comparación con los 5 días que dura la fruta fresca. Sus usos irían desde la preparación de un “jugo” instantáneo hasta su uso como materia prima de cremas cosméticas, helados o yogures.

Según la Sociedad de Agricultores de Colombia, el país es uno de los mayores productores de frutas en el mundo, una actividad que genera 765.000 empleos directos y 1,8 millones de empleos indirectos.

Manuela Gallón Bedoya, doctora en Ciencia y Tecnología de Alimentos de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Medellín, afirma que “estas cifras podrían mejorar si reconocemos que no somos un gran exportador y buscamos alternativas que agreguen valor a estos productos, que aumenten su vida útil y faciliten su transporte y distribución a otros países”.

Por eso, y con el fin de hacer un aporte a la competitividad en el sector agroindustrial y agroalimentario, la investigadora seleccionó tres frutas con altos índices de producción, sobre todo en Antioquia: fresa, mora de Castilla y uchuva, que además tienen buenas propiedades sensoriales y una alta cantidad de compuestos antioxidantes.

“Estas frutas duran alrededor de 5 días en etapa poscosecha, y si no se consumen se tienen que descartar. Por eso el proyecto que formulamos también pretende alargar su tiempo de utilidad sin que pierdan vitaminas ni minerales. Para lograrlo pensamos en una metodología que se llama secado por aspersión, que básicamente consiste en retirarle toda el agua a la fruta, que es uno de los factores más críticos para su deterioro”, agrega.

Para esto, primero determinó la cantidad de cada fruta que debía utilizar, y concluyó que la más abundante debía ser la uchuva, pues era la que más sólidos aportaba y una de las más económicas según el análisis de costos.

“Así, la uchuva aportó un 50 % de los sólidos, seguida de la fresa con el 18 %, y lo demás en mora. Otro punto interesante es que como ‘material de pared’ para proteger el producto durante el secado, que se hace a muy altas temperaturas, elegimos la maltodextrina con un 6,3 % y la goma arábiga con un 0,6 %, cantidades muy bajas frente a productos comerciales similares, que tienen más aditivos que fruta”, explica.

Más duradero que una fruta en estado natural

A partir del secado por aspersión, la investigadora obtuvo un polvo ligero que, por el alto contenido de fructosa que absorbe agua, se volvía pegajoso y se adhería a las superficies del equipo y el empaque.

“Este fue uno de los principales retos que afrontamos. Por eso optamos por una técnica adicional que aglomera, con la que se hacen productos como el café instantáneo y algunas bebidas achocolatadas, pues convierte el polvo en gránulos más grandes, evitando que se pegue y permitiendo que se disuelva en líquidos”, explica.

Después evaluó otras características como el tiempo que dura el producto en buen estado, y encontró que mantiene sus propiedades hasta 6 meses. “Para saberlo, almacenamos el producto en unas bolsas con características similares a las que se le ofrecerían al consumidor final, que garantizan una barrera a elementos como el oxígeno y el vapor de agua, y las sometemos a distintas condiciones, por ejemplo a temperaturas de 15, 25 y 35 °C”.

Luego de monitorear cada mes las bolsitas, comprobó que aunque a 35 °C había más deterioro que a 15 °C, durante 6 meses se mantenía una estabilidad total. “Un estudio futuro sería muy valioso en ese sentido, para encontrar alternativas de durabilidad a altas temperaturas”.

Antioxidante y con potencial anticancerígeno

El producto final aporta el 90 % del valor diario recomendado de vitamina C y el 15 % de vitamina A, además de que tiene una alta proporción de antioxidantes. “Como la mayoría de los productos que tienen esta última cualidad también suelen ser anticancerígenos, aprovechamos la oportunidad de evaluarlo, gracias a una beca de la Universidad de Almería (España), en donde tienen un línea celular de cáncer de colon”, continúa la investigadora Gallón.

Este tipo de experimentos se llevan a cabo para determinar la “viabilidad celular”. Así, si un producto arroja una baja viabilidad celular en cierto tiempo o según cierta concentración de antioxidantes, se considera con capacidad anticancerígena. Así, se encontró que con una concentración de antioxidantes de 170 microgramos por mililitro se disminuía un 50 % de las células viables de cáncer de colon.


