En un corregimiento del municipio de San Pedro, cerca de 100 agricultores de limón Pajarito y Tahití, agrupados en la Asociación Microempresarial San José (Asomisanj), en su mayoría mujeres cabeza de familia, transformaron su realidad productiva mediante la implementación de un modelo de planificación. . estratégica que les permitió mejorar la logística de ventas y abastecimiento, y producir un zumo de excelente calidad.
El corregimiento de San José en el Valle del Cauca alberga una población campesina conformada por 1.800 habitantes en promedio, dedicados especialmente a actividades agrícolas, que por años han cultivado cítricos en los lotes y casa-lotes de sus viviendas como una actividad alterna para generar ingresos. económicos.
En promedio se recolectan al mes 18 kg de limón Pajarito y Tahití de 3.295 árboles distribuidos en 12.637 hectáreas. El 7 % de esta producción se destina a la elaboración de concentrado de limón por Asomisanj, constituida en 2009.
Sin embargo hasta principios de 2018 la Asociación no había implementado procesos de producción, los cuales se realizaban artesanalmente con deficiencias en la clasificación de la fruta para el corte y extracción del jugo, filtración de partículas sólidas e imprecisas de los insumos, disminuyendo así la calidad del producto final y aumentando los costos de la elaboración. Además, su embalaje y almacenamiento requerirían mejoras.
Ante la situación, Jorge Eduardo Trujillo Puerta, magíster en Ingeniería Agroindustrial de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Palmira, desarrolló un modelo de planificación estratégica con el objetivo de atender la problemática de la Asociación en dos aspectos: optimizar la extracción del jugo. (agroindustrial) y mejorar la cadena logística de ventas y distribución (administrativo).
Para ello adelantó un diagnóstico empresarial mediante el cual identificó las áreas de mejora y los cuellos de botella, como por ejemplo que Asomisanj no contaba con una estructura interna organizada, con procesos de estandarización de proveedores ni con un manual de funciones pues “todos eran toderos”. ”. También encontró dificultades en el nivel educativo y la visión emprendedora de los asociados, ausencia de mercados fijos y falta de estándares mínimos de calidad que afectaban las ventas y la rentabilidad.
“Inicialmente los agricultores tenían que tomar decisiones basadas en prácticas tradicionales, no tenían un método establecido para determinar el momento óptimo de la cosecha ni para seleccionar los limones en su estado de maduración adecuado. Esta falta de parámetros incidía en la calidad del producto final, ya que el grado de maduración del limón puede diferir entre cosechas y afectar su sabor”, informó el magíster Trujillo.
El modelo propuesto se desarrolló mediante un enfoque descriptivo y analítico con metodología cuantitativa, que evaluó la realidad organizacional para establecer metas y diseñar un plan integral basado en las necesidades propias de la Asociación.
Se implementó una cultura de calidad en toda la línea de producción y comercialización, y se delegaron funciones en cada asociado, promoviendo así el progreso socioeconómico de la comunidad. Del mismo modo, se centró en la estandarización y en los criterios de selección de los insumos para mejorar el producto.
“Nosotros empezamos a estandarizar con procesos de manejo de temperatura haciendo pruebas para no afectar el color ni el sabor, en los laboratorios de Agroindustria y en el de Operaciones Unitarias de la UNAL Sede Palmira, en donde con los profesores extrajimos los jugos en diferentes niveles. de maduración de la fruta, dependiendo del tiempo de cosecha”, señaló el tesista.
Por otra parte, antes del proyecto los agricultores se veían obligados a vender su limón a intermediarios a precios desfavorables que les generaban más pérdidas que ganancias. No obstante, gracias a la implementación de canales de distribución directa y al desarrollo de las estrategias de propuestas de marketing , la Asociación logró comercializar el “Zumo de Limón Asomisanj” en nuevos mercados campesinos y establecer convenios para la venta en instituciones locales como la Escuela Simón. Bolívar de los carabineros.
Según indicó el magíster, “un recolector les cobraba entre 10.000 y 12.000 pesos por recoger un bulto de 40 kilos, que sumado a los canales de comercialización con los que ellos contaban, que eran intermediarios que pagaban el bulto a 18.000 pesos, afectaban su margen de ganancia”. Por tanto, este proyecto no solo fortaleció la capacidad productiva de los agricultores, sino que también promovió la confianza y el liderazgo dentro de la Asociación.
Para su investigación el magíster contó con la asesoría del profesor Alberto Martínez, de la Facultad de Ingeniería y Administración de la UNAL Sede Palmira.
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