Otro punto destacable es que la metodología también se probó a escala industrial, en convenio con Proexcar, de manera que se procesaron de manera exitosa 100 kg de fruta y se obtuvo el registro sanitario del Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos (Invima).

“Entre las formas de consumirlo sugerimos una porción de 40 gramos de polvo en 200 mililitros de agua, lo que nos da un ‘jugo’ de estas tres frutas. No obstante, el aglomerado también sirve como materia prima para la industria cosmética y de alimentos, para elaborar cremas, helados, yogures, etc., facilitando el manejo de la fruta, pues no habría que almacenarla en frío ni desinfectarla”, finaliza.

La tesis se desarrolló gracias al Sistema Nacional de Regalías y tuvo la asesoría de los profesores Misael Cortés Rodríguez y Jesús Humberto Gil González, ambos adscritos a la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNAL Sede Medellín.





martes, 1 de octubre de 2024

Identifican materiales genéticos “élite” de la palma americana de aceite

 Se estima que en los últimos 50 años las poblaciones de estas palmas han disminuido a la mitad, a pesar de que sus características nutricionales son mejores que las de la palma africana. Por ello, un estudio evaluó híbridos que dieron resultados prometedores para la industria aceitera, ya que estos tendrían mayor resistencia a enfermedades como la pudrición –una de las principales amenazas para estos cultivos en Colombia–, le harían frente a la extinción y representarían una mayor vida útil.

La palma americana (Elaeis oleifera) es una especie nativa de América que se encuentra en los valles de los ríos Sinú, Cauca y Magdalena, y en la Amazonia colombiana. Históricamente ha sido apreciada por su resistencia a enfermedades, sus características nutricionales y por la alta calidad de sus aceites con concentraciones de ácidos grasos insaturados como el ácido oleico y linoleico, similares a los de oliva.

Esta planta está en peligro de desaparecer debido a la pérdida de su hábitat natural a causa de la deforestación. Sin embargo, la baja productividad de la palma americana y su carácter silvestre, en comparación con su hermana africana, han limitado su cultivo a zonas naturales y de reserva, dejando su potencial en gran parte sin explorar.

Entre 2006 y 2010 la pudrición del cogollo destruyó las plantaciones en el sur del país, llevando a la erradicación de aproximadamente 35.000 hectáreas que fueron afectadas en el municipio de Tumaco (Nariño), en donde se realizó el estudio. Como respuesta se han replantado cerca de 20.000 hectáreas con “híbridos interespecíficos” producto del cruce entre palmas americana y africana más resistentes a esta enfermedad.

Para producir híbridos más resistentes a enfermedades ante el riesgo de extinción en Colombia, el estudio halló posibles parentales de gran importancia y con características heredables para ser usados en programas de mejoramiento genético.

El proyecto de la investigadora Leidy Paola Moreno Caicedo, magíster en Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Palmira, inició en 2014 con la selección de materiales genéticos que la Corporación Colombiana de Investigación Agropecuaria (Agrosavia), resguarda en su colección, y allí adelantó el trabajo de la tesis.

Luego se caracterizaron el tamaño, la estructura y la forma para seleccionar las mejores palmas madre, evaluando color del racimo y productividad. A partir de ellas la tesista hizo cruzamientos para crear “nuevas progenies” o plantas que pueden ser parentales para nuevos materiales genéticos. Las semillas obtenidas se germinaron y sembraron en condiciones controladas y luego se trasplantaron al vivero.

Estos híbridos, además de superar los 40 años de vida útil en comparación con los 25 años de la palma africana, mostraron un rendimiento superior, alcanzando hasta 42 toneladas de racimos por hectárea, frente a las 24 toneladas que produce la palma africana.

“En palma no es que los materiales dejen de ser productivos, sino que cuando se dificulta la cosecha por la altura (superior a los 25 m) es necesario hacer renovación de cultivo, por lo que estos híbridos permiten tener una vida útil mayor de la plantación”, explica.

Con los resultados, la magíster identificó la herencia de genes de palma americana con características de interés para la producción de híbridos interespecíficos OxG (americana africana), se mostró precocidad en la floración y resistencia a la pudrición de cogollo, por lo que son candidatos prometedores para futuros programas de mejoramiento ya que pueden garantizar la sostenibilidad y productividad del cultivo en esta región del país, asegurando su resistencia frente a futuras amenazas fitosanitarias.

Además se ajustaron los procesos de germinación de las semillas, logrando superar el bajo porcentaje de germinación que caracteriza a la palma americana (alrededor del 2 %). Estos avances no solo mejoran la capacidad de producción de híbridos, sino que además contribuyen a la conservación de una especie nativa cuya población ha disminuido considerablemente en las últimas décadas.

El proceso de siembra se desarrolló en tres fases: primero en previvero, donde las palmas jóvenes se mantuvieron bajo observación para evaluar el crecimiento inicial; luego, en la fase de vivero, se midieron parámetros de crecimiento como la altura y el grosor del tallo, los cuales son indicadores importantes en programas de mejoramiento. Por último, las plantas se trasladaron a campo abierto, donde se sembraron a una distancia de 9 m para permitir un óptimo desarrollo.

La investigadora evaluó cada 6 meses el crecimiento de las palmas y la aparición de los primeros racimos, factores determinantes para el interés agronómico. También dio especial atención a la precocidad en la floración, que en algunos casos se presentó a los 30 meses, así como a la herencia de la altura de las plantas, que mostró un alto grado de transmisión de padres a hijos.

El siguiente paso en el proyecto incluye la publicación de los resultados en revistas científicas, así como la implementación de pruebas a mayor escala en diferentes zonas afectadas del país, ya que se espera que estos híbridos se conviertan en la nueva base genética para la industria palmera en Colombia, con el incremento de la producción de aceite por hectárea y la conservación de la biodiversidad.







martes, 24 de septiembre de 2024

Mutación de semillas de fríjol tépari haría cultivos resistentes a las sequías por el cambio climático

 Científicos evalúan en invernadero y condiciones de estrés –por calor y sequía– el cultivo de fríjol tépari, una leguminosa que por adaptarse a climas extremos forma parte de un proyecto de investigación que busca generar suficiente semilla para futuros ensayos en el Caribe colombiano, con los cuales planificarán su distribución a los agricultores afectados por las altas temperaturas y la escasez de agua.

La seguridad alimentaria mundial está amenazada por el agotamiento de los recursos hídricos y las temperaturas extremas, por lo que, ante estos efectos del calentamiento global, el fríjol tépari (Phaseolus acutifolius A. Gray), originario de los desiertos del suroeste de Estados Unidos y el norte de México, ofrece una alternativa prometedora para la agricultura en zonas áridas y semidesérticas.


Esta especie de fríjol tiene semillas pequeñas a medianas y sus colores incluyen blanco, café-amarillo y negro; además, no solo es resistente a la sequía, sino que también es más nutritivo que su pariente rojo: el fríjol común (P. vulgaris L.), ya que incluso contiene mayor cantidad de proteínas, que lo convierten en una opción considerable para la humanidad, y requiere pocos insumos, por eso es asequible para pequeños agricultores que no pueden permitirse el uso intensivo de maquinaria y productos agroquímicos.

El experimento es desarrollado en el invernadero de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Palmira por un grupo de estudiantes de Ingeniería Agronómica liderado por la profesora Ligia Carmenza Muñoz Flórez, científica colombiana que se cuenta entre las pocas expertas que investigan esta especie de fríjol en el mundo, y quien ha trabajado de la mano con el botánico Daniel Debouck, especialista en fríjoles del Centro de Investigación en Agricultura Tropical (CIAT).

“El objetivo principal del proyecto es multiplicar las semillas de fríjol tépari bajo condiciones controladas, evaluar su rendimiento en ambientes de estrés hídrico y calórico, y por último seleccionar las mejores líneas para su cultivo a mayor escala en campo”, comenta la investigadora.

Aunque en la primera siembra adelantada en 2023 la producción de semillas no fue alta –ya que era la primera vez que se realizaba el experimento–, sí se obtuvo suficiente material para continuar con los ensayos de la segunda siembra, hoy en curso.

En el proceso de multiplicación las plantas se cultivan y las estudiantes las evalúan con frecuencia y luego se recolectan las semillas. Con cada ciclo de siembra ajustan las condiciones de cultivo para perfeccionar la producción y estudiar su comportamiento.

Mutaciones en el mejoramiento del fríjol tépari

En los estudios previos la profesora Muñoz observó que las variedades cultivadas tenían una diversidad genética baja, lo que limitaba su adaptabilidad a nuevas condiciones; por eso, entre  2011 y 2016 la Agencia Internacional de Energía Atómica (IAEA) en Viena (Austria) financió un proyecto de investigación del cual ella fue la directora científica.

Para lograr estas variaciones se implementó un proceso natural inducido, en el que las semillas se exponen a productos químicos que generan pequeñas alteraciones genéticas. “Estas variaciones no afectan la seguridad del cultivo ni su capacidad de cruzarse con otras plantas, lo que hace que este método sea aceptado en regiones como Europa, en donde los organismos genéticamente modificados (OGM) son rechazados. Este método de mutación es mucho menos controvertido que el uso de OGM, ya que no implica la inserción de genes foráneos”, explicó.

Así, el ensayo actual incluyó la siembra de semillas de un grupo de accesiones cultivadas y un grupo de líneas mutantes de frijol tépari. Las líneas mutantes se seleccionaron por su comportamiento favorable en ensayos realizados en el CIAT, bajo condiciones de estrés por calor y sequía.

Este proyecto ha dado frutos prometedores por el buen desarrollo y crecimiento de las plantas en condiciones extremas; el siguiente paso será evaluarlo en campo en zonas calientes del país como en la región Caribe, con el objetivo de establecer su viabilidad en un entorno real, para lo cual la científica está gestionando su financiamiento.

En dicha etapa analizarán el comportamiento de las plantas frente a plagas, enfermedades y condiciones ambientales, a fin de desarrollar un paquete tecnológico que se les pueda entregar a los agricultores. “Estamos muy avanzados, hay mucha estabilidad, pero necesitamos hacer un ensayo preliminar de evaluación para poder entregar la semilla”, señaló la científica.

Con la orientación continua de la profesora Muñoz, las estudiantes que participan en el proyecto se encargan de las labores diarias de riego, recolección de datos sobre germinación y crecimiento, y toma de muestras para análisis genéticos, actividades que les permiten adquirir experiencia en el manejo de cultivos y en la investigación aplicada. También se ha contado con el apoyo de los profesores Jaime Eduardo Muñoz y Carlos Germán Muñoz.

En países como México y Estados Unidos el fríjol tépari es consumido tradicionalmente por las comunidades rurales. “Además, la variedad blanca se podría utilizar en la industria alimentaria para la producción de fríjoles enlatados, como ocurre en otros mercados internacionales donde los consumen en el desayuno mezclado con salsas”, concluye la experta.




lunes, 23 de septiembre de 2024

UNAL fortalece estrategias de comercialización de cacao con mujeres tumaqueñas

 El proceso de transformación de cacao en Tumaco es un trabajo que día a día realizan cientos de mujeres asociadas o emprendedoras para sobresalir a los hechos de violencia que han sufrido por varias décadas. Para potenciar las posibilidades de este cultivo tradicional en la generación de ingresos económicos, la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) brinda acompañamiento y capacitación a las cacaocultoras.

Muchas de ellas son mujeres rurales que adquieren el cacao en baba y con sus manos continúan el proceso de transformación que implica la selección del grano, el secado, el tostado y la elaboración y comercialización de productos con valor agregado como nibs, chocolate de mesa saborizado y chocolatinas, licores, cosméticos y bombones, entre otros.

A través de un grupo interdisciplinario, la UNAL Sede Tumaco, el Instituto de Estudios del Pacífico (IEP) y la Cámara de Comercio municipal desarrollan acciones que generen sostenibilidad, herramientas para implementar estrategias de promoción comercial, fortalecimiento comercial en redes sociales, asociatividad y alfabetización digital.

Según estudios realizados por la Cámara de Comercio de Tumaco, en el municipio hay 3.500 empresas registradas y 500 negocios en modalidad informal, el 60 % son empresas familiares y el 40 % son emprendimientos de diferentes grupos poblacionales.

El futuro en manos de las mujeres

El principal cambio en el territorio se relaciona con el hecho de que en el pasado las actividades en la finca eran realizadas principalmente por hombres, mientras que hoy son las mujeres quienes las realizan, especialmente los procesos de transformación del cacao.

A lo anterior se suman los talleres de capacitación y diferentes espacios de formación pensados desde las metodologías participativas que buscan involucrar a todos los participantes de la cadena del valor del cacao en estos territorios: adultos mayores, mujeres, jóvenes y adolescentes, y que además han llevado a crear una red de apoyo para afrontar juntas las violencias basadas en género y el conflicto armado.

“Con estas intervenciones se fortalecen las capacidades de las mujeres cacaocultoras, el valor y las formas de compartir sus conocimientos, la creación de emprendimientos, y mediante estos elementos, sus proyectos de vida y de permanencia en sus territorios”, señala el profesor Gabriel Barrero Tapias, director de la UNAL Sede Tumaco.

Transmisión de saberes y costumbres

La siembra de cacao fomenta oportunidades de empleo y conlleva transformaciones significativas en los hogares del Consejo Comunitario Rescate Las Varas, asentado en el corregimiento de San Luis Robles, a 45 minutos de la vía al mar que conduce de Tumaco a Chilvi.

Allí, 286 familias afrodescendientes forman parte de la Corporación de Asistencia Técnica Las Varas (Corpoteva) que desde 2009 brinda asistencia técnica y comercial para mantener viva esta tradición ancestral, que es base fundamental de la economía local.

Las 70 mujeres que conforman Corpoteva trabajan el cacao por tradición heredada de sus padres y abuelos. Ahora también se encargan de enseñarles a los más jóvenes los usos y costumbres alrededor de este cultivo ancestral. Mientras algunas siembran y cosechan, otras se dedican a la transformación de los “nibs” o pequeños trozos de granos de cacao fragmentados con sabor a chocolate, panela y coco.

“La capacitación recibida por parte del equipo de profesionales de la UNAL nos permitió elegir un nuevo nombre para este producto, seleccionar el empaque más adecuado e iniciar en el proceso de registrar la marca, además del estudio de validación. También nos capacitamos en el manejo de redes sociales para potenciar la comercialización”, afirma la representante legal Fanny Rodríguez Angulo.

El cacao de la paz

Otro caso es la Asociación de Cultivadores, Comercializadores y Procesadores de Cacao (Procacao), cuyos miembros encontraron en el cacao una forma de resiliencia ante el conflicto armado que afecta a los territorios del Pacifico nariñense. Este fruto fue una oportunidad para dejar a un lado los cultivos de coca, una de las principales fuentes de ingreso en esta región. Los cultivos de cacao tienen una alta rentabilidad y amplio mercado regional, nacional e internacional.

Conformada en un 80 % por mujeres víctimas de violencias de género y del conflicto, provenientes de diferentes veredas y corregimientos de Tumaco, el objetivo de Procacao es fortalecer 180 iniciativas productivas de cacao en temas técnicos, de producción, financieros y de transformación en productos de valor agregado como chocolate amargo, saborizado con clavos y canela, manteca de cacao, cobertura, licor, pulverizado y pastillas de 25 gramos.

“Mientras 40 mujeres en las veredas se encargan de la siembra y cosecha, 9 se dedican a la transformación de productos de valor agregado. El acompañamiento que recibimos de la UNAL nos permitió aprender cosas nuevas y eso hicimos, trabajar en equipo, relacionarnos con nuestros compañeros, llevar registros, analizar antes de negociar. Cuando llegaron los profesionales aprovechamos todas esas recomendaciones. Hemos visto avances y estamos dando mayor visibilidad a nuestros productos”, señala María Perpetua Calderón, tesorera de la Asociación.

Belleza o cosméticos

En cosmética, el extracto de cacao favorece la hidratación de la piel y el extracto del polvo de cacao tiene propiedades calmantes y combate los radicales libres.

“Antes de empezar a involucrarme en la producción de cosméticos a base de cacao realizaba diferentes labores. Ahora siento que el cacao es la principal motivación de mi vida. La capacitación que nos dio la UNAL me hizo descubrir que tengo más potencial para manejar las redes sociales que vender en tiendas físicas”, sostiene Lizeth Belalcázar, emprendedora de los productos de belleza “Rizos Emy”.

La joven emprendedora coordina con Corpoteva la fabricación de champú de banano y naidi, mascarilla de miel de caña y crema para peinar con base en cacao y 16 plantas medicinales que nutren e hidratan el cabello, y con sus fortalezas para manejar las redes sociales, logra mantener cautivo a un público virtual con una alta demanda de estos productos.